Luis Fernando Díaz
Con seguridad, no es necesario repetirlo, pero para darle
más precisión a lo que aquí se comenta, cabe
recordar que la Filatelia Tradicional (FT) es una
de las clases de coleccionismo filatélico de competencia reconocidas por la
Federación Internacional de Filatelia
(FIP). Los atributos que la distinguen son, primero, su abolengo y su popularidad y, principalmente, que tiene
que ver con casi todos los aspectos y retos de la filatelia. Esas
características las comparte, en mucho, con otras dos clases, la Historia
Postal y la Filatelia Temática. Por aparte, en cada una de estas existe una
especificidad de las regulaciones en estrecha relación con los atributos particulares,
lo propio del objeto.
En un segundo grupo, las categorías de Filatelia Juvenil,
Moderna y Un Marco no responden a criterios sobre la
naturaleza de la especialidad, sino que utilizan
reglas particulares. Las colecciones se segmentan,
se diferencian y se juzgan según la edad
del coleccionista, la fecha (época) de las emisiones o
el tamaño de la muestra. Estos criterios no son afectados, ni tampoco influyen, la esencia de cada clase (en todas ellas caben la Historia
Postal, la Filatelia Temática y la Tradicional,
asimismo cualquiera de las otras).
La singularidad de la Literatura Filatélica como clase de
competencia independiente no requiere mayor comentario. Y, por último, Astro y
Aerofilatelia, Tarjetas y Enteros
Postales y, en cierta medida, Fiscales, son clases
acotadas, sobre todo, por elementos exclusivos propios del material; por ejemplo,
usos oficiales en los fiscales o la indicia impresa en el caso de los enteros.
La Filatelia
Tradicional, la Historia Postal y la Filatelia Temática son definidas, en pocas palabras, por la estrategia, el enfoque, el tratamiento y
la presentación. El modelo de conocimiento que escoja el coleccionista
(criterios y pautas de búsqueda, bibliografías y otros recursos) delimitará la
profundidad de la investigación y la selección del material. Mucho de esto es ejercicio del talento,
pero también de racionalidad para diseñar una perspectiva. En el caso de la Temática se habla de la preparación del guion, de la identificación
del hilo conductor, pero las otras dos
no se hallan lejos.
La FT es la
forma más simple de coleccionar. No fácil. Aunque podría resultarlo si se
carece de rigor. Se nutre de las
bases históricas del coleccionismo; su
lógica se funda en “hay que completar”. Lo grandioso es que ese tipo de racionalidad puede ser muy exitosa, porque mucho, mucho, en FT puede
completarse. Por ello, el tratamiento no requiere de extraordinaria innovación,
sino disciplina. No importa repetir las nociones fundamentales. Se trata de
contar la historia de una emisión o de una estampilla de correos. Hay que hacerlo (tratarlos) sello por
sello y, si hay varias impresiones, separar el tratamiento en forma cronológica. Las reglas (SREV) contemplan, de primero, la concepción de
la estampilla, su razón de ser, los motivos, las propuestas alternativas y los non-emis, los bocetos, los ensayos. De
seguido se pasa a la impresión que, de acuerdo con la técnica adoptada, puede
tener distintos tipo de pruebas: de los grabados, de los colores, de la
composición. Y también las sobreimpresiones “muestra” o “specimen”, concernientes
al proceso de aprobación o para enviar a los archivos de la UPU y otras naciones. La colección tradicional
debe considerarlos todos. De inmediato, se pasa a la emisión normal y sus
variedades del proceso, incluyendo número y tamaño de los tirajes,
perforaciones, formatos, tonos. Y de seguido, las variedades: colores inusuales
o no previstos; defectos de impresión (manchas, blancos y otros), plis acordeon; variedades de perforación
tales como imperforados parciales o totales, perforaciones múltiples o discontinuas; centros desplazados, centros invertidos, colores invertidos (en offset);
sobreimpresiones desplazadas, invertidas, incompletas; en fin, la lista es de
no acabar.
Luego sigue el uso postal. No se trata de repetir o
competir con una colección de Historia Postal. En ocasiones se percibe cierto
abuso de material (sobres y similares) en esta sección; pero, la mayoría se
originan en un desbalance propio del material. Hay emisiones que se hicieron
muy bien, sin variedades, con un expedito trámite de impresión, sin pruebas de
dado ni ensayos y, en cambio, pueden haber disfrutado de un uso postal
extenso, rico y profuso.
Lo recomendable es
ilustrar las tarifas más importantes. A veces son escasas las tarifas locales
básicas. Conviene destacar los tipos de servicios: certificado, encomiendas, entrega inmediata, tránsitos y ambulantes, correo multado, acuse de recibo. Y, por supuesto, uno que otro
matasellos de población pequeña y remota, así como algunos destinos “raros”, en
otros continentes, con tarifas exageradas pero correctas, franqueos inusuales
–dice el SREV–.
Tal vez antes, pero, con seguridad, en este punto, el coleccionista de estampillas siguiendo el enfoque de la FT, podrá mirar hacia atrás e iniciar una serie de ejercicios de profundización. Puede estudiar con minuciosidad las técnicas de impresión y reconstruir las planchas. En la época clásica y en algunos periodos intermedios, las series litografiadas o preparadas con grabados en acero contienen variedades comunes que provocan y permiten la reconstrucción. Puede estudiar la distribución de las reimpresiones en toda la extensión del territorio del país y testimoniarlo con los matasellos y las cartas de los distintos orígenes, dando un paso más allá de la marcofilia convencional. Seguramente ya habrá accedido al mundo de los otros usos, fiscales y telegráficos, sobre todo. Y tal vez también inicie una colección paralela con las falsificaciones. Una vez más: el mundo de la filatelia tradicional es amplio, muy amplio.
Claro que no todo es siempre tan prístino. Y, a menudo, sobreviene un problema en las exposiciones que se origina en una lectura dogmática de ciertas disposiciones de la FIP. El SREV de tradicional dice (y lo refuerza en las normas subsiguientes) que “la filatelia tradicional abarca todos los aspectos de la filatelia”. Y continúa más adelante: “Las colecciones que no sigan principalmente las reglas especiales de otras clases filatélicas serán consideradas y juzgadas como colecciones de filatelia tradicional. Si una colección es transferida a otra clase, el expositor tiene que ser informado de la razón. Las colecciones transferidas… se pueden juzgar como tradicionales, pero recibirán normalmente menores puntos por tratamiento, si no fortalecen lo tradicional.” Y sucede que, con cierta regularidad, grupos de jueces cambian de clase a la FT, colecciones que no cumplen con sus expectativas pero que, tampoco son, para nada, colecciones que cumplan con las normas de contenido y tratamiento de la FT comentados aquí. (El subrayado es del autor).
En algunas exposiciones importantes, los jueces enfrentaron situaciones similares y adoptaron otra conducta. Un caso interesante fue el de una acumulación de material con “Acuse de Recibo” presentada en la Exposición Pacific Explorer 2005 en Sydney, Australia. El jurado entonces la consideró un Estudio Especial, adelantándose a las modificaciones adoptadas en el reglamento de Historia Postal en el Congreso de la FIP de 2008, en Bucarest.
En el año 2010, en Costa Rica, en la Exposición Interamericana auspiciada por la FIAF, el jurado estaba compuesto por Fernando Aranaz de España, Presidente de FESOFI y en aquel momento miembro del Directorio de FIP, James Mazepa, Presidente de FIAF, Fred O`Neill, Presidente de FENCORI, Luis Fernando Díaz, Manfred Amrhein, Abraham Gelber, Francisco Sergio Marinho, Pedro Meri y Aldo Samamé; todos ellos jurados acreditados por FIP, siete en la especialidad de FT, entre otras. La primera decisión de ese jurado fueron dos cambios de clase, uno de ellos la colección de James Johnson “By air”, que se trasladó a Estudios Especiales y se le otorgó en el juzgamiento una Medalla de Oro.
Recientemente (2019), en la Exposición Nacional del Ecuador en Cuenca, tuve el privilegio de presidir el jurado que adoptó la decisión de calificar tres colecciones como Estudios Especiales a las cuales se les adjudicó significativas medallas. Si se les hubiera trasladado a la clase de Filatelia Tradicional, habría ocurrido, como dice el SREV, que se les calificase con un puntaje inferior.
De manera que, no tiene gran valor el trasladar colecciones a FT cuando ya existe la previsión inteligente de tratarlas, si lo son, como Estudios Especiales en la clase Historia Postal. Claro que subsisten áreas en que el problema no es sencillo. Algunos filatelistas muestran una legítima pasión por acumular materiales que no son fáciles de ubicar en las clases definidas por las reglas de competencia. El más evidente de ellos es el que recurre al histórico, más rancio coleccionismo de países completos, sello por sello. Otras son las colecciones o acumulaciones de todos los errores de una época o territorio, los usos múltiples de una emisión… y así sucesivamente. El filatelista es libre de coleccionar aquello que más le gusta y en cualquiera que sea la forma que él prefiera. Solo dos salvedades, no debe esperar buenas calificaciones si exhibe en competencia; pero, sí tiene derecho a que se le respete su preferencia y que, al mismo tiempo, no se agreda a la Filatelia Tradicional, mandándola a calificar algo que no le atañe.
Tal vez antes, pero, con seguridad, en este punto, el coleccionista de estampillas siguiendo el enfoque de la FT, podrá mirar hacia atrás e iniciar una serie de ejercicios de profundización. Puede estudiar con minuciosidad las técnicas de impresión y reconstruir las planchas. En la época clásica y en algunos periodos intermedios, las series litografiadas o preparadas con grabados en acero contienen variedades comunes que provocan y permiten la reconstrucción. Puede estudiar la distribución de las reimpresiones en toda la extensión del territorio del país y testimoniarlo con los matasellos y las cartas de los distintos orígenes, dando un paso más allá de la marcofilia convencional. Seguramente ya habrá accedido al mundo de los otros usos, fiscales y telegráficos, sobre todo. Y tal vez también inicie una colección paralela con las falsificaciones. Una vez más: el mundo de la filatelia tradicional es amplio, muy amplio.
Claro que no todo es siempre tan prístino. Y, a menudo, sobreviene un problema en las exposiciones que se origina en una lectura dogmática de ciertas disposiciones de la FIP. El SREV de tradicional dice (y lo refuerza en las normas subsiguientes) que “la filatelia tradicional abarca todos los aspectos de la filatelia”. Y continúa más adelante: “Las colecciones que no sigan principalmente las reglas especiales de otras clases filatélicas serán consideradas y juzgadas como colecciones de filatelia tradicional. Si una colección es transferida a otra clase, el expositor tiene que ser informado de la razón. Las colecciones transferidas… se pueden juzgar como tradicionales, pero recibirán normalmente menores puntos por tratamiento, si no fortalecen lo tradicional.” Y sucede que, con cierta regularidad, grupos de jueces cambian de clase a la FT, colecciones que no cumplen con sus expectativas pero que, tampoco son, para nada, colecciones que cumplan con las normas de contenido y tratamiento de la FT comentados aquí. (El subrayado es del autor).
En algunas exposiciones importantes, los jueces enfrentaron situaciones similares y adoptaron otra conducta. Un caso interesante fue el de una acumulación de material con “Acuse de Recibo” presentada en la Exposición Pacific Explorer 2005 en Sydney, Australia. El jurado entonces la consideró un Estudio Especial, adelantándose a las modificaciones adoptadas en el reglamento de Historia Postal en el Congreso de la FIP de 2008, en Bucarest.
En el año 2010, en Costa Rica, en la Exposición Interamericana auspiciada por la FIAF, el jurado estaba compuesto por Fernando Aranaz de España, Presidente de FESOFI y en aquel momento miembro del Directorio de FIP, James Mazepa, Presidente de FIAF, Fred O`Neill, Presidente de FENCORI, Luis Fernando Díaz, Manfred Amrhein, Abraham Gelber, Francisco Sergio Marinho, Pedro Meri y Aldo Samamé; todos ellos jurados acreditados por FIP, siete en la especialidad de FT, entre otras. La primera decisión de ese jurado fueron dos cambios de clase, uno de ellos la colección de James Johnson “By air”, que se trasladó a Estudios Especiales y se le otorgó en el juzgamiento una Medalla de Oro.
Recientemente (2019), en la Exposición Nacional del Ecuador en Cuenca, tuve el privilegio de presidir el jurado que adoptó la decisión de calificar tres colecciones como Estudios Especiales a las cuales se les adjudicó significativas medallas. Si se les hubiera trasladado a la clase de Filatelia Tradicional, habría ocurrido, como dice el SREV, que se les calificase con un puntaje inferior.
De manera que, no tiene gran valor el trasladar colecciones a FT cuando ya existe la previsión inteligente de tratarlas, si lo son, como Estudios Especiales en la clase Historia Postal. Claro que subsisten áreas en que el problema no es sencillo. Algunos filatelistas muestran una legítima pasión por acumular materiales que no son fáciles de ubicar en las clases definidas por las reglas de competencia. El más evidente de ellos es el que recurre al histórico, más rancio coleccionismo de países completos, sello por sello. Otras son las colecciones o acumulaciones de todos los errores de una época o territorio, los usos múltiples de una emisión… y así sucesivamente. El filatelista es libre de coleccionar aquello que más le gusta y en cualquiera que sea la forma que él prefiera. Solo dos salvedades, no debe esperar buenas calificaciones si exhibe en competencia; pero, sí tiene derecho a que se le respete su preferencia y que, al mismo tiempo, no se agreda a la Filatelia Tradicional, mandándola a calificar algo que no le atañe.
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