sábado, 11 de julio de 2020

CECA

Hans Burkmair, una ceca
Juan Pablo Aguilar Andrade
actualidadfilatelica@gmail.com

Como saben los numismáticos, ceca es la palabra que se utiliza para referirse a una casa de moneda. Pero, ¿de dónde viene el término?

En 1611, Sebastián de Covarrubias escribe la palabra son S en su Tesoro de la Lengua Castellana, porque entiende que proviene del latín secare, cortar; es la casa donde se bate la moneda -dice-, "porque se corta y cercena, hasta dexarla en su justo peso". Pero indica, también, que el padre Gaudix considera que no debe decirse seca, sino ceca, porque la palabra viene de una palabra árabe, "que vale tanto como moneda". 

Será esta última versión la que se imponga. Seca se incluyó en el Diccionario de la Real Academia hasta la edición de 1837, pero a partir de 1843, la casa "donde se labra moneda", o Nummaria Officina, empieza a escribire con C.

En 1884, el Diccionario de la Academia se refiere al origen árabe de la palabra: viene de cecca, dice, que significa troquel. En la última edición se indica que  proviene del árabe hispánico "sákka, y éste del árabe clásico sikkah".

De ceca viene cequí, nombre de la moneda de oro que se acuñó en varios lugares, especialmente en Venecia.

En los viejos diccionarios aparece también otro significado de la palabra ceca: oratorio o lugar de devoción", dice la Academia en 1869. El Tesoro de Covarrubias explica esta acepción, cuando nos dice que ceca es "cierta casa de devocion en Córdova, a do los Moros venían en Romería". Y es aquí donde mucho encuentran la explicación del viejo dicho, ir de la ceca a la meca.

Originalmente se decía de ceca a meca, como lo hizo Sancho cuando, al salir de la venta que por su mal Don Quijote pensó que era castillo, propuso como "mejor y más acertado ... volvernos a nuestro lugar ..., dejándonos de andar de ceca en meca". Si se acude a la vieja definición de ceca como oratorio cordovés, ir de ceca en meca sería tanto como vagar entre Córdova y la ciudad sagrada de los árabes.

Hay quien dice, sin embargo, y nunca sabremos cuál es la versión correcta, que de seca a meca no es más que uno de los tantos usos de palabras que no se relacionan entre sí, pero cuyos sonidos combinan adecuadamente, tal como ocurre como troche y moche o con oro y moro.

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