Con la última emisión del Correo español, la polémica está servida.
Se trata de una serie de cuatro sellos, con la poco castellana denominación de Equality Stamps, que se anuncia como encaminada a "concienciar sobre la diversidad, la inclusión y la igualdad de derechos", con ocasión del Mes Europeo de la Diversidad y el primer aniversario del asesinato de George Floyd.
Hasta ahí nada llama la atención, pero resulta que las estampillas se han diseñado con cuatro colores distintos, del más claro al más oscuro, y que el valor facial de cada sello depende del color: mientras más oscuro, más barato. Y aquí es donde llueven las críticas, hasta el punto que se ha llegado a calificar a esta campaña postal como fallida.
Para quien no esté en antecedentes, lo único que aparece es una estampilla de color claro, más cara, y una negra más barata. El sentido último de la serie postal tiene que explicarse y ese es, dicen muchos, su principal defecto. Un mensaje que requiera un manual de instrucciones para entenderlo, no es un buen mensaje.
Pero, si se piensa en el rechazo que en muchos sectores han generado estos sellos desiguales, cuyo valor se basa en el color de sus "pieles", de pronto hay un propósito logrado: despertar polémica, generar rechazo.
Los filatelistas ya han discutido ampliamente en los últimos días sobre el tema y, sin duda, la cosa no terminará ahí.
Tal vez de eso se trate, precisamente.
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