Juan Pablo Aguilar Andrade
actualidadfilatelica@gmail.com
Es de gran formato y en su centro se destaca, rodeado
por un marco verde, el fruto del cacao, uno de los productos nacionales que se
quería promocionar en 1930, con motivo del centenario de la fundación de la
República del Ecuador; costaba cinco centavos y es, para muchos, la estampilla
más bonita de las que puso en circulación el hoy desparecido correo
ecuatoriano.
Dicen los filatelistas que los sellos postales son
mensajeros de lugares lejanos y, en algunos casos, esos mensajes se convierten
en claros llamados a buscar aquello que aparece en la imagen reproducida en miles, en millones de pedazos de papel, destinados a
viajar con la correspondencia.
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Gottfried Hirtz en la selva del Tena, hacia 1934, y la estampilla que le trajo al Ecuador (foto tomada de Juan Diego Pérez, La mirada Silenciosa. Gottfried Hirtz, fotografías 1934-1980, Quito, 2021) |
Con las cartas, la estampilla del cacao llegó a
Alemania y atrapó a Charly Hirtz. Su hermano Gottfried había conocido en la
Escuela de Bellas Artes a un ecuatoriano, Alfonso Aulestia, quien sin duda
aportó informes y datos sobre ese Ecuador al que les llevó, en 1934, el “Reina
del Pacífico”. El trasatlántico, orgullo de la Pacific Steam, demoraba alrededor de
un mes para conectar Europa con Chile, cruzando el Canal de Panamá.
Los hermanos Hirtz desembarcaron en La Libertad,
pasaron a Guayaquil y siguieron hacia Ambato y Baños; desde ahí, tras un viaje
de cinco días, llegaron al Puyo, donde se instalaron en las tierras que, en ese
entonces, el gobierno ecuatoriano adjudicaba a quienes quisieran colonizar la
selva amazónica.
“Por esa estampilla vino mi papá el Ecuador”,
cuenta Christoph, el hijo de Gottfried, mientras reposa sus manos sobre la
cámara de fotos que cuelga de su cuello; es fotógrafo, como su padre.
Gottfried Hirtz no se quedó en Tena cultivando la
tierra. Mientras lo hacía montó ya un rudimentario laboratorio fotográfico en
medio de la selva, junto a un riachuelo que servía para lavar las fotos; en
1936 se trasladó a Quito y empezó su recorrido por el Ecuador, para registrar
gentes y paisajes con su Leica III F.
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El Chimborazo desde la vía Riobamba-Ambato - Gottfried Hirtz 1940 (tomada de Juan Diego Pérez, La mirada Silenciosa. Gottfried Hirtz, fotografías 1934-1980, Quito, 2021) |
Ocho años duró esta primera etapa. En 1942 el gobierno
del Ecuador entregó a los Estados Unidos
a los alemanes, y a sus descendientes ecuatorianos, que vivían en el país;
recluidos en campos de concentración, varios de ellos viajaron a Alemania al
ser intercambiados por prisioneros de guerra estadounidenses, con la
prohibición de participar en la guerra. En ese grupo estuvo Gottfried, quien pasó
los años de la guerra recorriendo en bicicleta el sur de Alemania, para guardar
en imágenes edificaciones y monumentos culturales amenazados por las bombas y
el fuego.
En 1954 volvió al Ecuador y retomó su tarea de
recorrerlo y preservarlo en imágenes; miles de negativos quedan del trabajo que
realizó hasta 1980, el año de su muerte. A Hirtz le debemos una parte fundamental de nuestra memoria colectiva.
Pero mucho antes, precisamente en los años de la
guerra, una de sus fotografías recorría el mundo, adherida a los sobres que
despachaba el correo ecuatoriano.
La había tomado en 1940. Es una imagen
espectacular del Chimborazo, el viejo camino empedrado que unía Riobamba con
Ambato y un campesino que avanza con sus mulas, levantando una pequeña nube de
polvo mientras, detrás de él, otros se alejan en sentido contrario.
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La estampilla ilustrada con la foto de Gottfried Hirtz, emitida en 1942 |
A Christoph le brillan lo ojos al contar cómo se
tomó esa foto y hace, con su cámara, el ademán que imita a su padre colgado en
el bus interprovincial, extendiendo el brazo para captar la imagen. Así, en
movimiento; Gottfried viajaba siempre listo para registrar momentos irrepetibles.
En 1942 el gobierno ecuatoriano utilizó la foto
del Chimborazo para ilustrar un sello de correos de treinta centavos, color
café que se utilizó profusamente en los años siguientes y se reimprimió, con
diferentes colores, en 1943, 1944 y 1947.
Un grabador de la American Bank Note Co. reprodujo fielmente la fotografía
que le entregaron las autoridades postales del Ecuador, sin reconocer derechos de autor ni el nombre del fotógrafo que, mientras su estampilla empezaba a
circular por el mundo, esperaba en un campo de concentración, en Texas, un intercambio de prisioneros.