Juan Pablo Aguilar Andrade
Chile emitió sus primeras estampillas en 1853 y, durante más de cincuenta años, hasta la primera década del siglo XX, utilizó para ilustrarlas el retrato de Cristóbal Colón.
Durante buena parte de este tiempo, la imagen escogida mostraba un Colón barbado que, según hoy sabemos, se inspiró en el cuadro pintado en 1849 por Alejandro Cicarelli, que se conserva en el Museo Histórico Nacional de Santiago.
El rostro del Colón de los sellos chilenos no era el habitual en la iconografía del Almirante y, pese a que su nombre estaba impreso claramente sobre el retrato, fue motivo de un debate de varios años en la prensa filatélica.
Arrancó en 1864, cuando las estampillas chilenas llevaban ya una década circulando por el mundo, con unas pocas líneas de respuesta a un corresponsal de una revista publicada en Londres. Se decía, en el número del 1 de mayo de 1864 de Stamp-Collector's Magazine (p. 80), que se daba como un hecho que el retrato que aparecía en los sellos que nos ocupan era el de Cristóbal Colón; si fuera así, debería entenderse como un homenaje realizado al descubridor de América, afirmaba el editor, pero eso, según él, era dudoso.
Sembrada la duda, la revista volvió sobre el tema en el número del 1 de diciembre del mismo año, en un artículo de Overy Taylor, titulado
Notas sobre las estampillas sudamericanas (pp. 179-181). Según el autor, pese a que era aceptado que el retrato que aparecía en los sellos chilenos era el de Colón, no se había obtenido evidencia que pudiera garantizarlo; Taylor pensaba que debía tratarse de algún otro personaje, pues Colón nunca estuvo en Chile ni había hecho nada por ese territorio y, además, el sombrero que llevaba el retratado no era propio de la vestimenta al uso en la época del Almirante.
El editor de la revista, sin embargo, no estaba de acuerdo con esto último, pues en una nota al pie informaba a los lectores que el sombrero era indudablemente genovés; opinaba, sin embargo, que la palabra Colón, que constaba en las estampillas, era el nombre de un puerto de Chile, que los autores de catálogos confundieron con el del descubridor.
Taylor volvió sobre el tema en el número del 1 de septiembre de 1865 (p. 129). No era usual, decía, que un país pusiera el nombre de uno de sus pueblos en sus estampillas, pero eso ya había ocurrido con Terranova, así que el editor de la revista podía no estar descaminado al pensar que Colón era un puerto chileno. Sobre el personaje, opinaba que probablemente se trataba de Pedro de Valdivia, personaje del siglo XVI ligado a la historia de Chile y a quien consideraba con más méritos que Colón para aparecer en los sellos de ese país.
Taylor esperaba que, si existían filatelistas en Chile, el tema podría ser pronto aclarado.
El supuesto puerto de Colón no existe, afirmó desde Maine (Estados Unidos) un corresponsal de la revista en un texto publicado en el número del 1 de marzo de 1866 (p. 48); la confirmación venía de un funcionario diplomático chileno a quien, al parecer, no se le hizo la pregunta indispensable: ¿quién es el personaje que aparece en los sellos de Chile? Descartado el puerto, el corresponsal hacía una nueva elucubración: ¿COLON sería una abreviatura de colonia? ¿por qué, sin embargo, los chilenos resaltarían en sus estampillas el hecho de haber sido una colonia?
El 1 de noviembre de 1866 la revista publicó una carta de James M. Chute, de Boston (p. 174), quien afirmaba con certeza, y según decía, de buena fuente, que el personaje que aparecía en los sellos chilenos era Ramón Freire, uno de los primeros presidentes de Chile. Los chilenos, decía Chute, guardan para él un respeto similar al que los norteamericanos sienten por Washington y los ingleses por Nelson o Wellington.
La polémica siguió en el número del 1 de enero de 1867, en el que se reprodujo (p. 7) lo que una revista alemana,
Magazin für Briefmarken-Sammler, había publicado sobre el tema. El autor alemán veía con buenos ojos la teoría del retrato de Freire, pero como apoyaba también la que consideraba la palabra COLON como abreviatura de colonia, pues los chilenos no tenían por qué avergonzarse de su pasado colonial, le parecía poco probable que la referencia a la colonia estuviera acompañada con un retrato de un caudillo de la independencia.
La revista alemana lanzaba al aire una nueva conjetura: el personaje debía ser Diego de Almagro, o d'Almagro, como escribía el autor.
Catorce años de circulación y casi cuatro de debate no habían hecho sino acumular preguntas y teorías: ¿Qué quiere decir COLON? ¿Freire, Valdivia, Almagro?
Por fin alguien hizo lo correcto, dejar de elucubrar y preguntar a una fuente autorizada. En el número del 1 de febrero de 1867 la revista informó (p. 32), que alguien había escrito al Cónsul General de Chile en Londres y había obtenido una lacónica respuesta: "Columbus se escribe Colón, en español, y el retrato que aparece en las estampillas de Chile es el de Cristóbal Colón, el navegante".
¿Discusión terminada? No. La carta del Cónsul no tenía firma ni membrete y la revista le restó credibilidad.
Sin embargo, en 1868 la revista publicó (1 de enero) una lista de novedades que describía las estampillas chilenas como ilustradas con el retrato de Colón (p. 4) y en el número del 1 de abril (p. 58), daba cuenta, citando a la francesa
Le Timbre-Poste, del disgusto de un filatelista chileno por el diseño de las nuevas estampillas, que mantenían el retrato de Cristóbal Colón. Un año después, el 1 de mayo de 1869, la revista respondió a uno de sus corresponsales e indicó (p. 80) que el filatelista era Egene Gabarret, residente en Valparaiso, y que su queja abonaba a favor de la teoría del retrato de Colón y convertía en dudosa la idea de que el personaje de las estampillas fuera Ramón Freire.
Las aguas parecían calmarse, pero el problema siguió. El 1 de julio de 1869 se publicó una nueva teoría de un corresponsal de la revista (p. 110): las estampillas chilenas servían para franquear la correspondencia entre Chile y Colón (Panamá), desde donde se distribuían a otros países; por eso, decía, los nuevos sellos emitidos en 1867 corregían el error de las primeras emisiones, que ponía COLON en la parte superior y CHILE en la inferior, cuando lo correcto era lo contrario, pues la correspondencia viajaba de Chile a Colón.
La revista se sentía inmersa en el mundo de la duda y requería una urgente solución al problema; ¿Puede ayudarnos el señor Gabarret?, clamaba.
No sabemos si hubo alguna respuesta; el tema dejó de ser mencionado en las páginas de la revista hasta que en el primer número del año 1873 (p. 3), se hace referencia a lo publicado por la revista
The Philatelist, y se ponía punto final a la polémica. Una reproducción de una ordenanza postal chilena, dejaba en claro que el retrato que aparecía en las estampillas de Chile era el de Cristóbal Colón.