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El que se presenta es un invento que circula por ahí, fabricado a partir de un timbre auténtico, al que se ha agregado un resello con la intención de pasar como una novedad, la que no es otra cosa que una "travesura" del fabricante.
El timbre auténtico es el fiscal de cinco centavos, color bermellón, con rectángulo en blanco al pie, correspondiente a la primera serie no emitida del Ecuador; la pieza forjada lleva inscritas, en ese rectángulo, las cifras 1883 y 1884, ambas seguidas por un punto.
En su catálogo de timbres fiscales del Ecuador, Juhani Olamo incluye este sello en el capítulo de las que considera posibles falsificaciones (p. 178) e informa que existen además ejemplares con resello doble y con resello invertido.
Se trata, sin lugar a dudas, de una pieza forjada, pues el Ecuador nunca emitió sello alguno para el bienio 1883-1884.
En efecto, el Congreso del Ecuador aprobó la creación del timbre fiscal en 1880 y se contrató con la American Bank Note Co. la impresión de las estampillas necesarias para el primer bienio: 1881-1882. Pese a ésto, y por razones que no he podido establecer, la ley de creación del timbre fiscal no entró en vigencia y las estampillas, unas con el espacio en blanco y otras con el bienio 1881-1882 impreso, quedaron embodegadas en el Ministerio de Hacienda.
En 1884 se decidió poner en vigencia la ley y se fijó el 1 de septiembre como la fecha a partir de la cual sería obligatorio el uso de timbres fiscales. Para cumplir con este mandato se recurrió a los timbres embodegados, que se resellaron con la inscripción 1884-1885. Hasta 1887 se continuaron utilizando, reselladas, las estampillas impresas y no emitidas en 1881.
Como puede verse, hubo timbres preparados para 1881 y 1882, pero no se usaron sino a partir de 1884, con un resello que los validaba. Para 1883 no hubo timbre alguno, ni preparado ni emitido, por la sencilla razón de que la ley se promulgó recién el año siguiente.
La estampilla que ilustra esta nota es, entonces, un invento, y una muestra más de cómo falsificadores, y compradores incautos, que desconocen la historia, crean o adquieren piezas que un simple dato histórico echa por tierra.
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