sábado, 17 de abril de 2021

DOCUMENTOS: LA LLEGADA DE LA SCADTA A GUAYAQUIL, 12 DE JUNIO DE 1928 (II)

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El nombre del avión

Como el señor Chanange nos ofreciera comunicarnos los menores detalles de la llegada del avión, por teléfono solicitamos nos suministrara nuevos datos, a lo cual nos manifestó que había recibido un radio desde el avión, en el cual le manifestaban que llegarían de tres a cuatro de la tarde y que el avión se llamaba ATLÁNTICO.

Un aviso cablegráfico para el señor Cónsul de Colombia

Por su parte el señor doctor Luis Navas Prada, Cónsul de Colombia y Decano del Cuerpo Consular, tuvo noticias de la llegada del avión por cuanto la sociedad de transportes aéreos está integrada en su mayoría de miembros pertenecientes a Colombia.

Por esta razón, el señor Navas Prada, recibió el cable que sigue:

"Buenaventura, 12 de junio.- Las 9 y 55 a.m.

Hidroavión SCADTA C.29, salió hoy para Guayaquil.- Scadta".

Lo cual quería decir que el hidroavión alemán-colombo C.29, salió ayer, para esta ciudad.

El avión por Salinas

En tanto crecía el interés despertado en todos los que esperaban la llegada del hidroavión, tanto de parte de los miembros de la colonia alemana, miembros de la prensa y muchas otras personas que estaban enteradas de la llegada del avión.

En esto llamamos nuevamente a la Central de Telégrafos, oficina de la cual nos informaron que a las dos y treinta minutos de la tarde, el avión había pasado por Salinas.

En viaje a la ciudad

Como la distancia que hay de Salinas a esta ciudad es solo de unas noventa millas, todos, haciendo un cálculo de tiempo que invertirían, llegaron a la conclusión de que el ATLÁNTICO no tardaría en aparecer, en el horizonte un tanto nublado, y amenazante de caer una llovizna el rato menos pensado.

En tal virtud, las autoridades marítimas, sanitarias, empleados de la Aduana, del Resguardo, Inmigración, miembros de la prensa, y más comisionadas para hacer la recepción se alistaron a preparar las lanchas y más embarcaciones para acudir a darles la bienvenida a los tripulantes del hidroavión ATLÁNTICO.

Los de la recepción

Entre las personas que se aprestaban a efectuar la recepción de los tripulantes del avión ATLÁNTICO, anotamos a los siguientes:

Señor Gustavo L. Chanange, encargado de la Sociedad Colombo-alemana de Transportes Aéreos comisionado de la recepción; señor Walter Spatz, en su carácter de Encargado de Negocios de Alemania en este puerto; doctor Luis Navas Prada, Cónsul General de Colombia; estos caballeros, se embarcaron en la lancha automóvil LA FLORITA, de propiedad del señor Chanange.

Después el Director General de la Armada, Capitán de Navío don Juan Francisco Anda y M., Capitán de Fragata don Enrique Cucalón, Capitán del Puerto; Teniente de Fragata don Víctor L. Vicuña, Ayudante de la Capitanía; don Manuel Eduardo Castillo y Castillo, Director de El Telégrafo; don Jacinto Latorre N., en representación de EL UNIVERSO; don Temístocles J. Estrada, representante de La Nación, y don Porfirio Domínguez, fotógrafo de este Diario; los mismos que acudieron a efectuar la recepción en la lancha de la Capitanía del Puerto, manejada por el oficial de la misma señor Fernando Chiriboga.

En la lancha NUEVA ESPERANZA, anotamos al señor Simón Jiménez, Subadministrador de la Aduana de este puerto; Comandante don Ricardo Noboa, Jefe del Resguardo de Aduana; Comandante E. Bozano, Vista de Playa; don Alfonso Izaguirre, Jefe de Inmigración; don C. del Hierro, Ayudante de la Oficina de Inmigración y varios empleados.

En otra lancha iba el señor doctor Antonio J. Ampuero, médico de sanidad, comisionado de efectuar la visita sanitaria.

Muchas otras lanchas, iban llenas de caballeros deseosos de observar y admirar el hidroavión.

Entre las embarcaciones anotamos las siguientes: lancha María Rosa, lancha Mercer No. 104, bote Firpo; el comandante Aurelio M. Uraga, Director del Muelle Fiscal, iba en el remolcador Hércules, el mismo que se encontraba dispuesto a prestar cualquier ayuda para el acuatizaje.

A las tres y cincuenta apareció el ATLÁNTICO

Con gran sorpresa para la mayoría de los moradores de la ciudad, a las tres y cincuenta de la tarde, se distinguió con bastante precisión un punto negro en el horizonte por la entrada del golfo, puntito que fue aumentando de volumen a medida que se acercaba a nuestra vista.

Efectivamente, era el avión que se aproximaba más a nosotros y después de pocos segundos se pudo apreciar el majestuoso vuelo de él, su color, y porte, por cuanto volaba sobre la ciudad a muy baja altura.

El pie de foto de estas imágenes publicadas en la primera página de El Universo del 13 de junio de 1928, dice:
"Instantánea tomada en el aristocrático Club de la Unión, en donde el Cónsul de Colombia, doctor Luis Navas Prada,
agasajó al Gerente de la Sociedad de Transportes Aéreos, con la clásica copa de champagne.
En la parte inferior del lado derecho, aparece el busto del Representante, señor don Herman Kuehl; al otro costado, aparece el
busto del mecánico del ATLÁNTICO C.29 señor Frederick F. Wasl.
Parados, de izquierda a derecha, señor Walter Spatz, Encargado de Negocios de Alemania; señor don Francisco de Elizalde Gómez,
Presidente del Club de la Unión; doctor Ernesto Hertrich, miembro de la Colonia Alemana; señor don Manuel Eduardo Castillo,
Director de El Telégrafo; doctor Luis Navas Prada, Cónsul General de Colombia y Decano del Cuerpo Consular; don Gustavo J.
Chanange; Capitán Carlos E. Franco, piloto aviador; señor Pedro Aspiazu, Delegado de la Liga Internacional de Aviadores;
Mr. Zoherer, encargado accidentalmente de la Gerencia de la Cervecería

En la ciudad

En tanto los comisionados de recibir el aparato se embarcaban en las lanchas y más embarcaciones, en la ciudad fue una sorpresa tener encima de nuestro cielo un avión del cual apenas se tenía noticia, y más grande fue la sorpresa cuanto que solamente se había comunicado que próximamente llegaría el avión que majestuosamente volaba ya sobre la ciudad.

Las señales

En el lugar en que debía aguarizar, había una lanchita comisionada de hacer las señales del caso para que llegara a dicho punto y también que convoyara el aparato al lugar en que debía acoderar para lo cual se agitaban varias banderitas.

El aguarizaje

El avión Atlántico C.29, que era divisado perfectamente por todos, después de dar varias vueltas por la ciudad, descendió un poco para tratar de acuatizar, consiguiendo esta maniobra a las cuatro en punto de la tarde, frente al palacio de la Gobernación, de cuyo lugar siguió en dirección al sitio en que se encontraba la lancha.

El lugar de acuatizaje

El punto donde debía haber aguarizado, estaba frente a la Avenida Olmedo, en media ría, en cuyo puesto flotaba un orinque o boya la cual estaba sujeta a varios cabos de los cuales pendían gruesas cadenas y una ancla para que por sobre el efecto de la marea se mantuviera en el mismo sitio.

Retardo en la acoderada

Por causas no previstas, o sea consecuencia de que no habían colocado la boya un fuerte cabo que sujetaba la cadena y el ancla, el aparato, cuando estaba próximo a ser recibido por las autoridades, se arrancó el cabo que sujetaba el anclote, y se desprendió el avión. En tal estado le fue preciso dar nuevas vueltas, para ser acoderado al sitio que le estaba designado, un lugar bastante seco en medio del río para evitar que las embarcaciones en su trayecto durante la noche, tropezasen con el aparato y lo malograsen.

El ATLÁNTICO en la Isla Santay

Después de muchos afanes en os que tomaron parte dos jornaleros, uno del muelle y un marinero de la Dirección de la Armada, quienes tuvieron necesidad de echarse al agua para dejar asegurado el aparato, a las cinco y media de la tarde, los tripulantes del Atlántico desistieron de dejar el avión en medio del río y optaron por pegar en un lugar cercano a la tierra, escogiendo la orilla opuesta del lado de la isla Santay de propiedad del señor Carlos Rolando.

Se recibe el avión

Enseguida las embarcaciones que, durante todo el tiempo de las maniobras de acoderaje, surcaron el río en distintas direcciones, apegaron cerca al aparato y entonces pudo precisarse las dimensiones y más características del avión.

Como la baja marea era bastante fuerte y el agua corría rápidamente y amenaza quedar muy pronto seco el lugar en que se encontraba acoderado el avión, el señor Director de la Armada dispuso que los miembros de la colonia alemana y el señor Cónsul de Colombia recibieran el avión, una vez que el médico de sanidad había cumplido sus funciones.

El representante de la Compañía en la ciudad

Una vez que regresó la lancha de la Capitanía y que fue recibida la aeronave por dos empleados del Resguardo y de Inmigración, el Representante de la Compañía se embarcó en la lancha La Florita y desembarcó en la ciudad dirigiéndose enseguida a dar su saludo al primer funcionario del puerto.

El desembarque

Una vez que apegó la lancha de la Capitanía y La Florita, pues llegaron juntas, saltó el señor Herman Kuehl, representante de la Sociedad Colombo-Alemana de Transportes Aéreos en medio de una apiñada multitud de gentes que deseaban conocer a los intrépidos navegantes del Atlántico C.29.

Los saludos

Al saltar al muelle, fue presentado a las autoridades que habían acudido a recibir el avión y después fue saludado por el Capitán Carlos E. Franco, a nombre de la Aviación Ecuatoriana: por el señor Pedro Aspiazu, Delegado especial de la Sociedad Internacional de Aviadores e innumerables miembros de la colonia alemana y muchos caballeros.

Con el Gobernador

La visita al señor Gobernador, fue de muy corta duración. Solamente se limitó el señor Kuehl a presentar el saludo de estilo a nombre de la Sociedad que representaba.

En el despacho del Gobernador se encontraban reunidas todas las autoridades del puerto que forman parte del Comité Bolivariano del Guayas que en esos momentos iba a sesionar.

El agasajo en el Club de la Unión

Galantemente fueron invitados pro el señor doctor Luis Navas Prada, Cónsul de Colombia, el Representante de la Sociedad de Transportes y más caballeros que le fueron a recibir lo acompañaron al aristocrático Club de la Unión, donde el doctor Navas Prada, brindó una copa de clásico champagne.

Saludo al Presidente doctor Ayora

Terminado el agasajo en el Club de la Unión, el señor Kuehl acompañado del señor Chanange, se dirigió a la casa del antedicho caballero en donde lo primero que hizo fue redactar el siguiente telegrama, dirigido al primer mandatario de la República.

El telegrama dice así:

"Señor Presidente de la República.- Quito.- Después de excelente vuelo y feliz acuatizaje en este puerto, saludamos piloto, mecánico y suscrito Vuecencia respetuosamente, agradeciendo profundamente brillante recepción hiciérannos autoridades y pueblo Guayaquil.

"Tendré honor ponerme órdenes personalmente el día sábado en Quito.

f). Herman Kuehl."

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