El domingo 12 de junio se reunirá, en Toronto, la
Asamblea General de la Federación Interamericana de Filatelia, en la que se
designará al nuevo Consejo Ejecutivo de la entidad. Los países que la integran
han llegado a un consenso para la conformación de ese cuerpo colegiado y, como
consecuencia de ello, a partir de la semana siguiente, el nuevo presidente de
la federación continental será el argentino Miguel Casielles.
Miguel es de sobra conocido y respetado por los
filatelistas americanos. Saber algo más de él y de su trayectoria profesional y
filatélica, es el objetivo de la presente entrevista.
Nacido en Lanús (provincia de Buenos Aires), en
1955, estudió la primaria en la Escuela No. 6 Rafael Obligado, a unas cuadras
de su casa, y la secundaria en la Escuela Nacional de Comercio No. 1 Joaquín
Víctor González en la Capital Federal. Ahí, en la Universidad de Buenos Aires,
empezó sus estudios de Ciencias Económicas, pero la carrera quedó ahí.
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Miguel Casielles en una vieja foto familiar, con
su esposa e hijos. Desde la izquierda, Cristian, Miguel, Gladys, Daiana y
Fernando |
Actualidad Filatélica.- ¿Por qué no
terminaste tus estudios?
Miguel Casielles.- Mientras estudiaba tuve
ya mi primer trabajo en el Banco de la Nación Argentina, cuatro años desde
1974, y después estuve un año en el Banco Mercantil. En 1980 pasé a SADOS,
Sastrería y Almacenes de Obras Sociales, el supermercado de la Marina, y ahí me
ofrecieron la posibilidad de trabajar en Tierra del Fuego, como subgerente en
Ushuaia pero, finalmente, como gerente en río Grande. Estaba de novio con
Gladys, que también trabajaba en SADOS, y decidimos casarnos y probar suerte.
Ella renunció a su puesto y, como no había cumplido aún los 21 años, quien
firmó en el acta de matrimonio fue mi suegro. Eso, claro, significó dejar la
carrera; sabía que si venía tan lejos eso me iba a costar, y me costó; después
quise dar libre las materias que me faltaban y no, imposible, si uno no las
cursa, no hay cómo.
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Un joven Miguel Casielles con su hija Daiana y
una foto familiar con los hijos, las nueras y la nieta Guillermina |
A.F.- Te lanzaste a la aventura.
M.C.- Hasta cierto punto sí, pero veníamos
con trabajo y con casa. Eso sí, era totalmente algo nuevo que no sabía cómo nos
iba a ir. Todos mis subordinados eran gente mayor a mi, pero la verdad no me
puedo quejar, me recibieron muy bien y tuve que aprender, porque lo que sabía
era el trabajo administrativo, de ventas no sabía nada.
A.F.- Ahora, a la distancia, ¿crees que fue
una buena decisión?
M.C.- En un momento me arrepentí, pero no
me puedo quejar, porque me ha ido bien en la actividad laboral. Estuve siete
años en SADOS Río Grande, hasta que la sucursal fue vendida a la Cooperativa
Eléctrica de Río Grande en 1987. Seguí trabajando ahí porque, aunque tenía una
oferta para trasladarme a Bariloche, ya había nacido mi primer hijo, Cristian,
y preferimos quedarnos en Río Grande. En 1989 se desató la hiperinflación y la
Cooperativa vendió el supermercado, pero yo me quedé trabajando con ellos,
primero como supervisor, luego como jefe administrativo, subgerente y, por
último, desde 2.000, gerente. Puse también un negocio hace treinta y pico de
años, Multirubro La Vegas, donde venían a hacer sus compras los amigos que nos
visitaron en la última Exposición en Río Grande.
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Miguel y Gladys, con las nietas, Guillermina y Milena |
A.F.- Fueguino entonces.
Toda una vida acá. Lo hemos adoptado como nuestro
y aquí seguiremos. Tenemos un departamento en Buenos Aires y si fuera solo por
la filatelia, me vuelvo, pero tengo a toda mi familia aquí. Mis tres hijos son
fueguinos: Cristian de 39 años, Fernando de 35 y Daiana de 26. Tengo una nieta
de 7 años, hija de Cristian, y un nieto de un año, hijo de Fernando.
A.F.- ¿Y cómo llegaste en el mundo de la
filatelia?
M.C.- Mi padre, empleado toda la vida en el
Correo Argentino, en la sucursal de Avellaneda, y mi madre, empleada
administrativa de Editorial Sopena. Mi pasión por la filatelia empezó de chico,
porque mi papá traía muchas cosas del Correo; él coleccionaba y mi mamá también,
y de ellos fui aprendiendo. Por supuesto, lo hacían no como expositores sino
como coleccionistas. Tenían su álbum por países. Después mi papá quiso
especializarse un poco en los sellos argentinos, hasta que quedó ahí; y bueno,
después con el tiempo yo lo retomé.
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En el parque Rivadavia, “de cacería”. A la
izquierda con Juan Pablo Miri, a la derecha con Héctor Di Lalla (fotos, Carlos Vergara) |
A.F.- Supongo que también te dedicarías al
lavado de sobres.
M.C.- Me he arrepentido de haber lavado
tantos sobres. En ese entonces no se guardaba nada y todo se convertía en
sellos.
A.F.- Empezaste de niño. ¿Dejaste alguna
vez la filatelia?
M.C.- Sí, empecé en la primaria y seguí en
la secundaria. Ahí medio que la dejé de lado, pero cuando me vine a Río Grande
me traje todo lo que tenía. Me acerqué al Municipio de Río Grande, a la parte
de cultura, y me enteré que los sábados había una reunión y había unos cuantos
filatelistas y empezamos con el intercambio. Había dos personas que ya
fallecieron muy entusiastas, se armó un lindo grupo y por un par de años fuimos
perfeccionándonos un poco.
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Con su familia y sus colegas argentinos en
Quito, durante la Exposición de 2015. Desde la izquierda, Ceci Larcher, Gladys
Noemí Puccio, Daiana Casielles, Meguerdich Papazian, Miguel Casielles, Daniel
Mello, Héctor Di Lalla y Roberto Cravero |
A.F.- Cómo diste el salto a la filatelia
expositiva.
M.C.- A fines del 2005 me invitaron a
participar en Punta Arenas en una exposición. Ya nos habían visitado, nos
conocíamos y habíamos intercambiado sellos, así que me llamaron por teléfono. Yo
no tenía idea de cómo se hacía eso, pero insistieron: anímate, un marco, sólo
16 hojas, arma algo. Me convencieron, me dieron algunas orientaciones por
teléfono así que hice el trabajo y me fui con mis tres pedorros marquitos a
Punta Arenas y me vine con tres medallas de bronce, pero recontento. Aprendí,
nunca había estado en una exposición. Ahí los conocí a Heinz Junge y Manuel
Mariño.
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Recibiendo a los visitantes a la última
Exposición Continental en Río Grande, en diciembre de 2020 |
A.F.- Y ya de expositor, te entró el
bichito de organizar exposiciones.
Esa fue una coincidencia. A los quince días de mi
regreso de Punta Arenas, voy por trabajo a Buenos Aires y paso por el almacén
de Alejandro Argüello. El me invita a la cena de palmarés de Parafil, la última
que se hizo, en 2006, de la binacional Argentina-Paraguay. Y aparece la varita
mágica. Voy con Alejandro y con Silvia Kevorkian y me toca la mesa compartida
con Pablo Reim, su señora, Jorge Moscatelli y Axel Martin. Y bueno, empecé a
charlar con ellos allí y les comento que era de Tierra del Fuego y Moscatelli,
sin conocerme, me propone hacer una exposición en Río Grande. Oye pero no tengo
idea, le dije, y Argüello se compromete a ayudar y me presentan a Eliseo Otero.
El, después de la premiación, me dice que Alejandro le ha comentado que yo
quería hablar. Sorprendido, no sabía qué hacer, pero todos me animaron y, de
puro corajudo, me paré delante de todos y dije que quería hacer una exposición
en Río Grande y que pedía el apoyo de la Federación apoye. A los tres meses, en
marzo de 2006, organizamos la primera exposición en Río Grande. Fue una locura
afortunada; no tenía idea de cómo hacer las cosas, pero montamos una exposición
con 173 marcos en el Muso Municipal y, a partir de ahí, cada tres años hemos
tenido exposiciones en Río Grande, en 2009, 2012, 2015, 2018 y 2021.
Muy contento de haber organizado esas
exposiciones, sobre todo la última que reunió a mucha gente. Fue lindo volverse
a ver.
A.F.- Y conocer a varios con los que solo
nos habíamos visto en Zoom.
M.C.- Así es, conocer en persona a varios
que solo conocíamos por Zoom, como Rafael Blanco, que aparentaba ser muy serio
y resultó ser tremendo. Sebastián Ferrer animando las noches y hasta montando
una peluquería. En fin.
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Con colegas de España y América, durante un paseo en la última exposición de Río
Grande, en 2020 |
A.F.- Cuéntanos de tus colecciones.
Después de esa experiencia compré una colección
semi armada, en cinco marcos, de Eva Perón, a un coleccionista que se estaba
desprendiendo de parte de lo que tenía. Con eso y la ayuda de Jorge Moscatelli,
seguí aprendiendo. Me ayudaron mucho Silvia Kevorkian, Alejandro Argüello y
Guillermo Jalil. A Guillermo le había comprado ya algunas coas cuando pensé en
coleccionar clásicos de Argentina, pero pronto me di cuenta que para exponer
clásicos hubiera necesitado un dinero que no tengo, no tuve ni tendré. Bueno,
me entusiasmé con la historia postal y avancé con esa colección de Eva Perón y
la presenté varias veces y en 2007 o 2008, saqué una medalla de oro nacional. Ese
mismo año la presenté por primera vez en San Petersburgo. Viajé con Moscatelli
y me tocaron de jurados Peter McCan y Enrique Bialiekamien. Me diereon vermeil,
cuando me hubiera regresado feliz con la plata. Después vino el vermeil grande,
pero nunca alcancé el oro porque todos me decían que era muy nueva, con
material de los años cincuenta. En Argentina si llegué al oro nacional varias
veces, pero solo vermeil grande en internacional. Con eso me fui animando y
después armé Centenario de la Revolución de 1810, con la que me di el gran
gusto de mi vida en China 2019 y llegué al oro grande. En Argentina solo lo han
tenido Pablo Reim y Jorge Moscatelli.
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En China, durante la exposición de Wuhan en
2019, a la izquierda en una reunión de Mi Oficina y a la derecha con Roberto
Cravero y Andrés Schlichter |
Ahora tengo expectativa con una colección nueva
que armé, que tiene muchas rarezas, que es San Martín 1917; ya tengo oro grande
nacional y la voy a anotar par Indonesia o para Sudáfrica. De mis colecciones
es la que más material tiene y la mejor armada, tiene muchas variedades, gran
variedad de sellos y filigranas y grandes rarezas como el carnet de 20 sellos
de 5 centavos, del que solo se conocía uno que apareció hace dos años y lo compró
Moscatelli. Conseguí uno nuevo, impecable. Está una de las grandes rarezas de
la filatelia argentina, que es el sello de medio centavo hexágonos horizontales,
que solo se conocen tres ejemplares usados. Me desprendí de otras cosas y lo
compré. Tiene el veinte pesos centro invertido y otra cosa que no se conocía,
un sello de 12 centavos con filigrana sol fiscal; se conocía el sello usado y
hace dos años un filatelista de Buenos Aires compró un sobre por una censura,
sin saber que el sello tenía esa filigrana. Lo que le salió muy barato a él, me
salió muy caro a mi (ríe); pero lo compré porque es una pieza muy importante
para la colección.
A.F.- Acabas de conseguir vermeil grande en
Londres y en Lugano con el catálogo de perforados argentino.
M.C.- Si. Ese catálogo empezó hace unos
quince años, por iniciativa de un socio de acá, de Río Grande, Hugo Javier
Lencina, que es un loco de los perforados y me propuso que le de una mano. Y no
sabía mucho del tema, solo tenía un
clasificadorcito con algo, así que empecé a aprender y vimos las posibilidades de
buscar información y armar un catálogo. En la exposición del 2012 vino a Río
Grande Juan Pablo Miri, que también se interesaba en el tema y así nos juntamos
los tres y conseguimos publicar el catálogo de perforados comerciales
argentinos que, la verdad, hacerlo entre los tres me llenó de orgullo, porque
nunca en mi vida pensé que podría hacer algo así. Económicamente no nos fue
bien porque tuvimos que hacer 500 libros y es un tema que no interesa a mucha
gente, pero logramos recuperar bastante la inversión y pudimos publicar un
segundo tomo con novedades. Nos ha dado muchas satisfacciones y me tiene
recontento. Acabamos de sacar 87 puntos en Londres y 88 en Lugano, ambas
exposiciones exigentes. Hay que decir que este estudio lo inició la Fundación
Bose y gracias a Andrés Schlichter tuvimos acceso a toda la información que don
Walter Bose había recopilado en todos sus años. Es una tarea que no termina; yo,
todos los días, entro un ratito y busco y siempre aparece algo nuevo. Quizá el
año que viene hagamos un apéndice con unos veinte nuevos descubrimientos que
hemos hecho, porque no da como para hacer otra vez otro catálogo, pero sí para
agregar estos nuevos descubrimientos.
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En la Asamblea de la FIAF, en Santiago de Chile,
en 2018, recibiendo el premio Álvaro Bonilla Lara, por el catálogo de
perforados argentinos, que escribió junto con Hugo Javier Lencina y Juan Pablo
Miri (foto, Carlos Vergara) |
A.F.- Cuánto tiempo llevas ya como
Presidente de la Federación Argentina.
M.C.- Son ya ocho años. En este tema quiero
agradecer profundamente al doctor Eliseo Otero quien fue la persona que me
abrió las puertas de la Federación, permitiéndome llevar adelante los destinos
de la misma. Eliseo, muchas gracias de corazón por tu gesto. Primero fui Presidente
del Club de acá, en Río Grande. En 2016 pudimos comprar una sede que la
terminamos de pagar ya. Tenemos once juveniles en el Club, que para Argentina
es importante; junto con CEFINI, en Buenos Aires, somos los que más juveniles
tenemos. Nos ayuda en eso Ernesto Cepeda, es un ingeniero que da clases de
filatelia en una escuela experimental y ahí captamos algunos de los chicos.
Siguen con nosotros algunos ex juveniles que ya crecieron, como mi hija Daina y Romina Piaggio, aunque Romina se ha
detenido. Llegamos a tener 25 socios, lo que para Río Grande es una buena
cantidad. Desde que Eliseo Otero decidió dar un paso al costado en la
Federación estoy al frente ya cuatro períodos. Hoy tenemos una mesa ejecutiva
muy activa con Jorge Alcañiz de Vicepresidente, Héctor Carratú de Secretario y
mi gran amigo Roberto Cravero de Tesorero.
A.F.- Hablando de Daiana, haz logrado eso
tan difícil de pasar la afición a tu familia.
M.C.-Como te dije, salvo un corto período
entre los 17 y los 24 años, cuando vine a Río Grande, nunca dejé la filatelia y
eso, a la larga, ha contagiado. Mi hijo Cristian creo que un mes le dio
bolilla, le compré un álbum que siempre lo tengo actualizado, pero nada. La que
sí se entusiasmó fue mi hija Daiana. Ella es loca por los perros, sabe mucho
ayuda a dos entidades que recogen perros de la calle. Juntó esa pasión con la
filatelia. En el 2006 le ayudé y armó un marquito y así fue aprendiendo la
filatelia; gracias a José Raúl Lorenzo y Mario Amores Fernández, de Cuba,
perfeccionó su colección; ellos le ayudaron con el plan. Después le ayudó
también Orlando Eloy Corres. Llegó a la medalla de oro juvenil y mejor no le
puede haber ido, porque debutó en Wuhan con 86 puntos y lo ratificó en Londres
y en Lugano. Ahora va a tomar un descanso, porque está haciendo un plan nuevo;
arrancó con el juvenil y ahora hay cosas que modificar.
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A la izquierda, con su esposa Gladys y el
Presidente de la Federación Internacional de Filatelia, Bernie Beston. A la
derecha, con Eliseo Otero, a quien reemplazaría como Presidente de la
Federación Argentina |
Mi nieta Guillermina se entusiasmó con el tema de
Disney, hizo un marco con los sellos, en hojas escritas a mano, y participó en
la Juvenex. Reinaldo Macedo le premió con un libro de Disney. Está feliz con su
medalla y me está presionando porque está haciendo el segundo marco. Hace una o
dos hojitas por día.
Mi señora también se entusiasmó con el tema Juan
Pablo II y ya armó su colección.
A.F.- Eres juez internacional.
M.C.- Si. En 2010 hice el aprendizaje para
jurado nacional en una exposición en Alta Gracia. Después, en Córdoba 2012, me
tomó el examen de aprendizaje para jurado FIAF Luiz Paulo Rodrigues y en el
2015, en Singapur para FIP, me tomaron Bernie Beston, Peter McCan y Aldo Samamé
la parte técnica y las preguntas las hicieron ellos dos. Me fue bien y creo que
ya llevo juzgando cinco veces, hasta la pandemia.
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En Quito, como parte del jurado de EXPOAFE 150
AÑOS (2015). Desde la izquierda, Heinz Junge, Luis Claudio Fritzen, Stephen
Reinhard, José Raúl Lorenzo, James Mazepa, Miguel Casielles, Damian Läge, Juan
Reinoso, Teddy Suárez, Arturo Ferrer, Alejandro Grossmann, Patricio Aguirre y
Rodrigo Páez |
A.F.- ¿Apasionado por la filatelia?
M.C.- Cómo no estarlo. La filatelia me ha
dado, después de los cincuenta años, la posibilidad de encontrar amigos que
nunca pensé que iba a lograr. Jorge Moscatelli vino mínimo cinco o seis veces a
Río Grande, dio charlas. Christian Pérez también ha venido a pasar vacaciones a
Río Grande. Hice una gran amistad con el doctor Villaronga, con Pablo Reim por
supuesto, con Alejandro Argüello, Silvia Kevorkian, Domingo Del Fabro, Héctor
Di Lalla y Roberto Cravero y, últimamente, se sumó al grupo también Héctor
Carratú. Así que, bueno, no quiero dejar alguien fuera porque son muchos los
amigos que uno ha hecho en la filatelia en estos años y es algo que yo lo vivo
como una pasión. Y ahora que voy a
entrar en la etapa de jubilarme voy a disfrutarlo un poco más.
A.F.- Qué te gusta más, juzgar,
coleccionar, ser dirigente …
M.C.- Todo me gusta. Alma de dirigente
tengo porque en la actividad laboral soy secretario de hacienda del gremio de
personal jerárquico de agua y energía; tiene pocos afiliados, unos 2.500, todos
gerentes, jefes, ingenieros, personal superior de empresas de agua y energía.
Pero coleccionar me gusta, no me pierdo una y juzgar también, porque juzgando
uno sigue aprendiendo, se obliga a estudiar, a leer y siempre se aprende algo
nuevo. Así que disfruto con las tres cosas. Y te repito, conseguí un montón de
amigos en esta etapa de la vida, que no pensaba. Todo eso me pone muy contento.
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En la Exposición de Buenos Aires 2019. Desde la
izquierda, Henry Márquez, Miguel Casielles, Alfonso Molina, Roberto Cravero y
Christian Pérez. Sentado, Berni Beston |
A.F.- Y ahora la FIAF.
Es posibilidad surgió en la exposición de Buenos
Aires, en 2019. La ide original fue de Reinaldo Macedo y algunos me la
plantearon, incluso el actual presidente, Luis Claudio Fritzen. Brasil no
quería mantenerse y le parecía que Argentina podía hacerse cargo. La idea
prosperó, se sumaron apoyos y tengo la suerte de que haya consenso general para
apoyar mi candidatura. Este es un desafío para Argentina, que retoma la
presidencia luego de treinta y pico de años. Desafío para Argentina y para mi.
Lo tomo con muchas ganas con mucho ímpetu porque creo que se ha armado un muy
buen grupo de trabajo, que permitirá trabajar en pro de la filatelia
continental.
Creo además que el trabajo desarrollado gracias al espacio virtual de Mi
Oficina constituye un gran aporte para lo que podamos hacer en la
Federación Interamericana. La verdad que lo que se ha logrado con Mi Oficina
es tremendo. Dejar una biblioteca filatélica para las próximas generaciones y,
lo más importante que lograron, con esta idea, Alfonso Molina y Henry Márquez: fomentar
esta gran amistad que crece día a día. Chapeau a los dos y a todos los
que día a día nos ilustran con sus conocimientos. Por último, agradecerte a vos,
Juan Pablo, por la difusión de la filatelia a través de Actualidad Filatélica,
que nos ha permitido estar al tanto de todas las novedades.