Pedro Damián Cano Borrego
En las jóvenes colonias norteamericanas de Inglaterra, la ausencia de moneda metálica propia hacía que se generalizara el uso de las monedas de la tierra, bienes o productos como el tabaco, el alcohol o las telas, utilizadas para el trueque corriente, y que se depreciaban constantemente. Esta depreciación arrastraba consigo a la moneda española de plata en circulación, así como a otras monedas foráneas, como los ducatones y otras monedas holandesas, el numerario portugués y el francés, que recibían una estimación en moneda esterlina y coexistían con las emisiones inglesas.
La moneda española de plata se introdujo en las mismas desde su propia fundación debido al tráfico comercial y al contrabando. La misma recibía en cada una de las colonias una estimación diferente, en la creencia de que una valoración en más o menos chelines coloniales podía atraer la moneda de unas a otras. Hay que tener en cuenta de que, al tratarse de piezas macuquinas, su valor real era el intrínseco de su peso. La moneda se encontraba en muchas ocasiones cercenada, con lo que se convertía en fiduciaria, y aun así seguía circulando sobrevaluada por la escasez de circulante.
Ya en 1652 en la ciudad de Boston, y haciendo caso omiso a la prohibición de los legisladores ingleses, la Corte General de la colonia de Massachusetts otorgó una franquicia al orfebre John Hull y a Robert Sanderson para fundir moneda de doce, seis y tres peniques de valor facial. No había control para la cantidad de numerario a fundir, dado que dependió de las cantidades de plata que los artesanos y comerciantes les entregaron para su emisión. La Corte General y los comerciantes acordaron que, para mantener esta moneda en el área de Boston, la ley de estas emisiones debía ser de ¾ de los chelines ingleses.
Para su fundición se utilizó plata de
muy diversas procedencias, tanto de objetos como botones, joyas o cucharas como
moneda extranjera, e incluso metal en pasta procedente de las minas españolas,
aleada con cobre. Las primeras emisiones llevan las letras NE y los valores
faciales III, VI o XII, y eran inferiores a las equivalentes monedas inglesas
esterlinas en un 22,5%. Posteriormente, entre 1652 y 1682, se fundió moneda con
los mismos faciales con las leyendas “MASSACHUSETTS” en una orla de puntos en
el anverso y “NEW ENGLAND” en el reverso.
En el centro de la moneda se mantuvo
siempre la primera fecha de emisión, 1652, y el valor facial en numerales
romanos, dentro de una orla de puntos. El motivo de su reverso varió desde el
primigenio sauce, hasta 1660 o 1662, pasando por un roble entre esta fecha y
1667, para finalmente adoptar el más famoso de sus diseños, el pino, con el que
normalmente se conoce a esta moneda. A pesar de estas prevenciones, esta moneda
salió y circuló en otras colonias de Norteamérica y en el Caribe. Las
autoridades inglesas, que hicieron en un primer momento la vista gorda sobre su
producción y distribución, acabaron finalmente cerrando esta ceca en 1682.
De la importancia que tuvo la moneda
española acuñada en los Reinos de las Indias da fe una emisión llevada a cabo
entre los años 1685 y 1688, durante el reinado de Jaime II de Inglaterra. Se
trata de un piece de latón, en cuyo anverso encontramos la representación de
este soberano a caballo, y en su reverso las armas de Inglaterra, Escocia,
Francia e Irlanda. La leyenda del reverso reza VAL 24 PART REAL HISPAN, vale 24
partes de un real español. A juicio de Atkins, esto demostraría la importancia
que el numerario español tuvo en la economía de las plantaciones
norteamericanas inglesas.
El uso de la moneda española se puede
asimismo documentar en la regulación que, en fecha tan temprana como 1693, hizo
de los mismos el Ayuntamiento de Nueva York. Un año antes, como recoge Kays, un
Acta de Massachusetts valoraba los reales de a ocho de México, de pilares
–peruanos- o sevillanos, de 17 pennyweight, a 6 chelines cada uno en su
colonia, o 72 peniques en su moneda de cuenta, mientras que en ese mismo tiempo
los reales de a ocho recibían una valoración de sólo 54 peniques esterlinos en
Inglaterra.
La falta de numerario metálico hizo que en 1690 la colonia de Massachusetts autorizase la circulación de papel moneda con respaldo público. Con ello se adelantó a las emisiones del Banco de Inglaterra de 1694 y a la del Banco de Escocia de 1696. El motivo de esta emisión fue la financiación de la expedición a Canadá durante la guerra de 1689-1697. Esta emisión fue universalmente aceptada, al garantizarse un interés de un 5% y poder ser usados estos billetes para el pago de impuestos.
Bibliografía
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CHALMERS, R., History of currency in the British Colonies, London, 1893.
GOUGE, W.M., A short History of paper Money and banking in the United States, Philadelphia, 1833.
HOBERMAN, G., “Reales de a ocho hispanoamericanos”, Crónica Numismática, mayo 1996, pp. 38-39.
KAYS, T.A., “When Cross Pistareens Cut Their Way Through the Tobacco Colonies”, The Colonial Newsletter, April 2001, pp. 2169-2199.
MARTIN, D.A., “The Changing Role of Foreign Money in the United States”, 1782-1857”, The Journal of Economic History, Vol. 37, No. 4, Dec., 1977, pp. 1009-1027.
RAMÍREZ JIMÉNEZ, D., “Papel moneda en las colonias inglesas de Norteamérica”, Crónica Numismática, diciembre 2001, pp. 60-63. R.R.R., “John Hull, the coiner of the Pine Tree Shillings”, American Journal of Numismatics, and Bulletin of the American Numismatic and Archaeological Society, Vol. 27, nº 3, 1893, pp. 49-54.
Muy interesante. Yo vivo en Massachusetts. Despues del dinero en metalico en la colonia comenzo a circular el papel moneda o billetes (notes en ingles) conocidos como Tenor. Habia e lOld Tenor y despues el New Tenor. ALgunas de las tarifas tempranas en las cartas de mediados del siglo XVIII estan expresadas en Tenors.
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