Marcela Díaz Cabal
El 19 de febrero de 1914, un año después de que el Correo de los Estados Unidos ampliara sus servicios postales e incluyera el envío de paquetes además de cartas, los padres de la niña Charlotte May Pierstorff, tres meses antes de celebrar su cumpleaños número 6, la enviaron de Grangeville, Idaho, donde vivían, a casa de sus abuelos, a 73 millas de distancia, en Lewiston.
Los padres de May no tenían suficiente dinero para pagar el boleto del tren que era demasiado caro en esa época, pero eran tantos los deseos de la niña de ver a su abuelita que su padre se las ingenió para mandarla...¡¡como un paquete postal!! Entonces no había ninguna legislación en contra de mandar paquetes "humanos"; solo un límite de peso que eran 50 libras y May pesaba 48 1/2, así es que el papá compró los sellos postales por un valor de 0.53 centavos y los prendió en el abrigo de la niñita.
May Pierstoff y la portada de la historia escrita sobre su viaje como "paquete postal" |
May hizo todo el viaje en el compartimiento del tren destinado a los bultos y cartas del Correo hasta ser entregada sana y salva a su abuelita por el empleado de turno. Claro está que la niña no viajó sola. Un pariente de la familia que trabajaba para la compañía de ferrocarril la acompañó durante el trayecto.
La historia de May y su viaje cobraron tanta fama que hasta se escribió un cuento de la anécdota, cuento que hoy se puede comprar en Amazon: "Mailing May". Algo así como "Enviando por correo a May".
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