Georg Maier
Medio real de 1833, vendido por la Casa Heritage en abril de 2012 por US$ 1.610 |
Cuando se
tiene una de las monedas pre-decimales del Ecuador en las manos, es difícil
imaginar las circunstancias y dificultades en las que se produjeron esas
monedas, y más aún, saber cómo sobrevivieron hasta la actualidad. La Casa de
Quito produjo monedas de 1832 a 1862, monedas que circularon fundamentalmente en
los alrededores de Quito.
La historia de esta ceca se puede resumir en tres palabras: "falta
de fondos".
En sus inicios
la Casa de Moneda de Quito fue organizada y dirigida por Alberto Salazza, un
coronel de Cerdeña que luchó en el ejército libertador y se distinguió en la
batalla de Pichincha. Salazza estableció la Casa de Moneda con la maquinaria
necesaria, pero carecía de los conocimientos propios de los ensayadores. El trabajo de
ensayador se lo dio a William (Guillermo) Jameson, un cirujano y botánico
escocés cuya experiencia en la acuñación de monedas fue tan limitada que, en
toda su correspondencia, nunca menciona haber sido nombrado para el puesto
asignado a él y sólo en raras ocasiones menciona su relación con la Casa.
A lo largo de sus treinta años de
existencia, la Casa de la Moneda dependió de una vieja y obsoleta maquinaria,
que a menudo estuvo en un estado deplorable. La maquinaria original pudo
haber venido originalmente desde Popayán a través de Pasto y Tulcán, y
probablemente fue usada por el coronel Adolfo Klinger, de Alsacia, que luchó en
el Ejército libertador. El coronel fue un caballero en todos los sentidos,
aunque no tuvo empacho en hacer "un poco de acuñación por cuenta propia en
su casa privada" (Michael Anderson, The Numismatic History of Ecuador,
Witham, Essex, 2001, pp 33). Cuando se vio obligado a devolver la maquinaria
a mediados de 1832, la Casa de Moneda comenzó a producir sus propias piezas desde
el mes de agosto.
La primera adquisición de maquinaria relativamente
moderna, proviene de Guillermo Jameson, quien fue capaz de adquirirla confiscándola
a unos falsificadores en la provincia de Esmeraldas. Esto, además de un
"nueva" prensa de acuñación adquirida en 1834, hubiera sido suficiente
para iniciar la acuñación de monedas, de no haber sido por el hecho de que Jameson
no tenía equipo de ensayos.
Guillermo Jameson |
A diferencia de sus países vecinos,
Ecuador no tenía metales preciosos. Las pocas pequeñas minas de oro en el sur
del país habían sido explotadas de manera eficiente por los españoles. Sin
fondos para comprar metales preciosos, la nación dependía de las donaciones
particulares y de la plata donada por la Iglesia. El oro fue adquirido de los
pequeños mineros cobrándoles el "quinto real" a cambio de la
acuñación de lingotes. En realidad, esto constituía un mejor sistema de pago ya
que la Casa no tenía recursos para hacerlo.
A los
problemas de producción se sumó el de las falsificaciones. Éstas eran tan
comunes, que el gobierno renunció a la lucha y permitió su libre circulación.
Los billetes falsos circulaban sin penalidad aunque, oficialmente, existía la
pena de muerte para quienes los hicieran. Una razón simple para permitir que las
falsificaciones circulen fue que nunca hubo suficientes monedas para cubrir las
necesidades diarias.
Esto puede ser, en realidad, una
bendición para los coleccionistas de hoy en día, debido a que la moneda buena
estaba a un lado, mientras que las monedas falsas circulaban, lo que permitió a
las primeras sobrevivir hasta ahora. Las monedas falsas fueron finalmente
destruidas y las moneda legítimas fueron utilizadas hasta desgastarse y perder
valor para los coleccionistas. Las monedas fueron utilizadas como lingotes para
las subsecuentes emisiones de la Casa y las agujereadas e ilegibles se
recuperaron de la circulación.
De la mayor parte de las pre-decimales
existen menos de 100 ejemplares. Algunos de los tipos individuales están
disponibles en cantidades de cinco o menos, y otros tipos son únicos. Su
condición, a menudo, no es de gran importancia para el coleccionista
apasionado. Después de buscar monedas tipo desde hace décadas, hay quienes
están dispuestos a pagar cualquier cantidad por ellas, incluso si se encuentran
en un estado deplorable.
Hay que tener muy en
cuenta esto cuando se tiene una moneda pre-decimal del Ecuador en las manos.
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