lunes, 27 de junio de 2016

MONEDAS DELATORAS

Ocurrió la tarde del 21 de junio de 1791. En su intento por liberarse de la revolución que lo envolvía, Luis XVI huyó con su familia hacia la actual frontera con Bélgica, para buscar el apoyo de las monarquías extranjeras y recuperar su corona.

El rey de Francia nunca llegó a su destino y fue detenido en Varennes, a poca distancia de la salvación que buscaba.

La mala suerte y los caprichos de la familia real, conspiraron contra el éxito del plan cuidadosamente preparado.

Los caprichos se hicieron presentes en el afán de partir en un carruaje grande y lujoso, porque el pequeño y discreto que se había preparado no permitía llevar el séquito de la reina María Antonieta, estilista incluido, ni transportar vestidos, vajillas y vino.

Moneda francesa de 30 sols, con el retrato de Luis XVI (1791)

La mala suerte se apareció en el camino con la rotura de una rueda que detuvo durante dos horas a los prófugos.

Pero el hecho decisivo fue, sin duda, que el disfraz que llevaba el rey no impidió que fuera identificado.

No hay una versión única acerca del tema, ni está claro quién fue el que reconoció a Luis XVI, pero todos coinciden en el cómo.

En aquella época, los reyes no eran conocidos por todos ni sus fotos salían en las revistas del corazón, pero había una imagen que para cualquiera resultaba familiar, porque formaba parte de su vida cotidiana: el retrato real grabado en las monedas.

Alguien comparó el perfil del supuesto lacayo que viajaba en el coche con el de la moneda que tenía en su mano, y no le quedó ninguna duda.

Luis XVI fue detenido y devuelto a París junto con su familiar; el 21 de enero de 1793, moría guillotinado.

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