Es esta una característica importante que permite distinguir diversas variedades de estampillas: hay sellos aparentemente idénticos, cuya diferencia está, precisamente, en la existencia de la filigrana en unos y su falta en otros, o la presencia de filigranas distintas.
En muchos casos, la filigrana es claramente distinguible si se pone la estampilla al trasluz o sobre un fondo negro; han ocasiones, sin embargo, en que se requiere recurrir al filigranoscopio para poder distinguir esta característica.
En un principio, el filigranoscopio es una simple bandejita de color negro, en la que se coloca la estampilla con el reverso hacia arriba y se moja con unas gotas de bencina, que hace que la filigrana se destaque.
A la izquiereda, un filigranoscopio tradicional. A la derecha, un detector con película transparente (tomado de BEUMER) |
Se puede recurrir también a detectores de marcas de agua que llevan una película transparente con un gel en su interior. El sello se coloca en una superficie sobre la cual se cierra la parte que contiene la película; con una ligera presión, la filigrana se hace visible.
Signoscopio (tomado de SAFE) |
En la actualidad existen filigranoscopios eléctricos, llamados signoscopios, que hacen el mismo trabajo sin necesidad de recurrir a la bencina, por medio de una luz que permite observar las filigranas con mucha mayor nitidez.
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