Son pequeños pliegos de ocho sellos cada uno, en filas de dos, en colores negro, azul, verde, amarillo y rojo (con diversas tonalidades) y en tres distintos tipos de papel; blanco con líneas verticales casi imperceptibles, cuadriculado con cuadrícula cuadrada y cuadriculado con cuadrícula rectangular. Son las estampillas que D'Elia y Suárez-Bongiovanni clasifican como falsos 1A, 1B y 1C.
Estos pequeños pliegos no están engomados y en muchos casos aparecen con cancelaciones que son evidentemente de favor (3154, PI, Quito Franca) e incluso con un sello comercial privado (Roberto Suárez N./ QUITO ECUADOR).
El mini pliego de ocho sellos en color rojo. En la esquina superior izquierda puede verse con claridad la cuadrícula |
Las estampillas son tipografiadas y la calidad de la impresión es baja. Hay dos elementos que permiten distinguirlas claramente de las que se emitieron: una nubecita sobre el barco, en el escudo de armas y, sobre todo, el cóndor (o más bien águila), que corona el escudo, con su cabeza volteada hacia la derecha y no, como en los sellos auténticos, hacia la izquierda.
Aunque los estudios más recientes (Ayora, D'Elia y Suárez-Bongiovanni) coinciden en calificar estos sellos como falsificaciones, la versión original de que se trataba de pruebas está aún viva entre los filatelistas, y no faltan colecciones que los incluyen como tales; claro que una muestra gana en prestigio si lo que se presentan son pruebas y no falsificaciones, pero es hora ya de que las famosas "pruebas" sean consideradas como lo que verdaderamente son: ejemplares forjados, seguramente veinte años después de la puesta en circulación de las estampillas originales.
El mini pliego de ocho sellos, en color verde |
En su estudio preparado en 1944, Juan Salinas de Lozada asume la versión de Justo Campaña, a la que nos referimos una nota anterior, según la cual el 4 reales sería una copia de la estampilla colombiana de un peso bermellón de 1866 y, a partir de ésto, infiere que la característica fundamental de estos sellos (el cóndor mirando a la derecha), se explica si se los considera como pruebas.
Según Salinas de Lozada, al copiar el sello colombiano, doña Emilia Rivadeneira, la grabadora, no se percató de la diferencia entre las armas de Colombia (en las que el cóndor mira a la derecha) y las del Ecuador (en las que lo hace hacia la izquierda). Sobre esta base, da por cierta "la existencia de un primer grabado original con la reproducción del cóndor colombiano ... y éste sería el que aparece impreso en el pequeño pliego de ocho ejemplares".
El mini pliego de ocho sellos en color azul |
La equivocación, según el autor citado, habría ocasionado "el rechazo de este primer grabado cuyas reproducciones pasan, por tal motivo, a la categoría de 'ensayos' y no son reimpresiones o falsos, como hasta hoy se ha creído".
La versión de Salinas de Lozada, sin embargo, carece de fundamento. En efecto, hemos visto ya que la estampilla de cuatro reales no se copió de la colombiana, sino de las mexicanas de 1864. El sello de Colombia, por otro lado, muestra claramente un cóndor, mientras que en las estampillas ecuatorianas de la primera serie el ave sobre el escudo es, más bien un águila. Finalmente, el cóndor-águila del sello de cuatro reales guarda evidentes similitudes con los que aparecen en las estampillas de medio y un real, sin que sea admisible que Emilia Rivadeneira, que había grabado ya los escudos de armas de las primeras estampillas, cometiera un error como éste un año después.
En realidad, como explica con detalle Robert D'Elia, las pretendidas pruebas aparecieron en el mercado filatélico recién a fines de la década del ochenta del siglo XIX y fueron anunciadas por Mekeel en el número de marzo de 1888 del Philatelic Journal of America. Mekeel hizo el seguimiento de estas piezas en varios números de la revista y, en el de octubre de 1888, se refirió a las averiguaciones hechas ante las autoridades postales del Ecuador e informó lo siguiente, según cita D'Elia: "El 28 de septiembre último, recibimos respuesta a nuestra carta, por parte del Director General de Correos y Telégrafos del Ecuador, incluyendo un sello legítimo de cuatro reales, una reimpresión y una falsificación. La estampilla legítima es aquella con la que están ya familiarizados los coleccionistas. La reimpresión es similar, pero con la impresión más clara y brillante, color rojo ladrillo más fuerte en papel amarillento. La falsificación, es la estampilla con la cabeza del cóndor mirando hacia la derecha".
Nos referiremos después a las que aquí se llaman reimpresiones. Por lo pronto, el informe de Mekkel no hizo sino comprobar lo que a lo largo del mismo año había concluido ya la prensa especializada: las estampillas con la imagen del cóndor mirando a la derecha habían sido forjadas.
Este fue el criterio, por ejemplo, de los editores del American Journal of Philately, que en el número de junio de 1888 de la revista, declararon tras un cuidadoso examen de las piezas, que se trataba de falsificaciones. Nos parece importante poner este documento al alcance de los interesados, así que lo hemos incluido en nuestra biblioteca; pueden acceder a él pulsando el enlace THE COUNTERFEIT FOUR REALES STAMPS OF ECUADOR.
A esta sentencia de la prensa especializada de la época, se suma el punto de vista, sin duda acertado, de Jorge Ayora, recogido también por Suárez y Bongiovanni, en el sentido de que si se hicieron pruebas, no era probable que éstas tuvieran los mismos colores de las estampillas en circulación (azul, verde y amarillo).
Los mini pliegos que comentamos son, sin duda, piezas forjadas al menos veinte años después de que entraran en circulación las estampillas originales.
Sin embargo, no todos los sellos con el cóndor mirando a la derecha tienen las mismas características de los que aquí se presentan y eso, como veremos en la siguiente entrega, puede prestarse a mantener la idea de que sí existen pruebas auténticas del sello de cuatro reales.
A esta sentencia de la prensa especializada de la época, se suma el punto de vista, sin duda acertado, de Jorge Ayora, recogido también por Suárez y Bongiovanni, en el sentido de que si se hicieron pruebas, no era probable que éstas tuvieran los mismos colores de las estampillas en circulación (azul, verde y amarillo).
Los mini pliegos que comentamos son, sin duda, piezas forjadas al menos veinte años después de que entraran en circulación las estampillas originales.
Sin embargo, no todos los sellos con el cóndor mirando a la derecha tienen las mismas características de los que aquí se presentan y eso, como veremos en la siguiente entrega, puede prestarse a mantener la idea de que sí existen pruebas auténticas del sello de cuatro reales.
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