sábado, 19 de marzo de 2016

LOS PRIMEROS TIMBRES TELEGRÁFICOS DEL ECUADOR (I): EL INICIO DEL SERVICIO TELEGRÁFICO

La autorización para construir líneas telegráficas en el Ecuador la dio el Congreso de 1871 , y la primera línea se instaló en 1873, durante la segunda administración de Gabriel García Moreno (1869-1875); no fue, sin embargo, una línea de servicio público, sino que se construyó para atender las necesidades del ferrocarril que ese mismo año se empezó a construir con la intención de que empalmara, en Sibambe, con la carretera hacia Quito. El presidente García Moreno anunció, en su mensaje al Congreso de 1873, que se había conseguido un empréstito para financiar la adquisición de rieles, carros y máquinas, “y para la del telégrafo que se pondrá en la vía férrea y en la carretera”.

La obra del ferrocarril comenzó el 18 de julio de 1873  y el 1 de mayo de 1874 se inauguró el tramo entre Yaguachi y Milagro; meses antes, en diciembre de 1873, ya funcionaba el telégrafo entre las dos poblaciones y en adelante su avance siguió paralelo al de la obra del ferrocarril.

Durante el gobierno de Ignacio de Veintemilla (1876-1883) el ferrocarril y la línea telegráfica avanzaron hasta el puente de Chimbo, donde se estableció la estación terminal; había, además, oficinas intermedias en Milagro y Naranjito.

Fue el presidente José María Plácido Caamaño (1883-1888), quien emprendió la tarea de construir la línea telegráfica entre Guayaquil y Quito. Concluida la obra, el telégrafo se convirtió en un servicio público a partir de su inauguración, el 9 de julio de 1884, fecha escogida por ser el primer aniversario del triunfo de la revolución contra Ignacio de Veintemilla. Tres días después, el 12 de julio, el telégrafo ecuatoriano se conectó con el cable internacional, lo que hizo posible la comunicación con el exterior.

El ferrocarril cruza sobre el puente de Chimbo a fines del siglo XIX (tomado de Archivo Nacional de Fotografía). Inicialmente, las instalaciones telegráficas se construyeron paralelamente al ferrocarril

Para la organización del servicio telegráfico el Presidente de la República dictó el Reglamento de Telégrafos Nacionales (1884) y puso el nuevo servicio bajo la responsabilidad del Administrador General de Correos. Las primeras oficinas telegráficas se establecieron en Guayaquil, Yaguachi, Chimbo, Riobamba, Ambato, Latacunga y Quito. En 1885 se construyeron nuevas líneas, una entre Guayaquil y Daule y otra entre Alausí y Cuenca, que estuvo terminada el 22 de agosto, aunque según ciertas fuentes la oficina de Cuenca se inauguró el 10 de agosto de 1887. Entre 1886 y 1888 la línea se extendió hasta Tulcán por el norte y Loja por el sur y se construyeron ramales hacia Guaranda, de Loja a Machala, de Yaguachi a Babahoyo y de Santa Elena a Bahía de Caráquez. En febrero de 1888, la línea ecuatoriana empalmó con la colombiana.

Según informó en 1888 el Director General de Correos, el movimiento telegráfico se concentraba, para ese entonces, en las oficinas de Quito y Guayaquil, sin que las otras produjeran “una renta considerable”; por ahora, decía, “están destinadas a promover el desenvolvimiento mercantil e industrial por las facilidades que ofrecen a la comunicación”.

Para 1892, las oficinas telegráficas eran 52 y la longitud de la línea telegráfica se estimaba en 1.500 kilómetros y pasó a más de 2.000 en 1894. Cuatro años después, en 1898, las oficinas telegráficas eran 87, y la línea tenía una longitud de 2.195 kilómetros. 

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