Gerhard Lang-Varlchs
Introducción
Plácido Ramón de
Torres (1847-1918) es un falsificador prácticamente desconocido, incluso en su
país natal, España. Tras unas breves notas biográficas, se presentará aquí un
resumen de los pasos de la investigación que permitieron descubrir su obra
falsificadora en general y que permiten atribuirle algunos de los falsos
cubanos, en su mayoría ya documentados o descritos.
Nacido en Estepona
(Málaga), creció en Italia donde aprendió el oficio de litógrafo. El editor y
comerciante filatélico Elia Carlo Usigli (1812-1894) descubrió sus habilidades
profesionales, su talento y su pasión por el coleccionismo de sellos. Lo apadrinó
y lo utilizó para la producción de ilustraciones que vendía a los editores
europeos de las nacientes revistas y catálogos de sellos desde mediados de la
década de los 1860.
Imagen 1 |
Usigli le
introdujo en el mundo de la falsificación. Imitaron y comercializaron las
emisiones de los antiguos estados italianos así como sellos municipales.[1]
Torres llegó incluso a publicar el primer catálogo mundial en italiano y
durante un año la primera revista filatélica, La Posta Mondiale (imagen 1).
Tras el sonado fracaso
de un proyecto común en 1873/74, el español se vio obligado a dejar Italia para
siempre. Se instaló en Barcelona como comerciante filatélico y continuó desde
allí su trabajo. En 1879 publicó su Álbum
de sellos ..., al mismo tiempo un catálogo, ilustrado con más de 1200 de
sus obras (imagen 2). Tras una vida agitada este “caballero errante”
(Moens) empezó a retirarse de la actividad filatélica y falsificadora hacia
principios del siglo 20.
Imagen 2 |
El curso de la investigación
Repasando todas
las revistas filatélicas accesibles del siglo XIX, me di cuenta de que no sólo
mostraban en su mayoría copias de los mismos valores de los sellos, cosa que ya
desafiaba las reglas de la probabilidad, sino que eran idénticas hasta en sus diminutos
detalles lo que indicaba un origen común. Los expertos en la materia apuntaban
a Jean-Baptiste Moens, comerciante filatélico belga, editor de la revista Le Timbre Poste, considerado por muchos
en esta parte mía del océano como Padre
de la Filatelia.
Siguiendo esta
pista di con el arriba ya mencionado hecho, de que Torres, con ayuda de su
mecenas y luego sólo, había producido con las piedras de sus encargos sus
“falsos menores”. Era pruebas y “copias privadas”, fruto final o colateral de este
trabajo, que se convirtieron en falsos al ser puestos en el mercado a través de
paquetes de sellos (imagen 3).[2]
Imagen 3 |
En muchas de estas
ilustraciones pude encontrar “errores” que en un principio parecían
accidentales. En algunos casos habían sido descubiertos, públicamente
denunciados y, en parte, corregidos (imagen 4). Además, al tratarse de una ilustración, algún que
otro fallo tampoco tenía tanta importancia. Pero al ver que en las
ilustraciones de los sellos rurales de Rusia, los así llamados zemstvo, el porcentaje de fallos se
disparaba hasta el 50% y los “errores” o tal vez “bromas” aparecían también en
las correspondientes falsificaciones que iba encontrando, vi que semejante
práctica no era fruto de algunos fallos accidentales, sino que esos “errores”
y/o “bromas” salían de una actitud deliberada.[3]
También di con otro apartado de su actividad: sus trabajos “fantásticos”,
sellos ubicados en algún lugar entre falso, broma y fantasía.[4]
Imagen 4 |
Cuando descubrí su
colaboración con el falsificador suizo François Fournier, me percaté de que sus
extravagancias no se limitaban al campo de los sellos, sino que se traducían
también al de las cancelaciones.[5]
La mezcla de sus creaciones fantásticas, los “errores” y sus matasellos falsos,
también inventados o “erróneos”, llevó finalmente al descubrimiento de sus
falsos de Argentina, Australia e Italia.[6]
La forma de entender su
trabajo como falsificador es, sin duda alguna, totalmente contraria a lo
normal. Existen falsificadores que han hecho sellos de fantasía o
“bogus”-stamps, como se dicen en el mundo anglo-sajón, hay otros que han
producido “bromas” o “mocks”, pero tan sólo conozco a uno que, en su limitado
campo de actuación, también incluyó deliberadamente algunos pocos errores en
contados ejemplares de sus falsos, el japonés Kishei Madai, erróneamente
llamado a veces Kamigata.[7] Sin embargo, el único
que tocó todos estos palos y otros a la vez era Plácido Ramón de Torres. Su modus operandi es único a nivel mundial.
NOTAS
[1] Gerhard
Lang-Valchs [GLV]: The Spanish
forger Plácido Ramón de Torres: his Catania and Livorno fakes and his Italian
States forgeries, fil-ITALIA, vol. XLIV, nº 3, (whole number 177),
Summer 2018, p. 107-118.
[2] GLV: Los grabadores de Jean-Baptiste
Moens, Eco Filatélico, sept. 2017, p. 30-32 (1ª parte);
oct. 2017, p. 25-27 (2ª parte).
[3] GLV: Las „bromas españolas“ de Plácido Ramón de Torres, Eco Filatélico,
febrero 2019, p. 28-30. Olga
Frey, GLV: Moens, Torres und die Zemstvo-Marken, Deutsche Zeitschrift für Russland-Philatelie, 2017,
Nr. 105, p. 19-26. Versión rusa: Моэнс, Торрэс и Земство, Philatelia, Moscú, sept. 2017, p. 28-31 (1st part), Dec. 2017, p.
29-31, (2nd part).
[4]
GLV: The Stamp Fun Factory – Poking Fun on Editors and Collectors, Stamp Lover, vol. 109, nº 6, Dec. 2017, p. 173-175.
[5] GLV: Fehlerhafte
Inschriften. Ein Künstler und ein Fälscher als Geschäftspartner. François
Fournier und Plácido Ramón de Torres, Deutsche
Briefmarken Zeitung 7/2019, p. 22-24, 8/2019, 20-22.
[6]
GLV: The Australian Footprints of a European Stamp
Forger (II), Australian Journal of Philately, #150, Sept. 2019, p. 5-9. I falsi italiani di Usigli e Torres. Parma, QuiFilatelia, 96, p. 16-20.
[7] Esta vertiente de la actividad
falsificadora de Madai, si es que ha sido descubierta, no ha sido documentada
hasta ahora. En un estudio (junto con un experto en sellos de Shanghai) de
próxima publicación se presentarán y compararán los falsos “con errores” de los
sellos clásicos de ese territorio producidos por ambos autores y se
contrastarán sus particulares y extravagantes “técnicas falsificadoras”.
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