Las estampillas no son otra cosa que instrumentos que permite demostrar que la tarifa por el servicio postal ha sido pagada; nacen, en principio, como pedazos de papel engomados, cuadrados o rectangulares, que pueden adherirse a la correspondencia.
Con el paso del tiempo, cuando se convierten en objeto de colección y medio para difundir imágenes e ideas, empiezan a utilizarse otras formas que las hacen más atractivas o novedosas; triangulares y romboidales primero, y luego todas aquellas que la técnica y la imaginación hace posible.
Sea cual sea su forma, toda estampilla tiene los mismos elementos, que vamos a identificar con la ayuda del sello de un sucre, de la serie ecuatoriana conmemorativa del centenario de la República (1930).
Primero, toda estampilla identifica el país del que procede y el hecho de estar destinada al servicio postal, en este caso "CORREOS DEL ECUADOR" (1); vamos a ver en su momento que ésto es importante a la hora de establecer si lo que tenemos en las manos es o no una estampilla de correos.
Evidentemente, las estampillas utilizan los idiomas de sus respectivos países, y ello puede dificultar su identificación. Nos referiremos a ésto en otra ocasión, así como a los casos en que la identificación, al menos escrita, falta por completo.
Siendo instrumentos para el pago del servicio postal, el segundo elemento necesario en toda estampilla es el valor facial (2), que en algunos casos puede sustituirse por la indicación del servicio para el que están destinadas o por una denominación que provea esa información; éste es el caso de las estampillas norteamericanas con la inscripción "FOREVER", que indica la tarifa de primera clase.
Las estampillas tienen un motivo gráfico (3), que en determinados casos puede reducirse a un simple número o una letra.
Finalmente, hay estampillas que se emiten para conmemorar determinados acontecimientos o rendir homenaje a alguien; en estos casos, el sello incluye la explicación correspondiente (4).
Hay también casos en los que las estampillas, como ocurre con la que analizamos, incluyen un pie de imprenta que nos permite conocer en dónde fueron hechas.
Las estampillas no se imprimen individualmente, sino en pliegos de los que cada uno de los ejemplares debe ser separado. Inicialmente ésto se hacía con tijeras o estiletes, pero luego se desarrolló el sistema de dentado, que permite una más fácil separación de los sellos. Es a partir de ésto que se habla de estampillas perforadas e imperforadas.
En la actualidad, las estampillas autoadhesivas han hecho que regresemos a los sellos imperforados. Los sellos están previamente cortados y pegados en un papel, del que se desprenden con facilidad para colocarlos en la correspondencia. Estos cortes pueden ser rectos u ondulados, o semejar el dentado.
Otro método de separación es el ruleteado, que utiliza una hilera de pequeños cortes rectos, como en la pareja de sellos que vemos abajo.
Las estampillas vienen engomadas, para permitir que se adhieran a la correspondencia. Actualmente, muchas estampillas se fabrican como autoadhesivas.
Generalmente impresas sobre papel, la tecnología permite ahora utilizar variados soportes como corcho, plástico, tela, etc.
El papel puede tener marcas de agua o filigranas, esto es, dibujos que se forman por los diversos espesores del papel y que pueden verse al trasluz o utilizando detectores que veremos en su momento.
En la actualidad, se ha llegad a agregar a las estampillas toda clase de elementos, a más de la tinta: olores, texturas, sonidos, etc. Hay además, y casi desde siempre, elementos adicionales como bandeletas o impresiones al reverso.
Cada uno de los elementos que hemos visto tiene importancia, no solo para identificar las estampillas, sino también para distinguir unas de otras. Sellos aparentemente iguales pueden, en realidad, ser diferentes, porque se imprimieron sobre un papel distinto, por su filigrana, por las diferencias en el dentado, por la goma utilizada.
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