Julio Popper llegó a la Argentina en 1885, atraído por las noticias del descubrimiento de oro en Cabo Vírgenes, en la punta sur de la Patagonia.
Había nacido en Bucarest (Rumania) el 15 de diciembre de 1857 y, tras graduarse como ingeniero de minas en el Politécnico de París, recorrió Egipto, Turquía, India, China, Japón, Rusia, Norteamérica, Cuba y Brasil.
A su arribo a Buenos Aires, estaba ya en marcha el proceso de organización administrativa de los territorios donde se había descubierto el oro, y se emprendían empresas comerciales para explotarlo. Los conocimientos profesionales de Popper, que hablaba un perfecto castellano, unidos a su desenvoltura social, le convirtieron pronto en figura destacada de los proyectos mineros y le relacionaron con importantes personalidades argentinas.
Con permiso del gobierno organizó una expedición que partió hacia Punta Arenas, en la Patagonia chilena, el 7 de septiembre de 1886; desde allí atravesó Tierra del Fuego hasta la bahía de San Sebastián, "en cuyas márgenes el oro se hallaba mezclado con las rocas de los acantilados" (Walter L. Bose, La estampilla de Tierra del Fuego. Julio Popper y el correo).
En marzo de 1887, ya de regreso en Buenos Aires, dictó una conferencia por invitación del Instituto Geográfico Argentino, en la que exhibió mapas de la zona, las fotografías tomadas durante la expedición y los objetos y arenas auríferas que había recogido en el curso de ella.
Los relatos de Popper atrajeron el interés de los inversionistas que conformaron la "Compañía de Lavaderos del Sud", de la que el rumano se convirtió en Director Técnico. El primer lavadero de oro se instaló en el sitio llamado El Páramo, al norte de la bahía de San Sebastián.
Pero la tierra en la que Popper instalaba sus empresas tenía dueños: los selknam u onas, habitantes originarios del sector que se convirtieron en blanco de los buscadores de oro, que en organizadas cacería de indios, redujeron la población aborigen de alrededor de cuatro mil personas en 1880, a no más de quinientos a inicios del siglo XX. Popper fue participante activo de la campaña contra los onas, y se retrató junto a sus cadáveres en fotografías con las que compuso un álbum, que regaló al presidente argentino Miguel Juárez Celman.
Pero la tierra en la que Popper instalaba sus empresas tenía dueños: los selknam u onas, habitantes originarios del sector que se convirtieron en blanco de los buscadores de oro, que en organizadas cacería de indios, redujeron la población aborigen de alrededor de cuatro mil personas en 1880, a no más de quinientos a inicios del siglo XX. Popper fue participante activo de la campaña contra los onas, y se retrató junto a sus cadáveres en fotografías con las que compuso un álbum, que regaló al presidente argentino Miguel Juárez Celman.
Julio Popper durante la campaña contra los indios, con un ona muerto a sus pies |
Popper desarrolló sus actividades en medio de tensiones y enfrentamientos con las autoridades locales y con otros buscadores de fortuna, y es claro que unas y otros aunaron esfuerzos para, al menos, entorpecer las actividades del rumano.
Ese es el caso de las denuncias que, a día seguido, presentaron contra él Ramón Lucio Cortés, Comisario de Policía y Administrador ad honorem de la oficina postal de San Sebastián (Tierra del Fuego), y los exploradores franceses Henry Rousson y P. Willems.
Estos últimos eran parte de una misión científica organizada por el Ministerio de Instrucción Pública de Francia, que exploró Tierra del Fuego entre 1890 y 1891 (E.J. Godley, Botany of the southern zone exploration, 1847-1891; una colección de fotos de la expedición puede verse en los archivos de la Biblioteca Nacional de Francia). Molestos por las acusaciones que Popper había formulado en su contra por supuestas atrocidades contra los onas, los franceses publicaron el 4 de julio de 1891 en el diario La Prensa, de Buenos Aires, una carta abierta que se reprodujo el día 7 en La Nación, en la que, y ésto es lo que nos interesa para los fines de esta nota, afirmaban que "no satisfecho con publicar violentas notas, acuñar monedas de curso forzoso en su establecimiento y de vender estampillas con su efigie, el señor Popper asalta a mano armada a los pobres mineros, forzándolos a entregar cuanto poseen".
Un día antes, el 3 de julio, Ramón Lucio Cortés, en su calidad de Administrador de la Estafeta de San Sebastián, había presentado ante el Director General de Correos y Telégrafos una denuncia relacionada con las estampillas utilizadas por Popper que, afirmaba Cortés, "no me parece sean legales". "Toda la correspondencia del señor Popper, que sale del departamento de San Sebastián, continuaba el denunciante, lleva esta clase de franqueo, y como en este departamento existe una oficina de Correos, de la cual soy el encargado, lo comunico a usted para su resolución".
El expediente formado a partir de la denuncia de Cortés fue publicado y analizado por Walter L. Bose (La estampilla de Tierra del Fuego. Julio Popper y el correo), y recientemente Carlos Baldassarre estudió también el tema en un artículo publicado en el segundo número (noviembre de 2012), de la Revista de la Asociación de Filatelia y Numismática de Río Grande Tierra del Fuego.
Si bien las influencias de Popper hicieron que salga airoso del trance, los documentos producidos a partir del incidente nos permiten conocer detalles sobre este capítulo de la numismática y la filatelia de Tierra del Fuego.
La acuñación de monedas la explica Popper por la necesidad de facilitar los intercambios, en un territorio en el que para éstos se utilizaba polvo de oro. "Mi establecimiento en Tierra del Fuego, indica, se halla a veces incomunicado por períodos mayores de seis meses. Allí los obreros no trabajan asalariados, sino reciben casa, manutención, máquinas y herramientas gratis, y parte del oro que extraen del suelo, oro en polvo, que a la intemperie, en el campo libre, es imposible de manejar o, fraccionar, sin pérdidas considerables".
Las monedas valían por su peso en oro y eran de dos clases, una de un gramo y otra de cinco. Inicialmente fueron acuñadas toscamente en El Páramo, el establecimiento de Popper, y tenían en el anverso la inscripción "TIERRA DEL FUEGO", el año de acuñación (1889) y al centro el apellido del empresario (POPPER); al reverso constaba el peso de la moneda y la inscripción "EL PARAMO", con un pico y un martillo cruzados al centro.
Moneda de un gramo de oro, de la primera acuñación |
Las monedas de uno y cinco gramos de la segunda acuñación |
Menos clara es la explicación relacionada con las estampillas; dice Popper:
"Como es difícil acuñar medallas por fracciones menores de un gramo, y teniendo muchas veces que satisfacer diferencias en centigramos de oro, tuve que emitir vales en forma de ... estampilla ... que, según la inscripción, representa diez centavos o centigramos de oro local de Tierra del Fuego".
La explicación es un tanto confusa, pues si por una parte se da a las estampillas la calidad de monedas, más adelante se protesta por el mal servicio postal en San Sebastián, con lo que parecería que se quería justificar el uso de un sistema de correos propio, pero se sostuvo también que jamás se había franqueado correspondencia con los sellos y que solo se envíaba mensajeros entre puntos que carecían de comunicación postal, a los que ses pagaba, para asegurar el buen trasporte de la correspondencia, "un marca de diez centigramos, que inutilizan o devuelven al recibir el oro efectivo".
Lo cierto es que Julio Popper estableció un servicio postal propio en la zona de su influencia. La correspondencia era franqueada con la estampilla y se cancelaba con matasellos de sus establecimientos. Estos matasellos eran en general de doble círculo, al centro aparecía la fecha y en la parte superior, entre los círculos, el nombre de la localidad; se conocen de Carmen Sylva, Colonia Popper, San Sebastián y Sandy Point. El matasellos de Páramo era un círculo simple, con el nombre del establecimiento y la fecha (se pueden ver las imágenes en Museo del Fin del Mundo).
La estampilla se emitió probablemente en 1891, pues se conocen matasellos fechados entre abril y agosto de ese año; no es aventurado suponer que dejaran de emplearse a raíz de la denuncia de Cortés; tenía un valor facial de 10 centavo oro y está ilustrada con la imagen de un martillo y un pico cruzados, sobre los cuales aparece un sol con la letra P (Popper, aunque este último afirmaba que era la inicial de Páramo) y una banda con las palabras TIERRA DEL FUEGO. Un sobre en la esquina inferior derecha es prueba de su destino postal.
Se hicieron dos tiradas, distinguibles por la tonalidad de color pero sobre todo por el dentado defectuoso de la primera.
A la izquierda la primera tirada, con dentado defectuoso, y a la derecha la segunda |
Las estampillas fueron diseñadas por el austríaco Rodolfo Soucop e impresas en litografía por Juan H. Kidd y Cía, en Buenos Aires. Según el catálogo especializado de la Sociedad Filatélica de Chile (2006), existen pruebas en colores negro, azul, pardo, verde, naranja y rojo. La identificación de la casa impresora consta en la bandeleta (KIDD y Cia. Limd., Sn. MARTIN 351).
En la parte superior, la identificación de la casa impresora en la bandeleta de los sellos |
La impresión se hizo en planas de cien sellos y, por las particularidades del trabajo litográfico, existen detalles de impresión diferentes entre ellos. Hay doce tipos diferentes, distribuidos en bloques de 4x3 en la plana; los detalles sobre este particular pueden consultarse en el catálogo especializado de la Sociedad Filatélica de Chile y en Chilecollector.
Hay, además, dos posiciones claramente identificables: la 4 y la 68. En la primera, desaparece la línea superior del cajón que contiene el número diez, en la esquina superior derecha; mientras que en la segunda hay una mancha blanca sobre la letra E, en la palabra FUEGO.
La correspondencia entre los establecimientos de Popper se franqueaban con la estampilla y, si se dirigían fuera de éstos, llevaban el sello para el transporte interno, y se agregaban luego las estampillas del correo oficial en el punto de partida hacia el exterior: chilenas en Punta Arenas o argentinas cuando se despachaban por mar hacia Buenos Aires.
También la correspondencia entrante era conducida dentro del "territorio de Popper", adhiriendo una estampilla adicional a la oficial que había servido para el franqueo en el punto de origen. Según Walter B.L. Bose, "si el importe de la estampilla se cobró del destinatario en el acto de entrega de la carta, no es posible comprobarlo hoy, como tampoco se puede demostrar que los mineros hayan franqueado ellos mismos sus cartas con esa estampilla".
La estampilla de Popper es, sin duda, argentina; ahí fue impresa y fue en ese país donde Popper desarrolló sus actividades. Sin embargo, la utilización de Punta Arenas como puerto de salida de la correspondencia y, con ello, la necesidad de que se emplearan sellos chilenos, la convierte también en una pieza de la historia postal de Chile; de ahí su inclusión en el catálogo especializado de la Sociedad Filatélica de ese país.
¿Qué pasó con Popper?
Dos años después del incidente de las estampillas, el 6 de junio de 1893, fue encontrado muerto en un hotel de Buenos Aires. La versión oficial, según la cual había sufrido un ataque al corazón, no convenció a quienes inmediatamente empezaron a tejer historias alrededor del hecho: envenenamiento, venganza de enemigos, el rival que se queda con las tierras de Popper, fueron algunas de las historias que circularon alrededor del hecho. Como siempre, la muerte de un hombre joven (Popper falleció a los 35 años), a quien se suponía fuerte y saludable, es caldo de cultivo ideal para cualquier teoría de la conspiración.
Lo cierto es que al momento de morir, Popper trataba de reponerse de las dificultades económicas que había sufrido y tenía en carpeta una serie de proyectos a desarrollar en Tierra del Fuego: colonización europea, una colonia para el establecimiento de los onas, desarrollo de la actividad ganadera, la navegación en el Estrecho de Magallanes y la construcción de una nueva ciudad.
En palabras de Carlos Baldassarre, "muy probablemente el sector argentino de la Tierra del Fuego hubiese tenido otro impulso, de no haber desaparecido -en sus comienzos institucionales- la figura de un hombre tan allegado a las más altas esferas del poder político de la Nación, dado que el desconocimiento, la indiferencia y el abandono del gobierno central hacia este rincón austral del país, fue una constante a lo largo de numerosas páginas de la historiografía fueguina".
En su país, Popper ha recibido algunos homenajes postales.
El 23 de julio de 1986, por ejemplo, Rumanía emitió una serie de seis valores dedicada a sus exploradores polares, entre los que incluyó una estampilla en homenaje a Julio Popper, con valor facial de 50 Bani (Scott 3393).
Un matasellos conmemorativo del sesquicentenario de su nacimiento se utilizó en 2007 y se han emitido también enteros postales, entre los que destacamos el que, también con motivo del sesquicentenario del nacimiento de Popper, se puso en circulación en 2007 y contiene imágenes de la estampilla de Popper y de los matasellos utilizados para el franqueo de la correspondencia.
EXCELENTE ARTICULO!!!
ResponderEliminarBuenisimo!!!
ResponderEliminarMuchas gracias
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