El interés por la filatelia se despierta
por los más diversos motivos, pero sea cual sea el camino que cada uno recorre,
todo empieza con una acumulación de estampillas: las que se recibió de alguien,
las que se encontraron en algún lugar o las que se han ido reuniendo poco a poco.
Cómo empezar, cómo pasar de la acumulación de estampillas a una colección organizada.
Pasó ya, y hace mucho, el tiempo en que los filatelistas podían aspirar a reunir en sus álbumes todas las estampillas del mundo; el escaso número de emisiones hacía eso posible, pero ahora un solo país puede emitir tantos sellos como los que entraban en circulación en todo el mundo, en un solo año, durante el siglo XIX.
En la época de las colecciones universales, la respuesta a la pregunta sobre cómo organizarlas era simple: había que clasificarlas por países; y para el principiante lo más adecuado era armarse de un álbum o un catálogo y empezar a buscar las piezas que le hacían falta.
Hoy, sin embargo, el volumen de lo emitido y de lo que sigue saliendo al mercado nos pone ante preguntas previas. ¿qué quiero coleccionar?¿un país, un grupo de países?¿una época determinada?¿cierta clase de sellos?¿un tema? Las preguntas podrían complicarse si vamos más allá de las estampillas y pensamos en otros ámbitos de la filatelia: ¿sellos postales o fiscales?¿una colección de telegráficos?¿enteros postales?¿prefilatelia? y un largo etcétera de dudas.
Si bien un primer paso, para hacernos una idea de lo que tenemos en nuestra manos, pueda ser la clasificación de nuestras existencias por países o temas, las preguntas que hemos hecho siguen presentes y nos angustian cada vez que vemos piezas que nos gustan, o que alguien nos ofrece, y que nos hace dudar acerca de la conveniencia de adquirirlas; ¿tendrán un lugar en mi colección?¿me servirán o solo sigo acumulando sellos bonitos pero que para mí serán inútiles?
Para encontrar las respuestas que nos pongan en un camino que nos resulte satisfactorio, son necesarios algunos conocimientos previos y, entre ellos, es indispensable empezar por el objeto fundamental del coleccionismo: la estampilla.
Empezaremos, pues, a partir de nuestra siguiente entrega, por tratar de conocer adecuadamente estos pedacitos de papel.
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