domingo, 8 de mayo de 2016

EL USO POLÍTICO DE LOS SELLOS POSTALES. LA PRIMERA SERIE CONMEMORATIVA DEL ECUADOR

En un inicio, los sellos postales eran únicamente un instrumento técnico para facilitar el pago del porte de correo. Una simple cifra, como en los ojos de buey brasileños, un escudo de armas, el retrato de un soberano o alguna alegoría, eran suficientes para servir como viñeta distintiva de los cuadraditos de papel que se pegaban en la correspondencia. Con el paso del tiempo, sin embargo, se descubrió la utilidad que podía tener la estampilla como instrumento de promoción o medio para consolidar identidades nacionales; desde finales del siglo XIX, los sellos postales empezaron a utilizarse para conmemorar acontecimientos históricos o para mostrar al mundo los atractivos o las virtudes de un país determinado.

En América esto ocurrió en la transición entre los siglos XIX y XX y tomó como base dos acontecimientos históricos, que fueron conmemorados por varios países por medio de emisiones postales: los cuatrocientos años de la llegada de Colón  a América y el centenario de la independencia latinoamericana.

Estampilla de 1 centavo de la serie conmemorativa
de 1896, con los retratos de los miembros del triunvirato
conformado a raíz de la revolución de marzo de 1845,
que derrocó al general Juan José Flores. Idéntico diseño
tuvieron las estampillas de 5 y 20 centavos y 1 sucre
En el Ecuador, el escudo de la República fue la imagen con la que se ilustraron las estampillas de correos a partir de la primera emisión de 1865. En 1892, el escudo fue sustituido por al efigie del primer presidente de la República, Juan José Flores, y dos años más tarde se utilizó el retrato de Vicente Rocafuerte, el segundo presidente. Se trataba, en definitiva, de estampillas pensadas sin más finalidad que la del pago del servicio postal.

A raíz de la revolución alfarista del 5 de junio de 1895, y tempranamente en relación con otros países, el Ecuador descubre las bondades propagandísticas de las estampillas. La ocasión para ello fue, precisamente, la conmemoración de la toma del gobierno por el partido liberal.

El 30 de agosto de 1895, el Consejo de Ministros presidido por L.F. Carbo autorizó la contratación de una emisión conmemorativa de la revolución del 5 de junio (Registro Oficial 22, de 12 de septiembre). Se ha discutido el carácter especulativo de esta emisión, que utilizaba un procedimiento similar al de los cuestionados contratos de las series Seebeck, pero no nos vamos a referir a eso.

Lo que nos interesa ahora es resaltar el propósito consciente que entonces se tuvo de utilizar los sellos postales como instrumentos de propagando del nuevo gobierno. No otra cosa se desprende del Decreto al que se hizo referencia, cuyo segundo considerando afirma que "uno de los medios más expeditos para que la conmemoración encuentre resonancia y sea conocida en todo el orbe civilizado, es el uso de una estampilla especial de franqueo".

A poco de autorizada la emisión, el entonces Ministro de Hacienda, Lizardo García, definió el diseño de las estampillas convirtiéndolas en un homenaje personal a Eloy Alfaro. Todas las estampillas, decía el oficio dirigido al contratista que se publicó en el Registro Oficial 52, de 27 de noviembre de 1895, "deben llevar el busto del Jefe Supremo, General don Eloy Alfaro", acompañado de inscripciones recordatorias de la fecha de la revolución (5 de junio) y de la batalla de Gatazo (14 y 15 de agosto).

Sin embargo, ni la simple conmemoración difundida al mundo por medio de sellos postales, ni el homenaje personal al líder revolucionario, prosperaron. A la larga, el gobierno liberal fue mucho más inteligente a la hora de entender las posibilidades que le brindaban los sellos de correos, no solo para difundir al mundo el flamante estado de cosas, sino sobre todo para construir el nuevo imaginario nacional que traía consigo el liberalismo.

Estampilla de 50 centavos de la serie conmemorativa
de 1896, con el retrato del general Elizalde, jefe militar
de la revolución de marzo de 1845. Este diseño fue
utilizado también en las estampillas de  2 y 10 centavos
Fue el propio Eloy Alfaro quien, con Decreto del 6 de marzo de 1895 (Registro Oficial 106, de 9 de marzo), estableció el diseño definitivo de los sellos. Estos, en palabras del nuevo presidente, debían ser un  homenaje a los protagonistas de la revolución del 6 de marzo de 1845, que terminó con el gobierno de Juan José Flores; habría, entonces, dos diseños distintos, uno con los miembros del triunvirato de ese año (Olmedo, Roca y Noboa) y otro con el jefe militar de la revuelta, el general Elizalde. Esos fueron los sellos que finalmente circularon y que los catálogos identifican como "Líderes de la Revolución Liberal" (Banco Central 124-129), "Revolución Liberal del 6 de marzo de  1845 y 5 de junio de 1895" (Bertossa, 69-75) y "Triunfo del Partido Liberal en 1845 y 1895" (Scott, 63-69). 

Lo que se hizo con la primera emisión conmemorativa ecuatoriana fue mucho más que la simple celebración de un acontecimiento.

En efecto, el reciente triunfo liberal apareció, por medio de los sellos postales, no como un evento nuevo o aislado, sino como un eslabón más de la cadena de acontecimientos que permitían una forma específica de construcción nacional, basada en la ideología liberal.

La revolución alfarista se mostraba, así, como un movimiento íntimamente vinculado con la historia nacional, nada menos que con sucesos fundadores como la revolución del 6 de marzo de 1845 y con líderes como el propio padre de la patria, José Joaquín Olmedo. No hay que olvidar, tampoco, que la lucha liberal previa al pronunciamiento de junio de 1895 se había levantado en contra de un grupo político entre cuyos líderes se encontraban los hijos de Juan José Flores, Antonio y Reinaldo.

A partir de la emisión conmemorativa de que circuló en 1896, los sellos postales fueron utilizados como un instrumento más para la construcción nacional y la consolidación del nuevo imaginario que sustituyó al Estado confesional y puso a las fiestas cívicas en el lugar de las religiosas basándose, para ello, en un panteón de héroes que incluía tanto a los protagonistas de la independencia como a los líderes del liberalismo del siglo XIX.

Un buen ejemplo de ello fueron las series de personajes de 1899 y 1901, pero nos referiremos a eso en otra ocasión.

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