domingo, 10 de marzo de 2024

AL OBISPO, DONDE SE HALLARE

Georg Maier y Juan Pablo Aguilar Andrade

Como es sabido, desde que se estableció en América la Real Renta de Correos a ésta correspondía, en exclusiva, el transporte de la correspondencia, sancionándose a quien llevara por su cuenta cartas, sin contar con autorización oficial para ello.

Aquí presentamos, sin embargo, una cubierta dirigida al obispo de Quito, José Pérez Calama, por el oidor Fernando Cuadrado. La carta se envió a Guayaquil, "o dondeallare suSeñoria:", pero no tiene ninguna marca postal ni indicación alguna de haber pasado por las oficinas de correos.


Sin duda, la obligación de utilizar el servicio postal no era respetada en todos los casos y desde el espacio eclesiástico se cometía mucho este pecado, aprovechando las redes de distribución propias de la Iglesia. La cubierta que presentamos muestra como involucrados a dos importantes personajes de la Real Audiencia de Quito, el propio obispo y un destacado oidor.

José Pérez Calama (1740.1793) fue el vigésimo obispo de Quito y, pese a su corto paso por la ciudad, una de las figuras centrales de la Ilustración quiteña. Pasó a América en 1765, como secretario del obispo de Puebla, Francisco Fabián y Fuero; tres años después recibió la ordenación sacerdotal 

Designado obispo de Quito en 1788, se embarcó para su nuevo destino en Acapulco, a fines de marzo de 1790. Desembarcó en Manta y por tierra se dirigió a Guayaquil, desde donde partió a Quito a inicios de agosto; llegó a Quito en enero de 1791 pero, para entonces, había presentado ya su renuncia, porque no se sentía en condiciones de realizar la tarea y buscaba un retiro dedicado a la religión y al estudio, en una región de clima templado, porque los "de temperamento frío ciertamente me matarían".

El 20 de abril de 1792 Pérez Calama salió de Quito y partió hacia México, en el que sería su viaje final, pues moriría al naufragar la nave que le transportaba. Aunque corto, el obispado de Pérez Calama dejó profunda huella: trabajó por la reforma de los estudios universitarios, difundió la Ilustración y se relacionó con los ilustrados quiteños, con quienes estableció la Escuela de la Concordia (Sociedad de Amigos del País) que, bajo la dirección de Eugenio Espejo, publicó el primer periódico del actual Ecuador: Primicias de la Cultura de Quito. Pérez Calama se ocupó de varios temas para el adelantamiento social y llegó, incluso, a promover un concurso de panadería para fomentar la producción adecuada de este alimento.

El remitente de la carta, Fernado Cuadrado (o Quadrado) y Valdenebro (1735-1823). Empezó su tarea en América como gobernador teniente de Puerto Rico. En agosto en 1780 asumió el cargo de oidor en la Real Audiencia de Quito, donde encabezaría la posición a los presidentes José García de León y Pizarro y Juan José de Villalengua. Como Pérez Calama, estuvo relacionado con Eugenio Espejo, quien escribió para él su "Voto de un Ministro Togado", para oponerse al monopolio de la quina. En diciembre de 1797 se posesionó como oidor en Lima, donde moriría en 1823, ya retirado del servicio e imposibilitado, por su edad, de regresar a España después de la independencia.

Tomando en cuenta los datos anteriores, Cuadrado debió enviar a Pérez Calama la carta cuya cubierta presentamos, entre 1790 y 1792 y, nos parece más probable, en el primero de esos años, cuando el flamante obispo hacía su arribo a Guayaquil. Pensando en voz alta, nada difícil sería que el oidor haya buscado entrar en buenas relaciones con el nuevo prelado, poniéndole al tanto de los acontecimientos quiteños y tratando de atraerle a su lado en las disputas políticas de la capital de la Audiencia.
 
Al parecer, dos personajes de este calibre podían eludir la obligación de utilizar el servicio postal y, otra vez pensando en voz alta, tal vez resultaba conveniente hacerlo si se juzgaba preferible evitar la posibilidad de que el contenido de la misiva fuera conocido por las autoridades.

¿Estará la carta de Cuadrado, perdida en algún archivo?

1 comentario:

  1. Me llamó la atención el título y felicito la redacción e investigación de esta historia. Saludos desde Guayaquil. Wendy Bravo Ross

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