La República de la Isla de las Rosas ha saltado a la fama en estos días, gracias a una película digna de verse, que se presenta en la plataforma Netflix. El de las micronaciones es un tema de lo más interesante y entretenido, que nos presenta a un no pequeño grupo de individuos a los que podemos calificar como soñadores, si no nos dejamos llevar por la tentación de considerarlos simplemente locos; su denominador común, buscar un espacio en el mundo para construir un orden propio, superar a cualquier político y sustituir la meta de convertirse en gobernante de un país, por la de construir un Estado propio y a la medida. Y ese Estado aparece rodeado de símbolos (una bandera, un escudo) y genera productos que pretenden expresar el ejercicio de un poder soberano: monedas o sellos de correo, por ejemplo, que es lo que convierte a las micronaciones en sujeto de interés de filatelistas y numismáticos.
El hecho de que ya no quedan tierras inexploradas y que no haya territorios que no pertenezcan a estados soberanos, es dentro de estos donde las micronaciones reivindican un espacio. Pero ha habido también casos en los que la micronación se establece en tierra de nadie, en un lugar al que no han llegado los estados soberanos pero que acaba incomodando a éstos, o a uno de ellos, que acaba copando o destruyendo el espacio.
La plataforma donde se estableció la República de la Isla de las Rosas (Biblioteca Gambalunga, Rímini)
Es esto último lo que ocurrió con la República de la Isla de las Rosas. Giorgio Rosa (1925-2017), fue un ingeniero italiano, nacido en Bolonia, quien a partir de 1958, y con las autorizaciones del caso, empezó a poner a prueba un nuevo proceso constructivo para instalar una plataforma en el Mar Adriático, a once y medio kilómetros de la ciudad italiana de Rímini, fuera del mar territorial de Italia.
Lentamente, y con interrupciones, se levantó la estructura de 400 m2, que se abrió al público el 20 de agosto de 1967; contaba con un restaurante, un bar, una discoteca y una tienda de recuerdos y se convirtió en un atractivo turístico que generó tráfico marítimo entre Rímini y la isla artificial. Se estableció también una oficina postal, ubicada en Vía Georges Bizet No. 3, en la Isla de las Rosas.
Giorgio Rosa y su esposa Gabriella Chierici (foto Lorenzo Rosa)
El 1 de mayo de 1968 la plataforma declaró su independencia y se proclamó como estado soberano: el Territorio Libre de la Isla de las Rosas o Libera Teritorio de la Insulo de la Rozoj, en esperanto, el idioma que asumió como oficial la nueva micronación; luego el nombre fue cambiado a la República Esperantista de la Isla de las Rosas o Esperanta Respubliko de la Insulo de la Rozoj.
El gobierno de la isla lo presidía Giorgio Rosa, como Presidente del Consejo de los Departamentos. Estos últimos eran seis: Presidencia, Finanzas, Interior, Industria y Comercio, Relaciones y Asuntos Exteriores, dirigidos por Antonio Malossi, María Auvernia, Carlo Clerks, Luciano Marchetti, Luciano Mole y Mezzini Cesarina, respectivamente.
Hoja de la primera emisión de sellos postales de la República de la Isla de las Rosas
Pese a que la plataforma se encontraba en aguas internacionales, el gobierno italiano la vio como un instrumento de evasión tributaria y tomó cartas en el asunto. El 25 de junio de 1968, agentes de la Dirección de Investigaciones y Operaciones Espaciales, Carabineros y la Guardia de Finanzas ocuparon sin violencia la plataforma. Ninguna respuesta mereció la protesta del gobierno de la República Esperantista ante el presidente italiano Giuseppe Saragat (1898-1988).
Después de un proceso judicial de varios meses, el 11 de febrero de 1969 la Marina italiana desmanteló la plataforma y pretendió destruirla con cargas explosivas; el sistema constructivo de Rosa mostró sus virtudes porque los pilares resistieron y fue necesaria una segunda explosión, el 13 de febrero, para conseguir que la estructura se deforme sin llegar a derrumbarse; fue una tormenta la que la hundió en el mar el 26 de febrero.
Segunda y tercera emisiones de la República de la Isla de las Rosas.
Nótese la mancha sobre las letras L.T. en ambos sellos, lo que los identifica como pertenecientes a la segunda emisión
(Imágenes tomadas de Micronacional
Aunque no llegó a acuñar monedas ni imprimir billetes, la República de la Isla de las Rosas estableció como su unidad monetaria el mill (milo en esperanto, plural miloj), que equivalía a una lira italiana.
Antes y después de la destrucción de la isla se hicieron cinco emisiones de sellos postales: dos de ellas entre el 1 de mayo y el 25 de junio de 1968, otras dos luego de la ocupación y antes de que se destruya la plataforma y una última después de que fuera hundida la isla artificial. En la película, Roso aparece en medio de una fiesta, diseñando las estampillas.
Quinta emisión de la República de la Isla de las Rosas.
Las dos primeras emisiones tienen idéntico diseño: un mapa con la plataforma y su ubicación en el Adriático con el valor facial (30 mills) en la parte inferior y la leyenda POSTO DE LA L.T. / DE LA INSULO / DE LA ROZOJ en los laterales y en la parte superior. Una mancha en las letras L.T, distingue a la segunda emisión de la primera.
La tercera y la cuarta emisiones se hicieron resellando las anteriores con la leyenda en negro MILITA / ITALA / OKUPADO (Ocupación Militar Italiana), en la tercera emisión dentro de un rectángulo y en la cuarta sin éste. El resello se hizo son un sello de goma.
Hoja del sello de 30 mills de la quinta emisión de la República de la Isla de las Rosas
La quinta emisión la hizo el gobierno de la República en el exilio. Fueron tres estampillas de 30, 60 y 120 mills, que muestran la destrucción de la plataforma, un barco en el que flamea una bandera roja y una cinta de luto.
Las estampillas se imprimieron en bloques de diez sellos (dos filas de cinco) y se hicieron unas cinco mil de las primeras dos emisiones, de las cuales se resellaron alrededor de cien ejemplares. De la última emisión se hicieron 1.500 ejemplares.
Se utilizó también un matasellos con la inscripción Verda Haveno (Puerto Verde en esperanto).
La película me ha encantado. No tengo palabras. Estoy buscando sobre la isla, toda la información, y es de quitarse uno el sombrero. Una maravillosa historia y una película digna, emotiva, divertida que estás disfrutando y da rabia que termine
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