Italo Bongiovanni
Aquí entramos
en otro capítulo verdaderamente triste de la historia filatélica de SCADTA, que
justifica la palabra tragedia.
Habría
sido, la de SCADTA, una historia maravillosa, si no hubiese encontrado una mano,
mejor una mente delictuosa tan eficaz. Veamos los eventos.
Al fin del año 1930 SCADTA terminó su
actividad comercial en Ecuador y cerró todas sus oficinas. Se puede imaginar
que cada una de estas oficinas tuvo que enviar a la oficina central de
Barranquilla una caja conteniendo los sellos sobrantes, los matasellos y los
resúmenes administrativos y se puede imaginar que en las oficinas menores
sobraron todavía sellos de la primera emisión, la PROVISIONAL. Esta hipótesis
no es el punto central, lo cierto es que, mientras la parte administrativa fue
recibida con el lógico interés, sellos y matasellos fueron abandonados en algún
lugar con la intención de destruir todo.
Era un fastidio y un costo adicional y posiblemente fueron olvidados. ¿Fue
así? Considerando lo que pasó después, es posible y probable y, de otro lado,
era material sin importancia relacionado con una actividad cerrada. No tenía
ningún valor, excepto para los filatelistas.
En los decenios que siguieron al cierre de
SCADTA en Ecuador, salieron a la venta cantidades impresionantes del 50Cts. Una
venta continua y metódica de sellos nuevos que ha incluido remates nacionales
e internacionales por más de medio siglo. El mundo se ha llenado de 50Cts, a
pesar que los sellos nuevos, según lo conocido, debían ser alrededor de 150. Pero
solo en Ecuador hay, al día de hoy, el doble en ejemplares singulares y en
bloques de cuatro. Un fialtelista de Quito encontró siete en una colección
comprada en Grecia, otro declaró haber tenido a nueve antes de empezar a venderlos.
Hay que
abrir los ojos, porque nos están vendiendo rarezas que no son tales. Al
inicio de los años treinta el 50Cts costaba los
dos mil dólares actuales; en el año 2.000 bajó a alrededor de mil y hoy nadie lo compra
por 250.
¿Y los
50Cts usados? Deberían ser los pocos que se despegaron de algunos sobres por
humedad, más algunos pocos usados legítimamente en los últimos meses del año
1928 para franquear correspondencia.
Pero ahora que el mercado no absorbe más
50Cts nuevos, tampoco a precios de liquidación, empiezan a aparecer sellos usados.
Es convencimiento mío que en 1928, ningún filatelista habría pedido una
obliteración de favor de un bloque de cuatro del 50Cts, ya que al tiempo se
coleccionaban sellos nuevos. Pero es de estos meses la aparición de un bloque
de cuatro del 50Cts, perfecto, como nuevo, con obliteración central de favor.
El bloque es auténtico, la obliteración legitima, pero ¿cómo es posible todo
esto si la venta duró una hora y la cantidad total de sellos nuevos no llegó a
150 ejemplares?
La respuesta es dramática porque significa
que podrán continuar a aparecer sellos auténticos de cualquier valor, nuevos y
usados con cualquier fecha, lo que transformará el material filatélico de
nuestras colecciones en chatarra.
Consideren
también que en aquel tiempo los filatélicos eran tan pocos que nadie coleccionó
hojas.
¿De dónde salen los de hoy?
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