Marcela Díaz Cabal
Pensando, como lo hago con frecuencia, en mi querido amigo Luiz Paulo, he recordado lo mucho que le debemos y lo poco que se lo agradecimos. Por ejemplo, el último gran regalo que nos hizo antes de morir (¿lo presentía?) fue rescatar del olvido, que todo lo engulle, la memoria histórica de la FIAF. ¡Qué grande en sus propósitos! ¡Qué acertado en sus miras!
Esa labor lenta, paciente, callada, buscando la información de aquí y de allá, la foto, la fecha, el dato preciso no siempre a la mano, debería ser valorada y apreciada por todos los miembros de la FIAF. Más aún, debería recogerse en un folleto o revista tanto en formato digital como en papel para hacerlo accesible a todos los que se interesen en la filatelia americana; para conocerla y tener presentes las dificultades y los logros de la Federación a través de los años. Porque a veces solo miramos y criticamos lo que no se hizo, pero soslayamos lo mucho que sí se hizo. Asimismo nos servirá de modelo para que cada país miembro imite su ejemplo y rescate para las generaciones venideras la historia filatélica de su país. Pues solo conociendo el pasado podremos proyectar con optimismo el porvenir. Es lo menos que le debemos a Luiz Paulo. Honrar, honra.
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