Para continuar con el tema del futuro de la filatelia, nos permitimos reproducir el siguiente reportaje de la prensa argentina, aparecido en Hoy en la Noticia, de La Plata el 18 de agosto de 2016. La foto que ilustra la nota se tomó también de la misma publicación.
Un grupo de platenses se junta semanalmente para intercambiar estampillas y de esta forma mantener viva la llama de esta “ciencia auxiliar de la historia”
La filatelia se aboca a la colección de sellos postales, a conocer los diferentes tipos de papel con que fueron realizados, a reconocer sus marcas y su año de emisión entre otros tecnicismos. Pero afectivamente es mucho más que eso: es un rincón de los recuerdos, de historia viva, un intercambio cultural y un culto a la amistad.
Por eso, los integrantes de la Asociación Filatélica y Numismática Platense se juntan todos los sábados para intercambiar estampillas y para pasar la tarde entre amigos. Una actividad que vienen realizando, de manera ininterrumpida, desde 1972. Algunos, inclusive, desde hace más tiempo.
“Los viejos van falleciendo y cuesta atraer a la juventud. No vas a ver muchos pibes en esto. Hay, pero pocos. Por eso, para que esta actividad no muera, cada uno de los que formamos parte de la Asociación nos propusimos contagiarle este hobby fascinante al menos a una persona”, dijo a Hoy Marcelo Gelos, de 57 años, coleccionista desde los 8 y actual presidente de la Asociación.
Atrás quedaron las épocas doradas en las que los salones explotaban de estos coleccionistas. De hecho, en otros tiempos, la ciudad llegó a tener hasta tres locales donde podían conseguirse estampillas de todas partes del mundo, monedas, billetes y todo lo necesario para tener una buena colección. Hoy, apenas sobrevive uno, que funciona desde hace 53 años: “En mi negocio son todos sellos normales. Las piezas raras están en los museos, o en manos de algún poseedor que pudo obtenerlas”, dijo Domingo Canella, el único comerciante filatélico de La Plata.
Esta es una actividad que puede hacerse de manera económica, pero que también puede llegar a demandar mucho dinero. De hecho, algunas estampillas tienen un valor de 3 millones de dólares. Y aunque entre este grupo de platenses no haya piezas de tal calibre, circulan algunas de las denominadas “joyas”: “Tenemos el Penique negro, que es el primer sello postal que se emitió en el mundo. También circulan las primeras estampillas de lo que fue la Confederación Argentina, otras muchas del país, y una muy buena colección de postales de La Plata”, dijo Marcelo Gelos.
Postales de la historia
“Todos los que coleccionamos somos pequeños museos. Esto es un museo viviente. La historia viviente”, dijo Roberto Paolini, fundador y expresidentede la Asociación, y agregó que “esto es una ciencia auxiliar de la historia. Es de los pocos hobbies que ha perdurado en el tiempo”. Este hombre, jubilado de 71 años, conserva como un verdadero tesoro una carta firmada por el Conde Zeppelin, famoso inventor alemán fundador de la compañía de dirigibles.
En otros tiempos se carteaba con gente de diferentes partes del mundo para intercambiar sellos postales. “He conseguido grandes amistades de esta manera con las que aún hoy tengo contacto, pero a través de correos electrónicos”, cuenta Paolini.
El próximo domingo se celebra el Día del Filatelista Argentino, en homenaje a la impresión del primer sello postal nacional. Aunque cada vez sean menos, los que quedan son verdaderos apasionados. Para explicar el amor por esta actividad, Paolini dice: “Las estampillas no piden de comer, no lloran, ni se ríen. Pero cuando uno saca del armario las colecciones, ellas están ahí para darnos felicidad. Queda la satisfacción por lo que uno está mirando. El que colecciona, si lo hace bien, no lo abandona nunca”.
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