A partir del 17 de mayo de 2019, el Archivo General de Indias (AGI) albergará la exposición “La
carta en el camino”, en la que se podrán ver alrededor de doscientos documentos de la historia postal hispanoamericana.
A propósito de esa exposición, publicamos el texto que, para presentarla, escribió el Archivero del Archivo General de Indias, Manuel Álvarez Casado. En una próxima entrega incluiremos un texto que, con el mismo propósito, preparó otro responsable de la exposición, Eugenio de Quesada.
Manuel Álvarez Casado |
EXPOSICIÓN "LA CARTA EN EL CAMINO"
La carta en el Imperio Español en el Archivo de Indias
Manuel
Álvarez Casado
Comisario de "La carta en el camino"
y archivero del Archivo General de Indias
Querido amigo, querida amiga:
Espero
que al momento de leer la presente, te encuentres bien y con salud. Si no fuera
así, también deseo que estas líneas te ayuden a hallar un momento de
tranquilidad y disfrute a través del contenido de esta obra.
Te
escribo esta carta para que sepas y conozcas cuál ha sido nuestra intención al
hacer una exposición sobre correo y correspondencia, hoy, que tan difícil es
recibir una carta y más aún escrita a mano, y cuando los nuevos sistemas de
comunicación y mensajería hacen que se puedan recibir de manera inmediata
escritos, documentos o grabaciones de voz a cualquier parte del mundo, salvando
distancias que antaño necesitarían meses o incluso años.
No sé si
habrás leído en alguna ocasión la siguiente definición: Papel
escrito y cerrado con oblea o lacre, que se envía de una parte a otra para
incluir en él el negócio, o matéria sobre que se quiere tratar, y que vaya
secreto. Dividese en vários géneros, que se diferencian en los epithetos: como
Carta de favor, de recomendación, de aviso, &c. Viene del Latino Charta,
que significa la piel o corteza de árbol, en que antes se escribía; y si bien por
esso parece se debía escribir con h, el uso común está en contrário.
Quién haya trabajado en los fondos de un archivo
histórico, sin duda reconocerá en muchos documentos esta definición que el
Diccionario de autoridades consagraba a la carta. De este mismo modo, en el
mencionado Diccionario el correo era el encargado de llevar y traer cartas de
una parte a otra. Carta y correo vienen unidos, como la corteza a la savia del
árbol.
El célebre polígrafo asidonense Mariano Pardo de
Figueroa, el Doctor Thebussem, a quien tanto debe la historia postal, puso en
boca de Castro y Serrano una hermosa sentencia, la cual compartimos: “El estudio del Correo, es un estudio
indirecto de la civilización”.
Sin embargo, en numerosas ocasiones no ha existido,
y utilizamos el término con toda la intención, correspondencia entre el estudio
de la carta y la del correo, pues el contenido ha prevalecido frente a
elementos que también figuran en el documento: cómo y quién la llevó, cuánto
tardó en llegar o cuánto se pagó para que se recibiera la misiva.
Perdido su origen en la Antigüedad, la carta es un
fiel retrato no solo de quien la escribe, sino de su propia época. Los trazos
de la tinta han pintado retratos de aquellos a los que no llegó la fotografía o
que incluso no fueron dibujados o pintados fidedignamente. Como si la energía o
debilidad, claridad o confusión, o el esmero o descuido con la que la pluma
navegaba por el papel nos ofreciera un espejo tan auténtico como la mejor de
las imágenes.
Si la carta aportaba información, el correo hacía
que ésta llegara. Parece lógico pues, pensar, que en una institución como el
Archivo General de Indias, que conserva los fondos de las instituciones
metropolitanas más importantes para el gobierno y la administración de
Ultramar, puedan localizarse entre su documentación no solo correspondencia,
sino también información sobre el modo de conducirla a ambos lados del océano.
Tras la creación del oficio de Correo Mayor de
Indias en la persona de Lorenzo Galíndez de Carvajal en 1514, se asistía al
segundo gran periodo de la historia de las comunicaciones postales americanas
con la promulgación del Reglamento provisional del Correo Marítimo de España y
sus Indias Occidentales el 24 de agosto de 1764, apenas dos décadas antes de la
creación del Archivo General de Indias. Para el Archivo, también traerá
consecuencias importantes, pues si para la primera época hay que localizar las
noticias y disposiciones sobre estos asuntos en la documentación del Consejo,
de la Casa de la Contratación y los Consulados, para esta segunda etapa que
surgía casi contemporánea a la creación de este repositorio, se cuenta con el
importante fondo documental de la Dirección General de Correos.
Esta documentación ingresó en el centro el año
1864, remitida desde Madrid por el
recién creado Ministerio de Ultramar. Dicho Ministerio había sido
erigido un año antes para la administración de estos territorios y acabar con
las vacilaciones en la adjudicación de las competencias sobre aquellos dominios
que hubo desde que se creara en 1812 la Secretaría de Estado y del Despacho de
la Gobernación de Ultramar. En los sótanos del Ministerio de Gobernación se
encontraban casi medio millar de legajos que al no encontrarle ya vigencia
administrativa, se dispuso que fueran remitidos hasta Sevilla, donde llegaron
el día 20 de septiembre de dicho año 1864.
Dos guardas, uno a caballo y otro de a pie de los oficiales destinados
al resguardo de Rentas Reales en La Habana, entregándose un pliego del Real Servicio. La Habana, 1830. MP-Uniformes,43bis |
Como puede verse, en casi un siglo no se había
avanzado en la descripción de la documentación de la sección de Correos.
Durante la dirección de Rosario Parra se realizó un inventario mecanografiado
que corregía los defectos del de remisión y sería ya a principios de los años
ochenta del pasado siglo, cuando por parte de la archivera Antonia Heredia
Herrera, se comenzó a trabajar en la revisión de las descripciones de esta
sección y su reinstalación, realizando un estudio mucho más profundo sobre este
fondo y las posibilidades existentes para la investigación.
En 1988 el citado Antonio J. López Gutiérrez, al
incorporarse al Archivo, recibe el encargo de revisar la organización del fondo
y acometer una nueva descripción del mismo, tarea que realizó junto a sus
compañeras Magdalena Canellas Anoz, María Belén López García y Ana Hernández
Callejas.
El año 1996, durante la dirección de Pedro
González, supuso otro hito importante para la difusión de la documentación de
la documentación de Correos. Por una parte, se publicó con motivo de la
celebración en Sevilla de Espamer-96 y gracias a la Dirección General de
Correos y Telégrafos, el inventario de la sección, de casi ochocientas páginas,
que supuso un notable avance para el conocimiento por parte de los investigadores
y usuarios del Archivo de la documentación existente en la misma y que hoy se
puede consultar en la web a través del Portal de Archivos Españoles PARES
(https://pares.mecd.gob.es), como antes en el propio centro con el programa
Archidoc.
Con el mismo motivo, se celebró una importante
exposición documental en el propio Archivo titulada “El correo español en América” con dos importantes estudios de José
Manuel López Bernal y del propio Antonio López y una cuidada selección de casi
ochenta documentos realizada por María Antonia Colomar Albajar.
En estas dos décadas ha aumentado exponencialmente
el interés y la consulta de esta sección, donde no se encuentran únicamente
datos importantes para el estudio de los correos, sino también, como indicó
Antonia Heredia respecto a la serie de correspondencia conservada, “la historia de la administración, su
funcionamiento, sus aranceles y los aspectos mercantiles íntimamente
relacionados con los correos pueden seguirse paso a paso a través de esta
correspondencia que a su vez nos da noticias interesantes de los
acontecimientos del momento y de la participación en ellos del personal de la
Administración”.
Es difícil saber cuál sería la carta que cada uno
de nosotros le escribiría al Archivo General de Indias. Algunas vendrían sin
dudas precedidas de un respetuoso tratamiento, entre el sometimiento a su
incontestable arsenal de información y el miedo a sumergirse en el océano de
datos que suministran sus documentos. Otras, con el agradecimiento de quién
encontró en sus fondos la respuesta a sus preguntas, los datos que necesitaban,
la paz no reñida de emoción que sentía cuando en la sala de lectura abría con
contenida inquietud un legajo en el que sabía, o no, que podía contener las
contestaciones a tantas tesis o incluso nuevas preguntas de su investigación.
También las habría llenas de reproches, con la
amargura de quien no encontró esas respuestas o solo encontró el silencio
cuando pensaba que sería simple y fácil conquistar la cima de la montaña de
legajos.
Algunas, seguro, con el desconocimiento de lo que
es, no solo el Archivo General de Indias o su historia, o el edificio que lo
alberga, sino incluso sobre lo que es un archivo. Si ese fuera tu caso y este
catálogo llega a tus manos, espero que con esta exposición, conozcas parte de
algo que es tuyo también y que nos afanamos por difundir y por cuidar.
Pero has de saber, que también hay enamorados del
Archivo, y enamorados con locura. Un amor fruto de la constante presencia, del
trabajo por poner al servicio de la sociedad el gran tesoro patrimonial que se
conserva en sus casi nueve kilómetros de documentación. Hay vidas y carreras
profesionales que no se entienden sin esta institución singular e incluso,
visitantes que se emocionan cuando cruzan por vez primera sus puertas.
La celebración de esta muestra fue prevista para
finales de octubre del pasado año, con motivo de la celebración de la Exfilna
2018, que tuvo como una de sus sedes al Archivo. Diversas circunstancias
aconsejaron retrasar la exposición y, aunque no pudo coincidir con este
importante certamen filatélico, sí ha permitido ampliar y mejorar incluso el
proyecto originario. Esto, al mismo tiempo, nos dio la oportunidad de conocer y
trabajar con personas como Miguel Ángel García y Juan Panés, presidente y
administrador de FESOFI, con los que aprendí y disfruté de todos los actos que
se realizaron en esos días.
También allí pude conocer a Jesús Sitjà, actual
presidente de la Real Academia Hispánica de Filatelia e Historia Postal y uno
de los máximos conocedores del correo americano en la Edad Moderna. Su ayuda,
al igual que la de otros académicos como José Manuel López Bernal o David González
Corchado, son acreedores del mayor de mis reconocimientos por cuanto han sabido
orientarme con sus consejos y sugerencias por el no siempre fácil mundo de la
historia del Correo. Jesús Sitjà, además, ha contribuido con algunas piezas de
su excepcional colección, que enriquecen especialmente la muestra.
María Victoria Crespo nos guió por el maravilloso
Museo Postal y Telegráfico del que es su directora y que cualquier amante o
persona con simple curiosidad por el mundo de la comunicación debería conocer.
Modesto Fraguas, director de Filatelia de Correos,
ha conseguido con sensibilidad y generosidad financiar la impresión de este
libro, gracias a lo cual perdurará para todos el recuerdo de la celebración de
una exposición en la que Correos ha estado muy presente.
Gracias a esta circunstancia ha sido posible
también incorporar los documentos del archivo de los marqueses de Santa Cruz,
que recientemente han ingresado en comodato en el Archivo Histórico de la
Nobleza de Toledo, dependiente de la Subdirección General de los Archivos
Estatales. Uno de los fondos que integran este Archivo es el de los duques de
San Carlos, que como condes de Castillejo, conservan documentos de singular
importancia y simbolismo para el estudio del correo americano, cuya puesta a
disposición de los
investigadores en este magnífico Archivo abrirá las puertas a buen seguro de
interesantes investigaciones sobre la historia postal. A don Álvaro
Fernández-Villaverde y Silva, duque de San Carlos y a la directora del Archivo,
Aránzazu Lafuente Urién, nuestra gratitud más sincera.
Pero si alguien es
acreedor de un “sobreporte” en su
carta de agradecimiento, es el académico Eugenio de Quesada, director de “EL
ECO Filatélico y Numismático”, quien no solo ha prestado a la exposición su
extraordinaria colección de cartas con Chasquis, sino que ha ayudado a abrir
puertas, implicar a instituciones, e impulsar y hacer que este catálogo llegue,
a golpe de matacaballo, con la
cuidada edición que tienes ahora entre tus manos. Su colaboración y apoyo, para
quien esto escribe, ha sido inolvidable.
Si algún fallo tiene esta exposición, se los puedes
achacar al autor de estas letras. Pero querría que conocieras también a
aquellos que sin cuya ayuda no habría sido posible hacerla y cuyo trabajo no
siempre es visible. Aquellos que desde el Archivo y la Subdirección General de
los Archivos Estatales han guiado los expedientes económicos para que llegasen
los recursos suficientes para su montaje, o han digitalizado o restaurado los
documentos que figuran en la exposición. O aquellos que gestionan las visitas a
la misma o quienes los han transportado o los vigilan, pues a todos ellos les
debo el mayor de mis agradecimientos.
Y por supuesto, a todos mis compañeros que desde su
trabajo en el servicio a los usuarios, a la difusión, a la conservación y a la
descripción y normalización de los fondos documentales y a la propia gestión de
la institución, son el mejor ejemplo y auxilio para el conocimiento de esta
documentación y la mayor de las ayudas que he podido encontrar en el tiempo de
preparación de esta muestra.
Por último, ya has visto que el título de la
exposición responde al de un poema de Pablo Neruda. Creo que expresa de modo
muy breve pero muy claro los dos grandes temas que van unidos en la muestra: la
correspondencia y el correo.
Otro escritor, el estadounidense John Cheever, dijo
que “guardar cartas, es como tratar de
preservar besos”.
Espero que conozcas a través de esta exposición la
gran historia de amor que se conserva en este Archivo General de Indias.
En Sevilla, en su antigua Casa Lonja, a 17 de mayo de 2019.
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