Juan Pablo Aguilar Andrade
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Hoja recuerdo de la emisión ecuatoriana de 1981, con la mascota del Mundial de España |
La presencia de ocho equipos adicionales hizo necesario modificar las
reglas del campeonato. Se lo dividió en tres fases, una primera de seis grupos,
en la que los dos primeros de cada grupo pasarían a una segunda etapa. En ésta,
compuesta por cuatro grupos, los ganadores de cada uno clasificaban a los
juegos semifinales, en los que se definirían los partidos finales: los
triunfadores debían jugar por la Copa y los perdedores disputar el tercer
puesto.
España escogió como mascota de su Campeonato una naranja, vestida con el
uniforme de la selección nacional, que el Ecuador utilizó como imagen de una de
las hojas recuerdo que emitió un año antes del Campeonato, el 9 de julio de
1981, y que fue parte de una serie compuesta por tres estampillas y una hoja
adicional (Scott C723-C727).
Los sellos y la hoja que completan la serie ecuatoriana conmemorativa de la Copa de España |
España hizo emisiones preparatorias del Campeonato desde 1980. La primera, de dos estampillas, el 23 de mayo de ese año (Scott 2211-2212), fue seguida por dos sellos adicionales el 2 de mayo de 1981 (Scott 2234-2235). El 24 de febrero de 1982 se puso en circulación una última pareja (Scott 2280-2281).
La Copa del Mundo se inauguró el 13 de junio de 1982 en Barcelona, con
el juego en el que Bélgica se impuso por un gol a cero a los argentinos, que
jugaban mientras su país se encontraba en guerra con la Gran Bretaña, tras la
ocupación de las islas Malvinas, el 2 de abril; el cese de hostilidades se
produjo el 14 de junio.
El día de la inauguración, España emitió una serie de cuatro tarjetas
entero postales, cuatro sellos (Scott 2293-2294 y 2295a y b) y dos hojas
recuerdo (Scott 2295).
Los argentinos, que viajaron a España seguros de ratificar su triunfo de
1978, llegaron hasta la segunda fase, en la que fueron relegados al último
lugar por Brasil e Italia, que tras vencer a la selección argentina disputaron
el paso a la semifinal en un recordado partido que se jugó en Barcelona el 5 de
julio. Los italianos jugaban el Mundial en medio de las críticas de sus
seguidores; superaron la primera fase gracias a tres empates y solo pudieron ganar
a los argentinos. Brasil tenía uno de los equipos más poderosos de su historia,
invicto en la primera fase, no necesitaba más que un empate para clasificar.
Para muchos, ese fue uno de los partidos más emocionantes de la historia
de los mundiales; habrá quien no esté de acuerdo, pero sin duda fue la
verdadera final de la Copa de España. Italia se adelantó en el marcador a los
cinco minutos, con gol de Paolo Rossi. Siete minutos después Sócrates consiguió
el empate para Brasil. A los veinticinco minutos, otro gol de Rossi puso a los
italianos adelante y hubo que esperar un segundo tiempo para que los brasileños
empaten con gol de Falcao. Seis minutos después, Paolo Rossi puso el tres a dos
definitiva en un partido de ida y vuelta en el que un gol de Brasil, y otro de
Italia, se anularon en los minutos 80 y 88.
No fue el único partido que puso en vilo a los espectadores. Tres días
después, el 8 de julio, Alemania y Francia disputaron el paso a la final en
Sevilla y estrenaron el nuevo sistema de eliminación directa con tiros penales,
tras empatar uno a uno en el tiempo reglamentario y tres a tres a en alargue.
Los franceses no pudieron mantener la diferencia de dos goles que consiguieron
al empezar el periodo adicional, con goles de Tresor y Giresse en los minutos
92 y 98; cuatro minutos después del tercer gol francés, los alemanes rebajaron
la diferencia gracias a Rummenigge y consiguieron el empate en el minuto 108,
con gol de Fischer. En la tanda de penales, Six y Bossis no pudieron anotar sus
goles y una agotada Alemania ganó el derecho a en el partido final a los
italianos, que ese mismo día obtuvieron un cómodo triunfo de dos a cero sobre
los polacos.
Tarjetas, estampillas y hojas recuerdo españolas, conmemorativas de la Copa Mundial de 1982 |
Una de las escenas más recordadas del enfrentamiento entre franceses y
alemanes, fue también una de las más violentas de la historia de los mundiales:
un caderazo de Harald Schumacher, el arquero alemán, dejó inconsciente a
Patrick Battiston, que entraba en el área tras un pase de Michel Platini. El
francés, hospitalizado, despertaría después del partido con dos dientes menos y
una vértebra rota. Schumacher, muerto de miedo, como lo confesaría después, se
dedicó a jugar con el balón y no hizo el mínimo intento de mostrar preocupación
por el afectado; sonoros pitidos desde las gradas le acompañarían en adelante
cada vez que tocaba el balón; solo recibió la sanción moral, porque el árbitro
ni siquiera pitó la falta.
El caderazo de Schumacher |
También en la primera etapa, Francia se enfrentó al debutante Kuwait, y
tras ir ganando tres a uno anotó el cuarto gol. Los kuwaitíes alegaron que
oyeron un silbato y por eso dejaron de jugar y no detuvieron el avance, pero el
árbitro ucraniano Miroslav Stupar validó el gol. En ese momento, el jeque Fahad
Al-Ahmed Al-Jaber Al-Sabah, hermano del emir de Kuwait y presidente de la
Asociación de Fútbol del emirato, empezó a gesticular desde las gradas, bajó al
campo sin ser detenido por la policía y exigió hablar con el árbitro que,
sorprendentemente, no solo accedió a hacerlo, sino que anuló el gol tras
conversar con el iracundo emir. Al final, Francia anotó un cuarto gol, el emir
fue amonestado y el árbitro Stupar recibió una multa y fue suspendido de por
vida.
En España se juró el partido con el marcador más abultado de la historia
de los mundiales: el diez a uno con el que los húngaros se impusieron a los
salvadoreños; y se produjo un episodio que, no por cómico, deja de ser una
muestra del nivel que puede alcanzar la estupidez humana. El 29 de junio,
Alemania se enfrentó a Inglaterra en un partido que terminaría sin goles; Juan
Carlos Morales transmitió el juego para Radio Rivadavia y, por orden de sus
jefes, dolidos por la reciente derrota militar en la Malvinas, debió hacerlo
sin mencionar a Inglaterra o usar las palabras inglés o británico. Salvo por un
error de uno de sus colaboradores, que se refirió a Inglaterra en el segundo
tiempo, Morales cumplió la consigna de forma impecable, repitiendo expresiones
como “los de rojo”, “los rivales de los germanos”, “el adversario de Alemania”
o, simplemente, “los piratas”.
El esfuerzo desplegado por los protagonistas del juego entre Alemania y
Francia agotó las energías de los protagonistas. Los franceses no pudieron
derrotar a los polacos en el partido por el tercer puesto y la superioridad de
Italia fue evidente en la final, que se jugó el 11 de julio de 1982, en el
estadio Santiago Bernabeu, de Madrid, y terminó con una derrota alemana por
tres goles a uno. Italia consiguió el tricampeonato que buscaba desde 1938 y
que los brasileños le habían negado doce años antes, en México.
Una estampilla, con las manos del arquero
Dino Zoff que elevan la Copa del Mundo, fue emitida por Italia el 12 de
septiembre, para conmemorar el triunfo (Scott 1526).
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