martes, 3 de noviembre de 2020

TESTIMONIO: CÓMO EL CLUB FILATÉLICO GUAYAQUIL LLEGÓ A TENER CASA PROPIA

Daniel Chiang

Presento  breve resumen de las actividades financieras del Club, a partir del 2007,  que ya  no son  relevantes para tratarlas porque ya esto es historia  para  el Club Filatélico Guayaquil, pero podría servir de referencia a otras ciudades como Cuenca en su proceso de tener su sede, u otras ciudades importantes como Ambato o Machala, etc.;  cada situación será distinta y se la afrontará de acuerdo a sus circunstancias propias,  lo he escrito para dar testimonio que  en Guayaquil se trabajó con amor y honestidad en equipo, siendo persistentes  hasta tener su sede amplia y bonita.

En el 2007, cuando el secretario del club se negó a darme la lista de socios y las cuentas  convoqué a algunos amigos socios ir a la casa del tesorero don Olaf Dobler, quién nos indicó, el club  después de 36 años de actividad de cobrar cuotas sociales, vender material filatélico, novedades y comisión por subastas el club tiene 280 dólares en el  banco, y se me reportó que  solo  4 socios pagaron cuota en el año 2006. Reflexioné y expresé a mis compañeros que si la filatelia guayaquileña hubiera ahorrado un m2 desde 1885 que existen los clubes en Guayaquil en el 2006 deberíamos tener un local de 121 m2; la realidad es que  la filatelia guayaquileña ha fallado no tiene nada, ni local, ni dinero.

Pedí a los compañeros que empecemos de cero, con las reglas básicas del capitán Dujmovic de trabajar con amor y honestidad pero ahora  en equipo para lograr  tener un local, antes que doña Dalia venda la oficina o le pase algo y nos tocará  desaparecer como le pasó al Centro Filatélico y Numismático de Guayaquil; sin empezar, escuché voces tales como  tiene que tener ventana a la calle, en edificio nuevo que los ascensores funcionen bien, preferible en planta baja para la gente que pase por la calle entre,  no tan pequeña como esta,  no compremos en el centro hay problema con el parqueo compremos en Urdesa, también para qué comprar si ya somos viejos la mayoría y quién se va a quedar con la oficina,  alquilemos nomás. Respondí: ¿con ingreso de  80 dólares y gastos de 600 dólares  anuales se puede lo que piden?

La compra del nuevo local del Club Filatélico Guayaquil. José Valdivieso entrega el cheque a C. Abraham.
Detrás de ellos, de izquierda a derecha, Roberto Ortiz, Daniel Chiang, el Notario 19 de Guayaquil y Elvis Vélez

Los que no entendían la realidad en que estábamos insistían en posturas de jerarquía e importancia, antes peticiones de aspiraciones   valederas pero irrealizable en el momento. Respondí: hacemos los que tu indicas, pero  tú pones los 3.0000 dólares para comprar la oficina que deseas o los 400 dólares mensuales para el alquiler; la respuesta obvia fue el silencio. Les dije, lo primero es ahorrar y cuando tengamos una cantidad con la que podamos comprar o dar entrada como parte de pago resolvemos en ese momento lo que podamos  comprar,  segundo  paremos las exposiciones de hacerlas por hacerlas; de aquí en adelante cada exposición que se haga debe por lo menos autofinanciarse y si se puede debe generar ingresos; les dije en el 2004  vino a Guayaquil  un alemán e hizo ganancia con la  exposición de sellos por el mundial de fútbol; cuestioné también que un socio diga que Correos del Ecuador nos llamará la atención por no hacer exposiciones y respondí que todos los correos del mundo obtienen ganancia con los filatélicos, porque le compramos las estampillas sin recibir ningún servicio a cambio,  es a ellos los primeros que les corresponde gastar en promover y difundir la filatelia;  de qué han servido los gastos  del Club de presentar exposiciones algunas netamente personales  para que luzca el expositor y no hacer lo más importante o complementario  de atraer nuevos filatelistas que asistan  al Club, que puedan adquirir  material, acceso a biblioteca se  haga socio y se desarrolle en interacción con otros filatélicos; cuestioné que si hubieran salido de cada exposición unos o varios filatélicos el club debería estar llenos de nuevos filatelistas  socios, pero el único que asistió asiduamente al club en el 2006 fui yo,  y los pocos socios que seguían   pagando permanentemente las cuotas  eran el grupo inscrito en los 70: Carlo, Cucalón,  Tama , de Vries, Santos, Chiang, Dobler, Aida , uno que otro  eventual o al  que el secretario desea anotar.También les dije que es  necesario  tener socios para  que ingresen fondos  para pagar la alícuota, luz, teléfono y contadora.

Una vista del nuevo local del Club Filatélico Guayaquil


Me tomé el trabajo de ubicar y  llamar  a todos los socios registrados por Rosario Guerra hasta 1996; muchos habían muerto o cambiado número telefónico. Después de conversar con los que pude, comuniqué al equipo formado que podríamos reclutar alrededor de 30 socios, lo que era bueno porque con 20 cubríamos el punto de equilibrio  que nos permitía atender los gastos;  el ingreso de los demás nos dejaba unos 500 dólares al año. Le pedí a Elvis Vélez que nos ayude y  siga haciendo subastas; solo teníamos 2 o 3 compradores que podrían dejar otros 500 dólares anuales  y hacer 1 o 2 exposiciones que generen otros 500 dólares, más ventas de novedades. Pensé que con esos 30 socios el club podía tener unos 2.000 dólares de utilidad anual. 

Fue penoso saber que los miles de dólares que generó y ahorró doña Rosario Guerra fueron  malgastados por un  incompetente; me ofrecí a trabajar como administrador sin integrar la directiva. Se decidió que Wilson Gallegos fuera presidente,  Roberto  Ortiz secretario y ayude con las cuentas, Olaf Dobler tesorero y Elvis Vélez director de subasta y publicaciones. También  ofrecí dedicarme a crear una biblioteca virtual de filatelia y publicar la lista de socios y las   actividades por el internet, para ser transparentes a los socios y romper el secretismo con que se había manejado el Club.

Luego de registrar  una cantidad de 15 socios convoqué a una asamblea general para intentar  legalizar nuevamente el Club, pues a esa fecha éste legalmente no existía. Costó mucho esfuerzo hacerlo, pues la única acción legal que el club había realizado fue haber  registrado los estatutos en Quito, en el Ministerio de Trabajo y Previsión Social, en el año de 1972. Me acerqué al Ministerio de Trabajo, no aparecía el nombre del club en las computadoras hasta que, insistiendo  con los datos de inscripción, se encontró el expediente físico y con doña Carmen de Dobler, sin estar registrados como directivos, logramos obtener copia certificada íntegra de los estatutos  registrados por el capitán Dujmovic. 

Llevé los documentos al Ministerio de Bienestar Social para ver cómo podía legalizar el club, ya que ese era el Ministerio que en esa época controlaba a los clubes. Me respondieron que no se puede. Contraté un abogado para que haga la inscripción nuevamente con fecha actual: ustedes no tienen inscrito ni presidente ni secretario, no han registrado ninguna directiva ni han presentado informes anuales, no tienen RUC, etc., etc.

Los socios del Club Filatélico Guayaquil en la cena de fin de año (2019)


Desilusionado me puse a preguntar a varios empleados del Minsierio quién conocía lo suficiente para que me asesore para reinscribir el Club Filatélico Guayaquil con el mismo nombre y fecha original. Me dieron el nombre de una abogada,  la contraté e hice todo lo requerido por el ministerio; legalizamos y luego con Roberto Ortiz obtuvimos el RUC, la cuenta del Banco de Guayaquil con Olaf Dobler, y contratamos la contadora de Wilson Gallegos, para hacer y presentar balance de los últimos años.

Empezamos a trabajar  la directiva  acompañados de Iza.  Yela, Matamoros  y Santos, Monserratte, García, Capovilla, Ricaurte, Valdivieso, Muga  y otros. Ordenados legal y tributariamente, en el 2011 se tenía ahorrado 11.400 dólares y el presidente elegido tenía la oportunidad para comprar un local, dando de entrada el dinero y financiando el saldo. El presidente electo dio el giro inesperado de alquilar una oficina amplia y contratar una secretaria con un presupuesto 600 mensuales; dijo: somos 40 socios a 10 dólares mensuales son 400 y ustedes indican que han hablado con él ingeniero Hurtado que nos va apoyar, le pediré 200 mensuales. Le dije que se van a retirar los socios y el ingeniero ofreció ayudarnos para comprar y no para alquiler; tengan confianza, yo repondré lo del ingeniero Hurtado y tomaré 3.000 dólares de los fondos  ahorrados; se devolverán con creces. 

Después de 2 años teníamos 14 socios cotizantes 140 mensuales de ingresos y el ingeniero Hurtado dejó de colaborar. Otra vez en aprietos. Nos dejó el presidente en el banco  7.400 dólares; en vez de aumentar en esos 2 años 5.000 dólares perdimos 4.000.

Otra vez con incertidumbre  teníamos que dejar esa oficina alquilada que de paso nos anunciaron subir el arriendo,  pero ahora teníamos una ventaja  frente a la situación anterior:  estaba formado un equipo de trabajo  que se lleva   muy bien y está unido, habíamos hecho algunas actividades interesantes, filatelicas y sociales, todas organizadas de forma  excelente;  teníamos la certeza que los socios que se habían retirado regresarían.

Nos reunimos Elvis Vélez , Roberto Ortiz, Daniel Chiang, Carlos Monserratte, para ver cómo salíamos adelante  nuevamente.  Ahora teníamos los socios pero no teníamos oficina, porque  la antigua  que ocupábamos  se la  habíamos devuelto  a doña Dalia y la oficina alquilada  teníamos que desocuparla pues el alquiler era alto. Elvis  Vélez propuso que vayamos a la Alborada para obtener en préstamo una suite o para alquilar una oficina  como la que doña Dalia nos prestó, o más pequeña, pero teníamos que contar con una sede rápido. Inesperadamente nos llama Wilson Gallegos y dice: como el presidente del Club  termina la presidencia dejando incierta la oficina para el Club,  mi tía les ofrece la oficina en venta, ¿les interesa  comprarla ? Yo hablé por el grupo y le pregunté cuánto pide; ella la tiene en venta al público ahora en 17.000. Le pedí a Wilson que le explique la situación en la estábamos y que le pida que nos acepte 15.000.

La tía aceptó los 15.000 y la propuesta de pagar 10.000 y el saldo a razón de 2.500 por año, pero con una sola condición: que yo fuera presidente porque ella tenía que asegurase que le cumplan el pago; tú le haz demostrado ser serio, me dijo.

Convoqué a una asamblea general, comuniqué que el Club tomaría la decisión de compra, que la cuota bajaría a 40 dólares anuales  y por ese año una cuota extraordinaria de 60 dólares para completar la entrada. Todos aceptaron menos el abogado José Valdivieso que indicó: "Daniel, usted es trabajador, usted puede generar lo necesario para el alquiler". Le contesté que yo no alquilo, prefiero comprar esta oficina pequeña y después, con su venta más la utilidad de los próximos años, compramos unas más grande. No estuvo de acuerdo y dijo  molesto que, luego de tener una oficina de 70 m2 no se mpodía regresar  a una de 30 m2.

Asumí la presidencia y  en menos del año teníamos  4.000 dólares reunidos  y le propuse a doña Dalia, por pronto pago, dar cancelado  los 5.000, y nos aceptó,

La firma, el 4 de abril de 2013, del contrato de compraventa de la primera oficina que tuvo en propiedad el Club Filatélico Guayaquil,
y que sirvió de base para contar con el local actual. Dalia Abad, Daniel Chiang y Elvis Vélez


Desde el 2014 al 2019 seguimos incrementando los fondos, pusimos el dinero a ganar intereses y obtuve un cliente que nos compraba novedades en cantidades importantes. A finales de 2019 teníamos alrededor de 35.000 dólares. Como Melvin Hoyos y Paul Novoa habían pedido la sede para la EXFIGUA 2020, indiqué que era el momento de comprar la nueva oficina para recibir a los extranjeros, celebrar los 50 años del club y 200 años de independencia de Guayaquil. Rápido  me puse a buscar local y cuando vi una opción viable la puse a consideración de la directiva y del presidente vitalicio; con la venia de Melvin Hoyos y la asesoría del abogado Valdivieso, cerramos la compra en 43.000; originalmente el vendedor nos pidió  47.000 el avalúo municipal, yo le negocie a 45-000, Samir Chedraui le hizo bajar a 44.000 y José Valdivieso, el último día, a  43.000. Hubo buena química con el vendedor: cumplió con los papeles y nosotros con los pagos, ambos contentos.

Un grato recuerdo que me queda  es que en la compra  de las dos oficinas me dieron las llaves  sin firmar papel  o dar pago alguno; traté con personas para las que la palabra es sagrada. Los gastos de escrituras fueron 2.000 dólares, vendimos la oficina vieja al mismo precio que la compramos. Con igual suerte nos dieron el dinero estando pendiente la escritura. Era la imagen del Club que está manejado y compuesto de personas serias. Disponíamos de 50.000 dólares para compra y remodelación y nos quedaba 5.000 dólares para remodelación básica;  este año no hubo comisión por venta de estampillas porque no emitieron,  pero se compensaron con las comisiones de las subasta que este año han sido bastantes, más otras contribuciones voluntarias de socios que aportaron valores por m2. Obtuvimos dinero extra que nos permitió hacer todas las remodelaciones  necesarias y pudimos comprar aires nuevos , televisor, refrigeradora, aspiradora, bastantes  sillas y mesas, microondas, vajilla, etc, etc , tal como pudo verse en la inauguración. Tuvimos leves perdidas, unos  trabajadores  se enfermaron con COVID y tuvimos que volver a pagar  ciertos trabajos y pagar una penalidad por la demora en entregar  la oficina de arriba por la cuarentena; también  cambio la posición de los aires.

Se cumplió el objetivo de que el  Club tenga su sede propia,  además amplia y bonita. Me siento contento porque  la mayoría de los socios  ha expresado que les gusta la nueva sede y ver que todos nos sentimos con la autoestima en alto, porque todos contribuimos para construir la casa propia del Club Filatélico Guayaquil. Este mérito es de todos

La Directiva del Club Filatélico Guayaquil. De izquierda a derecha, Antonio Hacay, Jorge Gaibor, Álvaro Dahik,
Roberto Ortiz, Elvis Vé4lez, Daniel Chiang y Melvin Hoyos.


Comentario de Wilson Gallegos

Excelente resumen histórico del arduo trabajo para la adquisición de la sede de nuestro Club. Efectivamente, la confianza total que le tuve a Daniel desde que lo conocí, por su don de gente y honorabilidad, fue la razón por la que le propuse a mi tía Dalia, que rebaje el precio de venta y que sea Daniel el Presidente del Club Filatélico para que en su administración se cumpla con el pago del saldo del precio pactado.

Es necesario recordar como un hecho histórico adicional al que disertó nuestro querido amigo Melvin, es que nuestro Club, el 1 de junio de 2001, fue reconocido y galardonado por el Congreso Nacional con Acuerdo y Medalla de Honor al Estandarte por su trayectoria por  su contribución a la Cultura Filatélica Ecuatoriana en el año de 2001,  cuando cumplió 31 años de vida institucional.

Esta gestión de reconocimiento lo realice personalmente en el Congreso, en calidad de Presidente de la Agrupación Cívico-Cultural de Profesores de Guayaquil, y Presidente de la Comisión Organizadora, porque en esos tiempos yo fui un activista del PSC y tenía buena amistad política  con la Diputada Nacional Dra. Julia Sánchez Barón. Este evento se desarrolló bajo mi coordinación en el Salón de Ciudad del Municipio de Guayaquil por designación expresa y oficial de mi amiga acto donde se reconoció a Profesores e Instituciones Educativas.

Les envío copia de la tarjeta de Invitación, el croquis del Salón de la Ciudad donde se observa el lugar donde se ubicó a la delegación de nuestro Club, y el oficio donde la Diputada solicito al Ab. Jaime Nebot, el uso del Salón de la Ciudad y donde consta la coordinación que realice de este evento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario