lunes, 12 de marzo de 2018

EL VIAJE DE LINDBERGH A SUDAMÉRICA (IX). PANAMÁ

Charles Lindbergh


El homenaje filatélico de Panamá a Lindberg: la estampilla de 5 centavos
de la serie de dos valores emitida el 9 de enero de 1928 (Scott 257)
Los aeroplanos y los hospitales norteamericanos con una bendición para los enfermos y heridos

Me quedé profundamente asombrado durante mi visita en Panamá de la gran cantidad de panameños que hablan inglés con corrección y desenfado. Como mis viajes por esos países de habla castellana probaron ser muy interesantes, creo que si yo hubiera sabido español el interés hubiera aumentado en proporción apreciable, pues el obstáculo de no entender ni de hacerse comprender entre sus semejantes es una barrera que debería desaparecer cuanto antes. Por lo pronto conviene que en los Estados Unidos se intensifique la enseñanza del español en todas las escuelas públicas y particulares.

Una de las grandes acciones del gobierno de los Estados Unidos ha sido la erección de famosos hospitales a los que llegan enfermos de los diferentes países latinos en pos de curación y alivio. En la actualidad se utilizan los aeroplanos del Campamento Francia como ambulancias para transportar enfermos desde los lugares más apartados del Istmo hasta los hospitales de la Zona del Canal. Muchas veces los aviadores llevan con ellos enfermeras que desean viajar con urgencia para que atiendan a los pacientes en los aeroplanos. También se da con frecuencia el caso que una madre viaje con sus hijos.

La última vez que estuve en Panamá, hace varios años, el gran corte de Culebra estaba lleno de palas gigantescas movidas a vapor y los trenes que movilizaban tierra eran innumerables, para vaciarla en el océano antes de romper el dique y poder llenar el Canal con agua del río Chagres. Millones de metros cúbicos de roca fueron acarreados hasta sepultarlos en las profundidades del océano. Era pues un viaje muy interesante mirar desde las alturas a ese Gran Zanjón por el cual pasaron del un océano al otro durante el año pasado más de 6.000 barcos mercantes.

El Spirit of St. Louis vuela sobre Panamá

Mientras admiraba el paso de unos cuantos barcos por el Canal y las islas verdes que antes fueron montecitos, reflexionaba yo en lo ventajoso que sería abreviar esas operaciones movilizando por lo menos las valijas postales en esa zona a la que concurre la tercera parte de la riqueza mundial para luego ser distribuida a diversos lugares, pues que al movilizarse las comunicaciones con mayor prontitud el negocio de transportación recibe un impulso muy valioso y efectivo.

Las paradojas geográficas de Panamá se simplifican mirándolas desde el aire

Después de agradables y reparadores días de descanso que en su mayor parte los ocupaba en cazar, salí una mañana del aeródromo de France Field con dirección a Cartagena, República de Colombia. Varios aviadores del campamento me escoltaron en la primera parte de mi viaje. Nosotros comúnmente pensamos que el Atlántico se halla al este de las Américas y el Pacífico al oeste, pero a juzgarse por las torceduras del angosto Istmo y las direcciones que toma en algunos lugares, se puede creer que el sol se levanta por occidente y se pone por el oriente. Esta paradoja es golpeante una vez que se ha ascendido lo suficiente para contemplar desde lo alto el Istmo, el Canal y los dos océanos, en un solo golpe de vista -si ocurre que el día está despejado- entonces sí que se puede decir que la paradoja geográfica no podía ser mas sencilla y se desvanece como por encanto.

Panamá de la bienvenida a Lindbergh

Las primeras millas que volé correspondían a extensa selva virgen; luego apareció la costa del Océano Pacífico y se venían extensas sabanas o llanuras allá en lontananza. La costa quedaba a pocas millas de distancia.

La línea de nivel del Océano Pacífico es demasiado alta a lo largo de la costa del Istmo de Panamá y cuando la marea está baja se observan las diferentes líneas del nivel de las aguas del océano que han quedado marcadas allí. Pelícanos y otras aves marinas se detienen a descansar en los bancos de lodo y de cuando en cuando volaban al contorno de las poquísimas casas de paja que sirven de morada a los pescadores. Había abundancia de canoas y barquichuelos de vela, y algunos se aventuraban a salir a muchas millas de distancia de la playa. Mientras volaba a poca distancia del suelo alcancé a observar una familia completa de lagartos que recibían las caricias del quemante sol tropical con singular indiferencia, extendidos sobre el barro fermentado.

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