Charles Lindbergh
Lindbergh, en Guatemala, con el presidente Lázaro Chacón |
Los aviones de triple motor son los únicos que deben usarse en las zonas peligrosas
Muy pocos lugares aparentes donde pudieran efectuarse aterrizajes rápidos, en casos urgentes, pueden hallarse en el trayecto de México a Guatemala, pues en caso de efectuarlos, se requerirían algunas semanas para poder llegar a algún lugar habitado. La floresta es tupida y extensa. Según dije anteriormente el único medio de viajar con seguridad sería utilizando aparatos provistos con motores triples para volar en una recta precisa fijándose tan solo en el compás inductor de tierra hasta salvar tan peligrosa travesía.
Me iba acercando ya a la capital de Guatemala, por la ruta norte de los volcanes, que se levantan orgullosos para mirar al océano. El cielo estaba despejado en la parte de la ciudad pero se observaban insignificantes nubecillas desparramadas en el horizonte y encima de los volcanes. la ciudad podía ser vista desde considerable distancia y se la distinguía blanca y hermosa desde el aire, con sus casas construidas en cuadrángulo, y hermosos patios en el centro, que ostentaban jardincitos cubiertos de verdor. Las casas estaban agrupadas en manzanas de estilo moderno, con calles anchas y bien pavimentadas. Aparte de la vegetación exuberante uno bien se podía figurar que se hallaba en los Estados Unidos.
La ciudad ejerce un contraste notable con las faldas escarpadas e los volcanes que la rodean y la extensa zona deshabitada que la circunda.
Las masas populares rompen el cordón de soldados en el campo de aterrizaje
El vuelo lo había sobrellevado sin dificultad durante el trecho de 675 millas que las cubrí en siete horas cinco minutos, hasta que llegó el momento de descender y me temía que más de uno de los curiosos pudiera ser víctima de su imprudente afán de acercarse demasiado al aparato y quise primero explorar, como es de costumbre, el campo desconocido. Muchos individuos creían que ya iba a hacer alto y rompieron el cordón de guardias y se precipitaron en dirección hacia mí, de modo que fue preciso "arrastrarme" nuevamente, hasta que los soldados consiguieran ordenar a los guatemaltecos en líneas convenientes, que impacientes volvieron a precipitarse en dirección al aparato y apenas pude desembarcar frente al hangar.
Anuncios como éste se publicaron en la prensa de Guatemala, con motivo del viaje de Lindbergh |
Cuando muchacho estuve en Panamá y tenía viva curiosidad de conocer la América Central de manera detallada; de modo que me fue por fin posible cumplir con ese intento, a la mañana siguiente en que hice un viaje muy interesante en automóvil, penetrando en los secretos de las hermosas avenidas y arbustos tropicales de floraciones raras y fragantes que adornan la hermosa ciudad, en la que además se goza de un clima y temperatura muy agradables. Me acordé mucho de mis amigos que en los Estados Unidos, en esos mismos momentos estaban dando diente con diente del frío, en plena mitad de invierno.
Se le declara al aviador ciudadano de Guatemala
Si en la ciudad de México, el mayor Sánchez, alcalde de la ciudad me hizo entrega formal de las llaves de la misma, que estaban contenidas en hermoso cofre de terciopelo y oro, los guatemaltecos no quisieron ser menos finos con su repentino huésped a quien ofrendaron con un pergamino en el que se me había extendido el título de ciudadano de Guatemala. Al propio tiempo se pronunciaron unos cuantos discursos en inglés ya que en Guatemala hay muchas personas que lo hablan correctamente y han sido educados en el exterior.
Según pude certificar más tarde la ciudad de Guatemala no difiere de las otras capitales centroamericanas. Por sus calles perfectas discurren numerosos vehículos y automóviles, entre filas de edificios de construcción moderna y de bella arquitectura. Guatemala es uno de los lugares más antiguos y fue el centro de la civilización occidental tolteca. La fundó Alvarado, uno de los tenientes más distinguidos de Cortez, hace cuatro siglos. Nadie mejor que un aviador puede apreciar desde las alturas los esfuerzos y penalidades que habrá sufrido Alvarado para llegar con los suyos a ese lugar, en los comienzos del siglo XVI.
Allí pude observar cierto mapa en relieve trazado por un ingeniero nacional en el que se exhibe todo el país en una escala horizontal de 1 al 10.000 y escala vertical del 1 al 2.000.
Allí estaban los seis volcanes de 12.000 pies de elevación, que yo había vencido la víspera. Se me aseguró que este mapa era el único ejemplar de su clase en el mundo y por lo visto era muy preciso pues allí pude bien darme cuenta del recorrido que había hecho yo y me sirvieron de mucho en mis viajes posteriores las observaciones que hice en dicho plano, antes de seguir viaje a Belice, y en la región comprendida entre Belice y la República de El Salvador, a donde me dirigí más tarde.
Cuando apuntó el día del 30 de diciembre abandoné Guatemala con dirección a Belice. Las condiciones lumínicas de la mañana no me eran favorables y la ciudad estaba cubierta con espesa neblina y desde arriba tan solo podía ver fragmentos de casas entre la descompuesta niebla. Recordé cierto cartel con una inscripción muy llamativa que se había puesto en manos de los laboriosos mexicanos en que se decía: "El arma más temible de la guerra moderna se ha convertido en paloma mensajera en manos de Lindy" y proseguí mi camino considerando el daño que efectivamente se podría producir sobre tantos hogares indefensos, lanzando bombas desde lo alto.
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