sábado, 29 de agosto de 2020

ARGENTINA: LIBRETAS ESCOLARES DE AHORRO POSTAL

Miguel Emilio Ravignani

El 29 de marzo de 1920 se creó la primera agencia escolar de Ahorro Escolar, en la Escuela N° 99 de la localidad de San Benito, en la provincia de Santiago del Estero, a instancias de su director, Francisco Lezcano. Pronto, este tipo de emprendimiento cobró gran auge, al punto de que, en 1922, ya existían 1.275 agencias de este tipo en todo el país. Además de difundir los beneficios del ahorro, estas agrupaciones se ocuparon de distribuir entre los escolares los “valores menores” para que pudieran completar sus boletines de ahorro y así reunir el ansiado peso que les permitía abrir una cuenta de la Caja Nacional de Ahorro Postal o bien acrecentar la ya existente.

Recordemos que los niños podían ir completando un boletín con varios casilleros, con modestos sellos de unos pocos centavos hasta alcanzar la suma mínima indispensable para abrir una cuenta, que en 1955 era de 10 pesos.

Fue, entonces, en ese año de 1955, que surgió la idea de darle un mayor grado de formalidad a los pequeños ahorros infantiles, con lo que se proyectó la creación de la Libreta de Ahorro Escolar. Para ella se crearon cinco nuevos valores de ahorro, de 0,20; 0,50; 1, 3 y 5 pesos, que constaba de dos partes: una parte principal que se adheriría a la libreta al realizarse un depósito, y un talón que debía fijarse en el formulario de rendición a la Caja.

Sello de 3 pesos para Libretas de Ahorro Escolar con su talón (Archivo de la Casa de Moneda de la Nación)

El 6 de agosto de 1955, el diario El Día, de la ciudad de La Plata, anunciaba la implantación de estas libretas, que habrían de suplantar a los boletines de ahorro, con el fin de que los depósitos se acrediten directamente en ella y se pudiera gozar de los mismos intereses que percibían las cuentas que se habrían en las oficinas de correo.

El nuevo instrumento de ahorro se puso en vigencia el 10 de octubre, sólo en las escuelas de la Capital Federal, con la idea de evaluar su práctica y hacerla extensiva, posteriormente, al resto del país. No obstante, parece ser que el nuevo resultaba muy engorroso porque imponía al personal escolar un complicado trámite de depósito y rendición de cuentas que lo distraía de su función específica,

Por esta razón, al iniciarse el año lectivo de 1956, la Caja Nacional de Ahorro Postal desistió en su iniciativa y dispuso que los montos reunidos en este tipo de libretas se volcaran a libretas de ahorro comunes y que se procediese a retirarlas y destruirlas. Es así que este novedoso instrumento de ahorro infantil desapareció a pocos meses de haber sido creado y son muy escasos los ejemplares que pudieron sobrevivir a la impiadosa acción del fuego.

Hasta el momento, sólo tengo noticias de los tres ejemplares que poseo en mi colección y que muestro a continuación. 


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