Juan Pablo Aguilar Andrade
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El sello emitido por Francia para conmemorar la Copa del Mundo de 1938 |
El último Campeonato Mundial de Fútbol antes de que se desate la Segunda Guerra Mundial y la Copa deba suspenderse, se realizó en Francia. Conforme las previsiones iniciales, el país organizador debió ser Argentina, pero Jules Rimet hizo todo lo posible para que el certamen se jugara en su país natal, aunque con ello se rompiera la regla de alternabilidad entre Europa y América.
Relegar a la argentina produjo las protestas de ocho países americanos (Argentina, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Estados Unidos, Guayana Holandesa, México y Uruguay), que se negaron a participar en el campeonato; a estas deserciones se sumaron las de España, desde hace dos años en guerra civil, y China y Japón, que protagonizaban también un enfrentamiento bélico. En total, 26 selecciones, de las 37 inicialmente previstas, jugaron la fase clasificatoria, en la que se competía por catorce cupos, pues por primera vez se concedió el pase directo a la fase final al equipo anfitrión y al campeón reinante.
Se ha dicho que el retiro de los sudamericanos (con excepción de Brasil que esperaba organizar el campeonato en 1942), convirtió al de Francia en el menos mundial de los mundiales, reduciéndolo a ser un simple campeonato europeo. En total, obtuvieron un cupo doce países de Europa (Alemania, Bélgica, Checoslovaquia, Francia, Hungría, Italia, Holanda, Noruega, Polonia, Rumania, Suecia y Suiza), uno asiático (Indonesia, para entonces colonia holandesa de la Indias Orientales) y dos americanos (Brasil y Cuba). Brasil clasificó directamente como consecuencia del boicot americano y Austria, que había conseguido un cupo tras vencer a Letonia y Lituania, tuvo que retirarse a consecuencia del Anschluss, la anexión a Alemania; el cupo vacante no pudo llenarse, por lo que solo quince equipos jugaron en la Copa de Francia.
Leónidas da Silva, el Diamante Negro |
El campeonato se jugó en diez estadios y nueve ciudades entre el 4 y el 19 de junio de 1938 y permitió a Italia confirmar su calidad, sin presiones sobre los contrarios ni arbitrajes dudosos. Pero el Mundial de Francia fue, sobre todo, el torneo en el que se consagró Brasil y la primera de sus grandes leyendas, el Diamante Negro, Leónidas da Silva (1913-2004).
Para muchos, el partido que Brasil jugó contra Polonia en la primera fase del campeonato fue uno de los mejores de la historia. Los aguaceros habían convertido el estadio de Estrasburgo en un lodazal sobre el que resultaba difícil mantenerse en pie. Leónidas arrojó sus zapatos fuera del campo y, descalzo, marcó tres de los goles con los que Brasil se impuso a los polacos por seis a cinco, luego de la prórroga.
Leónidas sería, con siete tantos, el goleador de la Copa de Francia, pese a que no jugó la semifinal contra Italia porque se lo reservaba para una esperada final, en la que no pudieron estar los sudamericanos, porque los italianos los vencieron por dos goles a uno. Brasil terminaría tercero tras vencer a Suecia por cuatro a dos, con dos goles de Leónidas.
El partido final la jugaron Italia y Hungría en el Estado Olímpico de París, ante 15.000 espectadores, el 19 de junio. Nuevamente los italianos jugaron bajo la presión de Benito Mussolini de quien recibieron, poco antes de empezar el encuentro un telegrama con tres palagras: "vencer o morir".
Cuatro a dos fue el marcador con el que Italia se impuso a los húngaros y se convirtió en el primer bicampeón y en el primer equipo que consiguió un campeonato fuera de casa. Meazza y Ferrari, junto con el entrenador Vitorio Pozzo, fueron los únicos protagonistas de la final de 1934, que participaron también en la de 1938.
Antal Szabo, portero del equipo húngaro, diría después que se sintió muy feliz de recibir cuatro goles, porque con ello salvó la vida de once hombres.
Italia, primer bicampeó. Vitorio Pozzo sostiene la Copa |
Un único sello postal, emitido por el país anfitrión, conmemoró la Copa de Francia. Se imprimieron 3'000.000 de ejemplares que salieron a la venta pocos días antes de la inauguración del certamen, el 1 de junio. Un pobre homenaje si se toma en cuenta que Italia y sus colonias emitieron un total de treinta estampillas en 1934 y que, a partir de ese año, el fútbol se había convertido en motivo cada vez más frecuente en los sellos postales.
Estampillas con motivos futbolísticos emitidas entre las copas mundiales de Italia y de Francia. De izquierda a derecha, Colombia (1935), Unión Soviética (1935), Bulgaria (1935) y Alemania (1936) |
El 26 de enero de 1935, Colombia había incluido una escena futbolística (Scott 421) en la serie conmemorativa de la Olimpiada Nacional de Barranquilla (Scott 421-436), mientras que el 22 de abril la Unión Soviética hizo lo propio con la serie de estampillas (Scott 559-568) que puso en circulación con motivo de la Espartaquiada de Moscú. Ese mismo año, la Copa de los Balcanes fue el motivo de una serie búlgara que incluyó un sello postal en el que un futbolista, con la pelota en la mano izquierda, saluda a la manera fascista (Scott 269).
Alemania (1936) y Panamá (1938), las primeras hojas recuerdo con estampillas dedicadas al fútbol |
Un año después, cuando la Alemania nazi aplicó la recta de Mussolini y utilizó los Juegos Olímpicos como instrumento de propaganda política, una emisión postal conmemoró el certamen. Entre las estampillas emitidas el 8 de mayo, la de 8 + 4 pfennings (Scott B85) mostraba a un futbolista pateando la pelota. La serie incluyó la primera hoja recuerdo con una imagen futbolítica, la misma estampilla que formaba parte de un bloque en el que se incluían la gimnasia, los clavados y la equitación.
Colombia, Rumania y Panamá pusieron también en circulación, en esos años, estampillas dedicadas al fútbol, incluidas dos hojas recuerdo panameñas dedicadas a los IV Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1938 (Scott C47a y C47b).
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