martes, 17 de septiembre de 2024

IN MEMORIAM. MARTÍN URRUTIA MUÑOZ

Heinz Junge

Conocí a Martín siendo ambos jóvenes. Él ingresó a la Sociedad Filatélica de Chile en 1978, una vez cerrado el Círculo Filatélico de Ñuñoa, del cual él había sido su Presidente. Martín, hijo en una familia numerosa de Los Ángeles, había estudiado Leyes en la Universidad de Chile y con el tiempo se especializó en Derecho Laboral. Como abogado estuvo ligado durante muchos años a la Caja de Compensación Los Andes, en donde ejercía como Fiscal.

Pero más bien me quiero centrar en Martín como filatelista. Una vez miembro de la Sociedad Filatélica, este joven abogado destacó en la vida societaria como diligente participante de las diversas actividades. Así en julio de 1984 Martín ingresó al Directorio. Contribuyó desde entonces en forma ininterrumpida por estos últimos 40 años como conocedor y consejero en materias legales, siendo reelecto casi siempre con la más alta mayoría de votos. Esto es un testimonio indeleble de que fue percibido como alguien cercano a los socios, jovial, gentil, con opiniones ponderadas, principalmente respecto de los mejores intereses de nuestra Institución, lo cual me consta era su motivación principal.

Martín Urrutia Muñoz
Fotografía de Carlos Vergara (4 de julio de 2024)

Martín, ávido lector de diversas materias y con extraordinaria memoria para retener nombres de personajes, hechos y su contexto, pero por sobre todo interesado en la historia e institucionalidad de Chile, fue formando una prodigiosa biblioteca, de la cual se nutría en conocimientos. Así participaba permanentemente con relatos y en conversaciones de toda índole, generando variados y ricos debates.

En cuanto a sus preferencias en lo filatélico, se centró inicialmente en la historia postal de Chile, así como en los países nórdicos, Noruega, Finlandia, Suecia, Dinamarca y otros, también en Suiza y Gran Bretaña. Más tarde se aventuró en coleccionar sellos y cartas de un sinfín de otros países. Solo a modo ilustrativo recuerdo su colección de los llamados Cabezones y la de los Ruleteados, con bellos matasellos de muchísimas pequeñas localidades de fines del siglo XIX, época en que el Correo en Chile proveía la más efectiva y económica forma de comunicación, tanto interpersonal como comercial.

Destacado participante en la gestión de actividades, como mencionaba al comienzo, mereció hace años ser reconocido como Socio Honorario de la Institución. Detallar todas sus participaciones en charlas, almuerzos, exposiciones, dispersiones y otras, todas sin duda importantes, sería largo. Deseo sin embargo hacer en este momento una especial mención a su mesura y tesón, con los que dirigió nuestra actividad en el difícil tiempo de pandemia, en el que debió asumir la presidencia, lo que hizo con determinación y templanza, logrando que la Sociedad pudiese sobrellevar esos escollos con pleno éxito. Martín, hombre culto y erudito, tenía claro, entre tantos, el concepto de “cruzar el Rubicón”. Él lo hizo, saliendo airoso tras ese gran desafío.

Lo apreciamos en vida, lo recordaremos en adelante con gratitud como un actor relevante en esta nuestra Sociedad Filatélica de Chile. Ayer ha cruzado no el Rubicón, sino la última puerta, aquella que le ha dado el paso a la que deseamos sea su paz eterna. Martín, querido amigo, la tienes merecida. Así sea.

Palabras pronunciadas en el sepelio de Martín Urrutia, el 17 de septiembre
de 2024, en la parroquia de la Natividad del Señor, en Ñuñoa

1 comentario:

  1. Tuve el privilegio de conocer a Martín, lo llevé como Uber al Cementerio General con motivo del primer aniversario de la muerte de su esposa. Me mostró una foto de ella, era una bella dama . Fue a brindar con su señora a su tumba. Lo acompañè a unos metros de distancia. Me mostró una foto de su esposa, una hermosa mujer. Como a la ida conversamos de literatura y habíamos leído los mismos autores y novelas, las mismas historias de mujeres comoTeress Vilms Montt, Inés Echeverría (Iris) M. Luisa Bombal. También de Neruda y la Hormiguita. Coincidíamos en todo. El abogado y yo profesor de Castellano y Literatura. Al regreso me hizo pasar a su casa y me enseñó su biblioteca. Me sirvió un bebida o una copa de vino. Quedamos de vernos, pero nunca regresé. Con todo, siempre me acuerdo de esta experiencia. Me enteré de su fallecimiento por Luis Pérez Camousseight, mi sobrino, también abogado. Hace dos meses le conté esta experiencia a Luis y resultó que lo conocía muy bien.

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