lunes, 2 de septiembre de 2024

GOTTFRIED HIRTZ, ENTRE DOS ESTAMPILLAS

Juan Pablo Aguilar Andrade
actualidadfilatelica@gmail.com

Es de gran formato y en su centro se destaca, rodeado por un marco verde, el fruto del cacao, uno de los productos nacionales que se quería promocionar en 1930, con motivo del centenario de la fundación de la República del Ecuador; costaba cinco centavos y es, para muchos, la estampilla más bonita de las que puso en circulación el hoy desparecido correo ecuatoriano.

Dicen los filatelistas que los sellos postales son mensajeros de lugares lejanos y, en algunos casos, esos mensajes se convierten en claros llamados a buscar aquello que aparece en la imagen reproducida en miles, en millones de pedazos de papel, destinados a viajar con la correspondencia.

Gottfried Hirtz en la selva del Tena, hacia 1934, y la estampilla que le trajo al Ecuador
(foto tomada de Juan Diego Pérez, La mirada Silenciosa. Gottfried Hirtz, fotografías 1934-1980, Quito, 2021)

Con las cartas, la estampilla del cacao llegó a Alemania y atrapó a Charly Hirtz. Su hermano Gottfried había conocido en la Escuela de Bellas Artes a un ecuatoriano, Alfonso Aulestia, quien sin duda aportó informes y datos sobre ese Ecuador al que les llevó, en 1934, el “Reina del Pacífico”. El trasatlántico, orgullo de la Pacific Steam, demoraba alrededor de un mes para conectar Europa con Chile, cruzando el Canal de Panamá.

Los hermanos Hirtz desembarcaron en La Libertad, pasaron a Guayaquil y siguieron hacia Ambato y Baños; desde ahí, tras un viaje de cinco días, llegaron al Puyo, donde se instalaron en las tierras que, en ese entonces, el gobierno ecuatoriano adjudicaba a quienes quisieran colonizar la selva amazónica.

“Por esa estampilla vino mi papá el Ecuador”, cuenta Christoph, el hijo de Gottfried, mientras reposa sus manos sobre la cámara de fotos que cuelga de su cuello; es fotógrafo, como su padre.

Gottfried Hirtz no se quedó en Tena cultivando la tierra. Mientras lo hacía montó ya un rudimentario laboratorio fotográfico en medio de la selva, junto a un riachuelo que servía para lavar las fotos; en 1936 se trasladó a Quito y empezó su recorrido por el Ecuador, para registrar gentes y paisajes con su Leica III F.

El Chimborazo desde la vía Riobamba-Ambato - Gottfried Hirtz 1940
(tomada de Juan Diego Pérez, La mirada Silenciosa. Gottfried Hirtz, fotografías 1934-1980, Quito, 2021)

Ocho años duró esta primera etapa. En 1942 el gobierno del Ecuador  entregó a los Estados Unidos a los alemanes, y a sus descendientes ecuatorianos, que vivían en el país; recluidos en campos de concentración, varios de ellos viajaron a Alemania al ser intercambiados por prisioneros de guerra estadounidenses, con la prohibición de participar en la guerra. En ese grupo estuvo Gottfried, quien pasó los años de la guerra recorriendo en bicicleta el sur de Alemania, para guardar en imágenes edificaciones y monumentos culturales amenazados por las bombas y el fuego.

En 1954 volvió al Ecuador y retomó su tarea de recorrerlo y preservarlo en imágenes; miles de negativos quedan del trabajo que realizó hasta 1980, el año de su muerte. A Hirtz le debemos una parte fundamental de nuestra memoria colectiva.

Pero mucho antes, precisamente en los años de la guerra, una de sus fotografías recorría el mundo, adherida a los sobres que despachaba el correo ecuatoriano.

La había tomado en 1940. Es una imagen espectacular del Chimborazo, el viejo camino empedrado que unía Riobamba con Ambato y un campesino que avanza con sus mulas, levantando una pequeña nube de polvo mientras, detrás de él, otros se alejan en sentido contrario.

La estampilla ilustrada con la foto de Gottfried Hirtz, emitida en 1942

A Christoph le brillan lo ojos al contar cómo se tomó esa foto y hace, con su cámara, el ademán que imita a su padre colgado en el bus interprovincial, extendiendo el brazo para captar la imagen. Así, en movimiento; Gottfried viajaba siempre listo para registrar momentos irrepetibles.

En 1942 el gobierno ecuatoriano utilizó la foto del Chimborazo para ilustrar un sello de correos de treinta centavos, color café que se utilizó profusamente en los años siguientes y se reimprimió, con diferentes colores, en 1943, 1944 y 1947.

Un grabador de la American Bank Note Co. reprodujo fielmente la fotografía que le entregaron las autoridades postales del Ecuador, sin reconocer derechos de autor ni el nombre del fotógrafo que, mientras su estampilla empezaba a circular por el mundo, esperaba en un campo de concentración, en Texas, un intercambio de prisioneros.

7 comentarios:

  1. Estimado Juan Pablo.....muchas gracias por este artículo tan emotivo sobre la llegada de mi querido Tío y mi Padre a este nuestro bello Ecuador y la relación con la filatelia.
    Mi admiración por tu trabajo.

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  2. Muchas gracias por ese emotivo relato de una parte de las muchas historias que acompañan a cada foto. Gracias por este reconocimiento. Muchos saludos, Ursula Hirtz

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  3. Gente de capacidades artísticas especiales y valores irrepetibles llegaron a nuestro pequeño país; entre ellos y con sobrada ventaja por sus cualidades personalísimas y familiares, fueron los “Hirtz” quienes dejaron semillas con ADN que valen oro y llenan de orgullo compartir su amistad .

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  4. Muy afortunada y privilegiada por haber conocido a Fridel Hirtz y a su hijo Christoph. Muchos muchos años de una amistad maravillosa y de hermosas fotografías.

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  5. Das ist eine ganz neue Information fuer mich.Liebe Ursula und Christoph Danke .
    Danke das.Ihr das Werk von Eurem Vater Gottfried Hirtz in Ehren haltet.

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  6. Para un artista tan excepcional como fue Gottfried, no hubo guerra sino oportunidades.

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  7. Das ist ja wirklich sehr interessant
    Fritz Levin

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