Con profunda pena hemos recibido la noticia de que, hace ya algunos días, ha fallecido en Quito, poco antes de cumplir sus 97 años, César Domínguez, el "Capi".
Fue siempre un queridísimo amigo de inolvidables tertulias en la Asociación Filatélica Ecuatoriana y en el Grupo de Estudio Ecuador, del que era el socio 24, en las que la filatelia era un pretexto para hablar de todo lo imaginable, aprender, reflexionar y divertirse.
Oficial del Ejército ecuatoriano, recorrió el país y lo conocía como pocos. Nunca le faltaban historias que contar sobre la vida en los repartos militares, la historia vivida y las enseñanzas de casi un siglo de existencia.
Apasionado coleccionista, cuando algo se le metía entre ceja y ceja iniciaba una intensa cacería, para la que todos éramos requeridos, hasta conseguir lo que andaba buscando. Doblados en su billetera llevaba siempre pequeños papeles con las listas de lo que buscaba y con mini catálogos de sus colecciones, que le permitían saber al instante si eso que tenía al frente, era lo que estaba necesitando.
A regañadientes logramos que aceptara montar unas pocas colecciones siguiendo las reglas de la filatelia competitiva. A él le gustaba simplemente coleccionar y ordenar sus piezas conforme a su gusto, armando álbumes en los que mostraba lo que quería y usaba el material para investigar, aprender y enseñar historia, ciencias naturales, navegación y esa otra pasión que tenía, la tauromaquia.
Como esta última, la filatelia y la numismática eran para él goces estéticos y era eso lo que buscaba, más que presentarse en competencias o acumular premios.
Con gran habilidad manual, fabricaba sus propios álbumes y llegaba, incluso, a confeccionar, por el mero gusto de hacerlo, protectores, hojas clasificadoras y esquineros, que no pocas veces obsequiaba a sus amigos.
La pandemia limitó muchas de sus actividades, pero hasta que eso ocurrió seguía usando el transporte público con una agilidad que nadie espera a la edad que él tenía. Nunca olvidaré su expresión, entre colérica y divertida, cuando se dio cuenta que esa moneda que había buscado y conseguido con no poca alegría, había servido inadvertidamente para pagar el pasaje del bus.
Ya lo veníamos extrañando este último tiempo, en el que casi no pudimos verlo, pero saber que ha partido nos abre un espacio imposible de llenar. Creo que llegamos a pensar que siempre lo tendríamos con nosotros, y eso hace que esta pérdida sea doblemente dolorosa.
Descanse Capi y reciba un abrazo agradecido. Siempre estará presente entre nosotros.